Capítulo 16
Mi madre permanecía de pie junto a la puerta, esperando alguna explicación sobre mi desaparición y por supuesto, no era estúpida porque se había encargado de presionar tanto a la pobre Rouse que obtuvo lo deseado. Mi amiga se hallaba fuera de la habitación con su madre, quien la castigaría por al menos un mes completo de forma estricta.
En ese instante podía decirle adiós a mi amistad con ella, puesto que seguramente mamá haría hasta lo imposible por evitar que yo mantuviera una relación con aquella chica que podía llamar mejor amiga, sin embargo, todo se desmoronaba como una bola de nieve en verano. Mi vida estaba a punto de cambiar, tan drásticamente que, ni siquiera, podía imaginar lo que se aproximaría.
—Entonces, Alex…—dijo mamá en ese tono autoritario que la caracterizaba, el cual me aterraba. Yo seguía con la cabeza gacha, porque mi garganta no podría emitir ningún sonido. ¿Vas a quedarte ahí sin decir nada? —agregó con los brazos cruzados, levanté la cabeza y con mis ojos a punto de expulsar lágrimas, únicamente pude verla para volver a mi posición inicial.
Mamá dio unos pasos y me sujetó de los brazos con brusquedad, sentí un tirón que me hizo reaccionar, pero en definitiva no iba a luchar en su contra, me dejé arrastrar por mi madre hacia la salida y ni siquiera tuve oportunidad de decirle adiós a Rouse, miré de reojo a ella y su madre de pie en la puerta del pasillo, mientras mi progenitora tiraba de mi débil brazo hasta sacarme de la casa, me metió al auto y cerró la puerta de un golpe.
Cuando subió enderezó el espejo retrovisor y empezó a conducir.
—Esta es la última vez que me miras la cara de idiota, te juro Alex que vas a tener consecuencias, por esto —amenazó y mantuve el rostro abajo escuchando cada una de sus palabras, el camino fue más largo de lo pensado, sentí una eternidad en ese vehículo con mi madre hasta que por fin llegamos a casa.
Abrió la puerta para pedirme salir y la seguí hasta llegar a la entrada principal, de ahí me mando a mi habitación y antes de subir las escaleras me pidió el celular, sin embargo, yo no podía entregarlo porque había suficiente evidencia como para enviarme toda la vida a un internado en Londres. Así que hice lo más estúpido que podía en toda mi existencia.
—No mamá, este celular es mío, papá me lo obsequio en navidad —contesté intentando parecer firme, pero ella se rio de forma tajante.
—Eres una mocosa altanera, ¡Dame ese celular, Alex o te juro qué!… —gritó yéndose encima de mí, yo puse mi mano para evitar que me tocara y la confronte.
—¡No, no y no, ya déjame! — exclamé y logré escaparme, para subir las escaleras hacia mi habitación, cerré la puerta con llave y rodé mi tocador para hacer peso, en definitiva ella no podría entrar, sin embargo, eso únicamente era momentáneo porque encontraría la forma de pasar y cuando eso sucediera estaría perdida.
Me eché a llorar en la cama, hasta quedarme sin lágrimas. Yo no quería perder a Elías, lo amaba, de eso estaba segura y mamá me quitaría su amor para siempre, solo porque él no era lo que ella esperaba.
Me había quedado dormida sin darme cuenta, y al abrir los ojos la luz me molestaba un poco, parpadee varias veces y solté un bostezo buscando mi teléfono, no lo encontré, por lo tanto, entre en pánico. Empecé a rebuscar notando que se había caído al piso, lo recogí y pude ver que tenía unas cuantas llamadas sin contestar de Elías, marqué enseguida y de inmediato oí su voz.
—¡Alex! ¿Qué rayos pasó, por qué no me llamaste? No sabes lo preocupado que estaba, estuve a punto de ir a tu casa para saber si estabas bien, pero Ethan me detuvo—explicó alterado, yo no soporté toda la presión y el escuchar si voz me generó más desesperación, solo por el hecho de saber que pronto no lo volvería a ver.
—Elías, yo… —me quebré y sollocé sin consuelo.
—¿Alex, que pasa, por qué estás llorando? ¿Te hicieron algo? Dime, porque si alguien te lastimó, juro que ese alguien lo pagará muy caro —amenazó furioso, yo seguía llorando y por más que intentaba calmarme, el llanto salía solo. Por favor, Alex, dime lo que ocurre, me estás preocupando mucho —suplicó una explicación alarmado, hasta que pude tranquilizarme.
—Mamá nos descubrió, fue a casa de Rouse y la hizo hablar, ahora sabe lo de nosotros y no sé lo que pueda hacer, intentó quitarme mi teléfono y corrí a mi habitación para encerrarme, sé que eso no la detendrá, pero Elías, tengo mucho miedo, no quiero que me separe de ti —volví a llorar con desesperación.
—¿Cómo se enteró? Alguien tuvo que decirle—inquirió.
—No lo sé, supongo que sospechó y por eso se dio cuenta, pero eso no es lo importante Elías, ella me separará de ti —pugné dolorida al pensar en esa horrible situación. Él permaneció en silencio por segundos y luego volvió a hablar.
—Alex, ¿Me amas? —preguntó serio.
—¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que te amo y lo sabes —contesté casi ofendida.
—¿Si te propongo algo, estarías dispuesta? —anunció y aunque no sabía, lo que sea iba a ser mejor que atenerme a las consecuencias de mamá, que serían catastróficas.
—Sí —respondí decidida.
