Bendita casualidad

2055 Words
Capítulo 8 —Oh, cariño es tan hermoso, estoy tan emocionada… —dijo la hermosa Helena mientras admiraba el sitio donde en pocos meses sería la recepción, luego de la boda. —¿De verdad te gusta? —interrogué y ella afirmó, saltó a mis brazos rodeando mi cuello al tiempo que plantaba un beso en mis labios. —Es estupendo, todo el salón me encanta, no puedo esperar a que llegue ese maravilloso día y poder ser la señora de Loughty —mencionó llena de emoción, sus ojos brillaban cuando ella estaba feliz, eso me gustaba. Realmente desde el momento cuando la conocí, vi algo especial, lo cual me cautivó, Helena podía ser el tipo de mujer con la que cualquier hombre se sentiría orgulloso de presentarla a todo mundo, y no solamente hablaba de lo físico, puesto que a pesar de ser atractiva, ella destacaba por su carisma y empatía con los demás, nunca imaginé que podría ver a otra mujer y sentir algo especial, sin embargo, aquella castaña de ojos azules logró romper un poco mi caparazón. No fue fácil seguido adelante, yo era consciente de ello, esa noche fue devastadora para mí, y no me gustaba recordarla. Únicamente me traía tristeza, por lo cual opté mejor por olvidar y seguir adelante, aunque sufrí la agonía de perder aquello que amé tanto, no podía luchar contra la marea alta del rechazo. Después que Alex no llegó a esa estación, decidí tomar la valentía suficiente para enfrentar a su madre, no fue fácil porque analizar los posibles desastres que ocurrirían si algo salía mal, hicieron colapsar a mi cabeza. Conduje estacionando la motocicleta frente a la ostentosa mansión y esperé a que la mujer saliera, cuando por fin se dignó a deslumbrarme con su presencia, y traté de convencerla de que era una buena persona y amaba a su hija, ella solo sonrió diciéndome que Alex ya no quería estar conmigo, se había ido a Londres y lo de la estación fue un error. Sentí todo mi mundo derribarse, y no quería creer esas palabras, pero yo siempre fui un don nadie, Alex teniéndolo todo, ¿por qué rayos querría huir de su casa conmigo? Ella jamás dejaría sus comodidades, por irse con un muerto de hambre como yo, así que hice lo más prudente, tomé mi dignidad y orgullo para marcharme olvidando aquel amor tan grande que yo sentía por ella. Todo en algún momento pasaría, sin embargo, el tiempo pasaba y yo no podía olvidaría, mi corazón aún la extrañaba. Los años transcurrieron y poco a poco las cosas mejoraron, logré graduarme de la universidad y trabajé duro para poder obtener todo lo que yo deseaba en la vida, afortunadamente, me convertí en el mayor inversionista más joven en tener varias empresas de automóviles y motocicletas de lujo, en todo el país y finalmente fue como amase la fortuna, que en la actualidad manejaba. Conocí a Helena en una convención de automóviles, ella era la asistente personal de un hombre de la convención y de inmediato compaginamos muy bien, cruzamos teléfonos y en poco tiempo empezamos a salir, lo que más me gustaba de ella, era que el dinero no le interesaba y podía ser bastante desprendida de las cosas, los meses pasaron abriendo paso a una relación y luego cuando me sentí preparado, le propuse matrimonio. Ella aceptó feliz, y dentro de poco tiempo la podré llamar mi esposa. Los preparativos para la boda, eran un poco tediosos, sobre todo porque ella quería invitar a muchas personas, la verdad para mí era irrelevante quien asistiría, sin embargo, al parecer a Helena sí le importaba y por eso deseaba que todo fuera perfecto. Nunca imaginé que una boda fuera tan costosa, no obstante, por verla feliz, era capaz de subir directamente a la luna para traerla y entregarla en sus manos. —Cariño, todo debe ser perfecto, muchas personas importantes vendrán —explicó todavía con sus brazos alrededor de mi cuello. —¿Amor, pero es necesario algo