Capítulo 17
Abrí los ojos desconcertados, no tenía idea dónde me encontraba, definitivamente esa no era mi habitación y el lugar parecía ser bastante diferente, cuando recuperé la conciencia y pude ponerme sobre mis pies, corrí a la puerta, pero la misma se hallaba trabada. Entré en pánico y moví la perilla halando con fuerza mientras la respiración se me aceleraba, empecé a sollozar gritando el nombre de mamá, pero ella no respondió.
—¡Por favor, lo prometiste, lo prometiste!—rogué llena de agonía. De pronto la perilla empezó a moverse y retrocedí varios pasos, esperé a ver quién se asomaría y de la nada un sujeto totalmente desconocido para mí, apareció.
Permanecí quieta esperando que dijera algo, sin embargo, al parecer él esperaba que yo hiciera las preguntas.
—¿Quién eres y dónde está mamá?—me atreví a preguntar finalmente. Aquel hombre no dijo y abrió paso a una mujer elegante de algunos 40 años quien me observó de pies a cabeza.
—Hasta que por fin despertaste bella durmiente—inició, pero había algo en su tono, de voz que me llamó la atención, un acento diferente, nadie en Nueva York hablaría con ese acento a menos que…
《 No, esto es imposible》
Pensé aterrorizada.
—¿Dónde está mamá?—inquirí y ella sonrió.
—Nueva York, querida—contestó como si fuera algo obvio.
—¿Por qué hablas de Nueva York como si estuviera lejos?—hice la pregunta, sintiendo una punzada dolorosa en mi pecho, por el temor a la respuesta. Aquella mujer rubia con vestido elegante y pose de modelo enarcó una ceja y movió los labios en forma de contestación.
—Porque estás en Londres querida, tu madre te dejó aquí hace una hora, nos pidió estrictamente que no puedes utilizar teléfonos celulares y solo recibirás una llamada al día de ella, la cual estará bajo estricta supervisión—aclaró, pero yo aún seguía procesando la idea de que ella me había enviado finalmente a ese internado que tanto deseó, se salió con la suya y me apartó de Elías para siempre.
—No—dije murmurando, el aire me faltaba y la garganta se cerraba.
—¿No, qué, acaso, no fui clara?—interpeló
—¡No, no, no, no!—repetí una y otra vez, corrí hacia la puerta para huir, no obstante aquel hombre gigante se interpuso tomándome por la cintura, patalee luchando y gritando, siendo todo en vano. ¡Noooooo, déjame, déjame!— vociferé con sumo dolor en el pecho—. Por favor, déjame ir, necesito verlo, no me hagas esto, se los suplico —rogué, pero nada de las palabras que yo dijera iban a funcionar, esa mujer quizás recibió una gran cantidad de dinero por mantenerme ahí y aunque quisiera regresarme a Nueva York, si alguien me ayudaba, entonces mi madre se encargaría de destruir a ese alguien.
Sentí como todo se derrumbó frente a mis ojos, vi a Elías esperando en esa estación de tren y una vez más grité su nombre.
—¡Elías!—y me desmayé.
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Escuché su voz llamarme y la emoción reboso mi corazón, corrí buscándolo por todos lados, pero una oscuridad abrumadora me rodeó dejándome sin capacidad de ver, aquel sonido se volvía un eco alejándose más y más hasta ya no escucharse, quise correr tratando de encontrarlo, pero nada de mis acciones tenían alguna utilidad. Supliqué una luz que me permitiera poder verlo una vez más y entonces, como si se tratara de una visión, contemplé la figura de Elías de pie en la estación de tren, miraba el reloj y luego a los lados en busca de mí, sin embargo, yo no podría llegar.
Pude ver su rostro triste lleno de decepción y luego darse la vuelta para marcharse, estiré mi mano para alcanzarlo y se desvaneció frente a mis ojos como una nube de humo.
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—¡Elías!—desperté propiciando su nombre, pero de nuevo estaba ahí, en ese cuarto lejos de él.
Lloré desconsolada, acurrucándome, deseando cerrar mis ojos para no despertar jamás, sin él nada valía la pena, miré mi anillo de compromiso llevando la mano a mi pecho para abrazarme a mí misma.
Todas esas imágenes de los momentos juntos se vinieron a mi cabeza, provocando que el dolor fuera aún más fuerte, y sentí como una g****a se formaba en mi débil corazón. Todas las promesas que hicimos no las íbamos a poder cumplir, aquel amor que nos juramos tampoco podría ser, pero desde ese momento entendí que únicamente deseaba una cosa. Y esa era poder vengarme de mi madre, ella pagaría caro el haberme quitado la oportunidad de amar.
Los días pasaban y me hundí en una depresión tenaz, la mujer que estaba a cargo de mí en el internado, la cual se llamaba Jazmín, se notaba preocupada, puesto que yo no había comido durante días y tampoco deseaba tomar agua, mi único deseo era morir.
