Capítulo 7
Culpable
La mañana siguiente no fue mejor, mamá se había ido temprano y como papá llegó de su viaje dejó que él se hiciera cargo de mí, quizás su enfado duraba más de lo que yo pensaba y con todas sus razones, no podía juzgarla, puesto que tenía todo el derecho de no querer verme ni en pintura.Lo consideraba más por el hecho de que yo me atreví a actuar como una salvaje, cuando obviamente la familia Santiago es muy prestigiosa como para bajarse al nivel de la gentuza.
Bueno, esas eran palabras de mi madre, cuando se trataba de comportamiento. Según ella, nosotros no podíamos darnos el lujo de dar espectáculos vulgares donde nuestra reputación estaba en juego, y más aún cuando estaba a los ojos de todos quienes podían señalarnos, o aún peor, tacharnos de corrientes, y ese sería el fin para mi dramática madre.
Bajé las escaleras y papá se encontraba esperando en la sala, normalmente lo veía de manera esporádica, sin embargo, había algo diferente en él. Como si ese viaje marcó una gran señal en su rostro de algo que no lograba descifrar, no obstante obvie las ideas de mi cabeza para no darle muchas vueltas al asunto.
Apenas me vio sonrió de esa manera que lo caracteriza, con dos hoyuelos en las mejillas y eso fue todo para que se me olvidaran todos los problemas, si existía alguien que al verlo me daba esa paz a pesar de sus ausencias continúas, ese era mi padre. Al igual que mamá, para mí él tenía mucha importancia, por eso me costaba tanto adaptarme a la idea de que ambos siempre estaban ocupados, o fuera de casa sin tiempo para poder pasar juntos como una familia.
—Buen día, Cherry—me saludó con ánimo y corrí a sus brazos como solía hacerlo cuando tenía solo 5 años, él me recibió abiertamente y dio un giro conmigo para luego ponerme de nuevo en el suelo, miró mi rostro detallándome y con una expresión de alegría añadió. ¿Cuándo creciste tanto?—apuntó rascándose la barbilla, y yo negué rápidamente cruzándome de brazos.
—Sí, vuelves a irte por más tiempo, vas a perderte mi graduación—comenté algo enojada, ya que pasaba más tiempo fuera de casa. A veces se iba por meses y nunca tenía la capacidad de entender cómo es que un viaje de trabajo tenía una duración tan larga, sin embargo, yo no sabía absolutamente nada sobre esas cosas, por lo cual únicamente me quedaba callada y aguardaba su regreso.
—Lo siento, ya sabes como son estas cosas cariño—se disculpó mientas quitaba un mechón de mi cabello para colocarlo detrás de mi oreja.
Incliné la cabeza un poco, ya que la tristeza golpeó rápidamente mi pecho bajándome por completo el ánimo, sin embargo, papá me tomó de ambas mejillas y con sus ojos marrones vibrantes me contempló profundizando la mirada.
—Mi hermosa niña, te prometo que aprovecharemos este tiempo, ¿Te parece si después de la escuela vamos por un helado?—me invitó, pero antes de poder asentir recordé mi castigo y negué de inmediato, ya que mamá no me permitiría salir de casa.
—No puedo—dije un poco triste y él arrugó el entrecejo cruzando los brazos.
—¿Por qué?—quiso curiosear, a pesar de que al parecer sabía lo ocurrido ayer.
—Estoy castigada— murmuré con la cabeza gacha y él soltó una risita.
—¿Tu madre te castigó?—insistió y yo afirmé—Vaya, sí que se ha puesto estricta—confesó.
—¿No sabes lo que hice?—inste y él asintió con su cabeza.
—Sí, le diste una lección a un bravucón que te molestaba, no entiendo por qué te castigaron—admitió y la verdad no pude evitarlo y me reí, ya que viéndolo de ese modo quizá tenía razón. De cualquier manera igual iremos por un helado luego de clases, luego me arreglo con tu madre—indicó y salimos de casa para ir a la escuela.
***
Me despedí de papá rápidamente evitando cualquier última palabra, por el hecho de que no quería algo que me condenara ante los otros estudiantes, menos cuando ya prácticamente tenía la soga al cuello con lo de Elías, ese niño me mataría si me encontraba sola, pero yo iba a tratar en lo posible de evitarlo para no ocasionar más problemas, quizá esa lección nos sirvió a ambos… O eso pensaba yo, cuando realmente era todo lo contrario.
Todos me miraban como si yo fuera una criminal recién salida de la cárcel, muchos murmuraban y otros lanzaban insultos por lo bajo, para no ser escuchados por algún maestro, o la directora. Gracias al cielo no encontré a Elías, cosa que me generó mucho alivio, ahora únicamente debía evitar toparme con él, a toda costa.
En la clase de matemáticas me senté atrás porque no quería ser el centro de atención, no obstante igual sentía el peso de todas las miradas sobre mí, como dagas punzantes en todo mi cuerpo, fue algo poco agradable y solo pude sentir tranquilidad únicamente cuando la campana que anunciaba el final de la clase sonó. Salí casi disparada del salón, avancé por los pasillos a toda prisa hasta llegar al casillero, dejé mis cosas y decidí no ir a la cafetería por temor de verlo ahí.
Opté por ir a la biblioteca para así poder alejarme de todos un buen rato, ya que a ese sitio muy pocos estudiantes iban a menos que fuera muy necesario. Mis pasos eran rápidos al tiempo que miraba a todos lados como si fuera una criminal de las más buscadas, apenas entré al lugar, sentí paz y alivio de que al menos ahí, no iba a encontrar a nadie que me molestara, llegué a la recepción y mostré mi tarjeta de membresía para poder leer todo lo que yo quisiera y también llevarme los libros, obviamente para luego regresarlos.
Avancé por los pasillos donde se hallaban todos esos libros, buscando algo que me llamara la atención, hasta que encontré la sección de poesía, la cual siempre despertó mi curiosidad, así que tomé uno y me senté en el piso recostando mi espalda a la base de los estantes, mis ojos se centraron en aquellas letras y frases perfectas que elaboraban un conjunto de emociones internas agradables las cuales difícilmente se podían explicar a mi tan corta edad. Me sumergí tanto en las letras, que bajé la guardia y para cuando lo noté ya era tarde…
—Así que aquí es donde te escondes—murmuró tomándome por sorpresa aquella voz, provocando que diera un respingo y me incorporara tan rápido como podía, ya que en esa posición estaba muy indefensa.