tan grande? Yo pienso que algo sencillo estaría bien —sugerí y puso cara de pocos amigos. —No, tú eres un hombre muy importante en el país, y el día de nuestra boda será super especial, por lo que debemos invitar a las personas más influyentes de Nueva York —declaró sería acomodando mi corbata, yo hice una mueca de lado con mi boca, pero acepté sus condiciones. A veces podía ser difícil de convencer y cuando algo se metía en su cabeza, no había nadie que le sacara esa idea. —Ok, está bien —contesté, mi teléfono sonó indicando que ya era momento de irme, ella hizo un puchero y yo sonreí. Amaba cuando hacía gestos de niña. —¿Trabajo? —interpeló y asentí —Bien, el deber llama —completó. Le di un beso en los labios para despedirme antes de contestar, no obstante agregó algo más. ¡Ah, casi lo olvido! Hoy a las 8 de la noche, es la fiesta anual de los Santiago, fuimos invitados este año, ¿qué te parece? —expuso orgullosa y arrugué el rostro. —Helena, yo no creo que sea conveniente ir —manifesté totalmente negado a asistir. —¡¿Qué?! Elías Loughty, son los Santiago, la familia más importante en todo este país, nadie declina una invitación tan importante, debemos asistir —quiso convencerme y en definitiva, no podría hacerlo. —No, considero que esta vez paso —repliqué y amplió los ojos, puso cara de tristeza y solo eso bastaba para poder convencerme. 《 Rayos, es manipuladora》 Pensé. —Por favor, solo será un momento corto, lo prometo, pasamos a saludar y nos vamos —insistió y entorné los ojos soltando un largo suspiro, hasta que acepté. Ella me volvió a abrazar. ¡Te amo, eres el mejor! —confesó entusiasmada. La realidad era que yo no tenía ganas de asistir, empero Helena a veces se dejaba llevar por cosas tan tontas como esas, a pesar de que no podía caracterizarse como una mujer interesada, ciertas veces actuaba como si esa chica desinteresada fuera parte de un papel bien actuado, aunque me convencí un millón de veces que todo podía ser parte de mi imaginación, para no caer en pensamientos vagos que dañaran nuestra relación. *** —Vaya, mira cuanta extravagancia —exclamó mi prometida, vi la casa sintiendo un mal sabor de boca, al volver hacia el pasado recordando aquel yo de 19 años con esperanzas de ser aceptado por la madre de Alex, la cual en la actualidad nos invitó a su patética fiesta de hipócritas y lamebotas sociales. —Sí, se ve limpio —mencioné con poco ánimo, ella hundió una ceja y levantó la otra. —¿Qué? —contestó confundida y negué. —Nada, solo es parte de una broma personal —expliqué y ella siguió concentrada viendo toda la casa, llegamos hasta la entrada principal donde un ballet nos esperaba, para poder aparcar mi coche. Bajamos del vehículo y avanzamos hasta llegar a la puerta que conectaba con el salón de fiestas, en la entrada nos recibió un hombre elegante que nos dio la bienvenida y por supuesto pidió la invitación para comprobar que, verdaderamente, habíamos sido invitados a ese evento. Helena le entregó la tarjeta, y seguimos nuestro casino hasta el interior de la mansión, contemplé aquel lugar rodeado de personas finamente vestidas, mesas redondas con manteles finos y una gran mesa donde estaba el banquete, varias estatuas de hielo en forma de cisnes y lámparas colgantes de cristal decorando el medio del salón, también aprecié una escalera a loa lados en forma circular, las cuales conectaban hacia un pasillo en el segundo piso, el barandal estaba decorado con flores naturales de colores pasteles y algunas hijas de verdes oscuros. Todo parecía ser perfecto en aquel lugar donde se encontraba la creme de la creme. Helena se veía feliz entre tantas personas importantes, saludaba a algunos conocidos, y en un momento nos encontramos de frente a la mismísima. Alena Santiago, ella nos saludó con carisma y amabilidad, (falsa por supuesto) ese beso de doble mejilla que le dio a mi prometida, fue tan ridículo y muy de la gente que se creía mejor que otros, torcí los ojos y puse mi mejor cara para no demostrar el fastidio que me provocaba ver tanta falsedad en un lugar, hasta que una palabra pronunciada de sus labios, me hizo concentrar mi atención en ella. —Me alegra tanto que hayan venido, hoy es una noche maravillosa, mi hija viene de Londres y estoy tan emocionada por verla, hace, tiempo que no la abrazo —comentó en un tono personal. 