—Alex, debes comer cariño, sabes las chicas lindas como tú deben comer para mantenerse bellas —dijo tratando de darme ánimo sosteniendo la cuchara frente a mí para darme sopa, pero yo solo la miré sin ánimo y desvíe mi atención a la ventana, donde podía contemplar las luces de los edificios decorados de navidad. Vamos, querida, no seas terca, ¿Acaso quieres morir de hambre? —regañó impaciente y la ignoré.
《 Eso espero》
Reflexioné
Ella se puso de pie devolviendo todo a la charola y de ese modo salir de la habitación, pero antes giró para verme una última vez.
—Yo era igual que tú, también me separaron de la persona que amaba, incluso perdí un hijo de ese amor, pero lo único que puedo decirte de eso cariño, es que llorando, no resuelves nada, muerta, tampoco lo harás —confesó y cerró la puerta.
Dirigí mi atención a ese lugar pensando en sus palabras, por la razón simple de que ella había dado en el clavo, si yo deseaba venganza, muerta no obtendría nada y aunque me doliera aceptarlo, Elías pronto iba a olvidarme, pensaría que yo lo abandoné y seguiría con su vida.
—Tienes razón, Jazmín, no voy a dejarme morir, juro que cuando salga de aquí, voy a vengarme de mi madre —prometí dando un nuevo paso a mi vida, yo no sería más la chiquilla ingenua a la cual podían engañar, me transformaría en Alex Santiago, una mujer poderosa temible y respetada capaz de tener el mundo en la palma de sus manos.
Me levanté de la cama y fui al baño, al verme en el espejo sí que daba asco, mi cabello estaba enmarañado y el rostro demacrado, quizás por los días que tenía sin comer y también me di cuenta de que estaba muy débil porque me costaba estar parada, entré a la regadera y cuando el agua caliente hizo contacto con mi cuerpo sentí alivio, dejé el chorro correr hasta relajarme lo suficiente y cuando estuve bien aseada, salí esperando a que Jazmín regresara para la cena.
Me recosté viendo el techo y no podía negar que sería difícil la idea de sacarme a Elías de la cabeza, todo en mis pensamientos se trataba de él, mi vida entera giraba en su entorno, ¿cómo, pues, iba a poder olvidarlo?
La mujer entró al cuarto con otra bandeja diferente y al verme amplió los ojos mostrando una sonrisa de alegría.
—¿Ves? Así luces mejor —confesó llena de emoción—. ¿Quieres algo de comer? —ofreció y asentí, al pensar en la comida, mi estómago rugió como león, vi la charola frente a mí y había muchas cosas deliciosas las cuales probar, empecé por la crema de almendras parecida a una sopa, pero con un gusto delicioso, también para no perder la costumbre ella se encargó de preparar mini sándwiches con mantequilla de maní y mermelada, colocó jugo de naranja y por último un budín de chocolate. Todo eso lo devoré quedando satisfecha.
—Estaba delicioso, muchas gracias —expresé dedicándole una sonrisa, Jazmín asintió y dejó la charola en la mesita de noche, para sentarse a mi lado.
—¿Cómo te sientes? —quiso saber y pensar hablar de eso, no me parecía buena idea, bajé la mirada observando mis dedos entrelazados al tiempo que murmuraba con tristeza.
—No lo sé, algo me duele en el pecho, no tengo idea como hacer que se vaya, pero quiero tratar de sobrellevarlo —acepté. Aquella mujer puso su mano en mi regazo obligándome a verla.
—Lo siento tanto, realmente lamento que estés atravesando por todo esto, quisiera ayudarte, pero no soy más que una simple trabajadora —agregó en un tono triste —diario veo como familias traen a sus hijas a este internado separándolas de sus seres amados, la historia siempre es la misma, familias adineradas que piensan tener una idea de lo que es el amor —replicó un tanto dolorido y molesta
—Supongo que es una maldición y la historia se seguirá repitiendo —me resigne
—Sí, pero ¿Sabes algo? —indicó a manera de secreto, yo la observé, atenta, esperando a que prosiguiera. Ninguna de las chicas que han salido de aquí, pudieron obtener su venganza, algunas olvidaron y siguieron con sus vidas y otras se dejaron llevar por la depresión, pero tengo la esperanza de que una valiente se levante y hable por todas nosotras —confesó viéndome directamente a los ojos, yo analice sus palabras y entonces entendí, que se refería a mí, yo debía ser aquella valiente la cual hablara por las otras, necesitaba salir de ese lugar y demostrar de que estaba hecha.
Ese día aprendí que por más lágrimas derramadas, nunca obtendría una respuesta ante el sufrimiento, 《 llorar no resuelve nada》Escuché muchas veces, pero finalmente entendí, que debes llorar para darte cuenta en un momento determinado, esas lágrimas serían el inicio de un camino, yo elegí no quedarme estancada y luchar contra aquel ser despiadado que me puso en ese lugar, ella pagaría con creces todo el sufrimiento causado y las lágrimas que derramé.
—Definitivamente, voy a salir de aquí —murmuré decidida.