—Huyamos, vámonos lejos de aquí, solo tú y yo —por fin manifestó y quedé helada en el sitio, me pareció una idea radical y extremadamente descabellada, pero a esas alturas eso no sonaba mal, porque yo no estaba dispuesta a perderlo.
—¿A dónde iríamos? —interpelé con curiosidad.
—No lo sé, quizás a California, la novia de Ethan tiene una casa en la playa, le diré que me la preste hasta conseguir un trabajo y poder instalarnos—señaló seguro de su idea, entonces supe que esa era la solución, nadie iba a cambiar nuestro destino y nosotros permaneceríamos juntos para siempre, además de que ya estaba comprometida con él y me faltaba poco para cumplir la mayoría de edad.
Mi madre no podría terminar con nuestro amor, aunque hiciera lo imposible, ella no iba a salirse con la suya, yo estaba dispuesta a luchar por Elías hasta mi último respiro.
—Está bien, entonces lo hacemos, yo tengo algunos ahorros que había guardado para comprarme un auto, los podemos usar para instalarnos y luego veremos que hacemos, pero debe ser lo antes posible, mamá seguramente debe estar detrás de la puerta esperando que baje la guardia—aseguré inquieta mirando en esa dirección.
—No te preocupes, mañana mismo podemos irnos, solo debes buscar la forma de escaparte, yo te esperaré en la estación de tren y de ahí nos iremos para siempre, nadie sabrá de nosotros jamás y tampoco van a separarnos—confesó, dándome paz y aliento. Miré el anillo que me había regalado y sonreí al pensar en nuestro futuro.
—Coke — murmuré
—Coke nos espera —completó y reímos juntos.
—Te amo —añadí en un tono suave.
—Yo te amo más mi pecosa —contestó y de esa manera quedamos hasta el día siguiente, para poder escapar juntos.
Yo salté de la cama buscando una maleta para meter mis cosas, saqué las cosas más importantes para mí y recogí todo cuanto pude, hasta que de forma repentina escuché la voz de mi madre, del otro lado.
—Alex, cariño, abre la puerta, por favor —rogó en un tono suplicante y suave, como si tratara de dialogar. Me quedé viendo fijamente la puerta con desconfianza porque temía que ella de alguna forma pudiera entrar. Mi Cherry, solo quiero hablar, te prometo que no voy a juzgarte y tampoco me alteraré, necesito que hablemos sobre esto —enfatizó de manera convincente, seguí viendo la puerta con duda hasta ceder por su insistencia.
Avancé unos pasos y rodé el tocador para abrir y de esa forma saber si realmente estaba siendo honesta, de otra manera correría y volvería a trabarla para no abrirla jamás, y eso sería el final de todo. Por esa razón abrí, ya que no deseaba escapar y dejar todo de esa manera, yo quería que mamá entendiera ese amor que existía entre Elías y yo, no solo se trataba de un capricho entre chicos, ambos estábamos seguros de nuestros sentimientos y por eso no queríamos estar a escondidas, sin embargo, si ella no aceptaba esa relación no nos daba otra opción, que huir.
La vi frente a mí, se notaba preocupada y triste a la vez, sostenía una charola con dos tazas de té, eso quería decir que en realidad estaba dispuesta a dialogar y por eso le di el paso para entrar a mi habitación. Retrocedí para hacerle espacio y ella caminó hasta mi cama para tomar asiento, recorrió la estancia con la mirada y luego posó sus ojos en mí.
—Cariño, lamento tanto que todo haya llegado a este nivel, realmente no sé qué pasó entre nosotras, siento una horrible distancia y… —hizo una pausa llevando una mano a su boca para contener el llanto, pero prosiguió—No quiero que estemos así, yo te amo porque eres mi hija, y me duele que no confíes en mí —agregó con tristeza.
Analicé por varios segundos sus palabras y busqué la forma de como responder, ya que necesitaba hacerle entender los motivos por el cual yo no confiaba en mi madre.
—Es que...—empecé y ella extendió su mano indicando que tomara la suya, dudé por un instante y luego accedí. Me senté frente a ella y me hizo un ademán para proseguir. Tú has sido muy estricta mamá, si no te dije lo de Elías es porque tenía miedo de que lo rechazaras, y de verdad yo lo amo—confesé lo más sincera que pude, ella analizó y respondió con tranquilidad.
—¿Estás segura de que amas a ese chico?—interpeló y asentí de inmediato, ella sonrió inclinado su cabeza de lado—Bien, entonces les daré una oportunidad, quiero conocerlo y que él mismo hable conmigo personalmente—estableció y una gran alegría inundó mi ser, no aguanté la emoción y salté a sus brazos para apretarla.
—¡Gracias mamá, de verdad no te arrepentirás! Vas a ver que es buen chico—aseguré y luego nos separamos, ella me ofreció una taza de té y la bebí contenta de recibir tan maravillosa noticia.
—Este será el comienzo de tu futuro, mi niña—anunció sonriente, le correspondí a esa sonrisa porque eso significaba que no tendríamos que escapar, parecía ser un sueño perfecto donde mi madre por fin me escuchaba y entendía.
Poco a poco fui sintiendo sueño, mis párpados se tornaban pesados y no podía explicármelo, ya que acababa de despertarme. Quizás algo andaba mal y no lo noté, aquella noche había aprendido algo muy importante y era que mi inocencia me había jugado una mala pasada, fui estúpida y confiada causando así las consecuencias terribles de una mala decisión.
—Mamá, me siento un poco mareada—dije extendiendo la mano hacia ella, mi entorno se volvió oscuro y lo último que vi fue el rostro de mi progenitora totalmente serio y sombrío ante mí. Elías—murmuré su nombre y perdí el conocimiento.