《Alex》 Dije su nombre mentalmente y mi corazón empezó a acelerarse, sentí como mi cuerpo y articulaciones fallaban, la respiración se aceleró y de pronto recuerdos de momentos pasados vinieron a mi cabeza. 《Te amo... Yo más gruñona...》 —Carajo —me quejé pensando en alto, y amabas me miraron. —¿Te ocurre algo? —preguntó Alena con cierto desagrado y sonreí para evitar responder con una bomba nuclear que terminara por hacer que nos echaran de la fiesta. —Oh, lo siento, recordé que tenía algo muy importante que hacer —expresé y ella me miró de pies a cabeza, luego vio a Helena para despedirse y antes de terminar, alzó su vista en dirección a las escaleras. —Ah, mira, allá está mi querida Alex —señaló y no soporté la intriga. Miré a ese lugar contemplando a la pelirroja escultural que descendía de las escaleras, quedé impactado por completo, esa mujer definitivamente no podía ser la Alex que yo conocí. —¡Wow, es…! —mi prometida no pudo terminar la frase. —Espectacular, toda una preciosura mi hija —alardeo la mujer. 《Es más que evidente que tiene toda la razón señora 》 Reflexioné sin dejar de verla. Su cabello largo y rizado caía hasta llegar a la cintura, las curvas estaban en lugares correctos, sus pecas eran una pasada realmente, y el vestido que llevaba puesto, tenía un gran parecido al de Jessica Rabbit. El escote en medio pronunciaba su busto y en la pierna derecha tenía una abertura que mostraba el muslo, yo no podía dejar de verla y era peligroso porque justo a mi lado se encontraba Helena, cuando me percaté de ella, ya era tarde. Sus ojos estaban puestos sobre mí, como un radar, trague saliva y no pude reaccionar bien, cuando la madre de Alex estaba llevándonos para presentarnos a su hija. 《Que bendita casualidad 》 —Ven, quiero que la conozcas —insistió hasta que por fin llegamos hasta ella. Abrazó a su hija con fuerza y luego se puso de lado para presentarnos. Mi estrella, quiero presentarte a Helena Jason y su prometido Elías Loughty —declaró, ella levantó el rostro sonriendo y extendió su mano para estrechar la de mi prometida. Luego posó su mirada en mí, entonces alargó la mano para tomar la mía. —Es un placer, señor Loughty, felicidades por su compromiso —dijo y al tener ese leve contacto con su delicada mano suave, una chispa se encendió recorriendo cada fibra de mi débil cuerpo, me quedé embelesado hasta que reaccioné para no ser tan obvio. —Es un placer, señorita Santiago, gracias —contesté y luego de presentarnos su matrimonio la llevó para seguir el recorrido. Helena notó algo raro en mí, porque al marcharse las mujeres, hizo la pregunta. —¿Te sucede algo? —inquirió y negué exagerado y nervioso. —N-no, para nada, estoy bien, ¿por qué tendría que estar mal? ¿Quieres una bebida, hace calor, no? —expuse y encogió los hombros. —Está bien, yo iré a saludar, creo haber visto a Melanie —respondió y di gracias al cielo, porque no siguieran las preguntas, de otra manera iba a ser descubierto. Fui en busca de un trago, pero no encontré al mesero, de pronto sentí la necesidad de lavarme el rostro, por lo tanto, busqué el baño perdiéndome en un pasillo largo el cual aprecia un laberinto. Terminé en una habitación que parecía cuarto de huéspedes y al girar nuevamente para salir, la encontré justo en frente. —Hola, Elías.
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