Estoy acostada en mi cama dando vueltas y mirando el techo. No logro conciliar el sueño. Miro mi móvil y veo que son mas de las once. Maya esta en la cama desde hace un par de horas.
Una sonrisa tira de mis labios al pensar que Caleb pudo compartir un momento con su sobrina y resarcir así el bochornoso espectáculo que esa mujer hizo.
Me mordí la lengua para no decirle lo que pienso.
Debo recordar que es mi jefe.
Pateo las sabanas y me siento en la cama.
Necesito un poco de agua o quizás un té que me ayude a conciliar el sueño. Me pongo mis sandalias afelpadas y decido bajar.
Bajo las escaleras sin hacer ruido y avanzo por el salón. A medio camino la luz de una lampara se enciende haciéndome saltar y ahogar un grito.
—¿¡Usted pretende provocarme un infarto!? —susurro, no queriendo despertar a Maya.
Sentado en el sofá del salón, esta mi jefe mirándome detenidamente. Llevo una camiseta blanca ajustada sin mangas y un chándal n***o de yoga. Mi cabello esta suelto y cae por mis hombros.
—No quería asustarte—comenta en voz baja. Viste solo un chándal dejando su torso al descubierto. Desvío la mirada
—Solo venia por un té—balbuceo —balbuceo con algo de nervios.
Asiente poniéndose de pie.
—Entonces, te dejo para que te lo prepares a gusto.
—¿Siempre es así? —no puedo evitar preguntar. Este se detiene en seco y me mira sin entender.
—¿Qué quieres decir?
—Si. Siempre con un comportamiento extremista—frunce el ceño—Si está enojado puede ser un incordio— arquea una ceja con expresión cínica—Pero…—continúo ignorando su mirada— Cuando quiere ser educado, llega a ser algo robótico—suspiro —Le dije que me llamara Mia e insiste en llamarme señorita y hablarme de usted como si tuviera ochenta años.
—Treinta y uno —dice con simpleza.
—Mi trabajo es cuidar de su sobrina—hablo ignorando sus palabras —esa que duerme allí plácidamente—señalo el pasillo—La misma que quiere enviar con una tía a la que no conoce.
—Tampoco me conoce a mi— resoplo.
—Usted es el hermano de su padre y por lo que ella me ha contado. eran muy unidos. De hecho, me habla más de él, que de su madre. Y usted sería un buen tutor para Maya.
No dice nada, se da media vuelta y avanza hasta su habitación.
Niego algo decepcionada y me encamino hasta la cocina. Enciendo la luz, y sobre la estufa coloco la tetera. Escucho pasos antes de que Caleb aparezca de nuevo. Esta vez lleva una camiseta. En silencio ocupa uno de los taburetes. Mis ojos se encuentran con los míos.
—Dime Mia ¿Eres hija única? —me sorprenden dos cosas. Su tono sereno y que me llame por mi nombre de pila.
—Si —digo—Así que entiendo como se siente Maya—confieso —entiendo lo que es tener una conexión muy fuerte con un padre —sonrió —el mío, todavía me trata como si fuese una cría.
Asiente.
—¿Sabe lo que creo? —digo —Usted solo tiene miedo de que esa niña le robe el corazón, porque si solo se da la oportunidad de convivir con ella, no podrá deshacerse de ella.
—No soy bueno para ella.
—Claro que si—insisto el niega.
Cuando la tetera suena, saco dos tazas y las coloco frente a él. Al estar preparados este se pone de pie, los toma con cuidado y avanza hasta el salón donde solo nos da algo de luz la lampara. Deja las tazas en la mesa ratona antes de tomar asiento.
No es buena idea socializar de esta manera con él.
—No me importa tomarlo en mi habitación—comento.
—Siéntate conmigo Mia—me da una sonrisa enigmática—No muerdo—respiro profundo y camino hasta el sofá tomando asiento a su lado.
—Señor.
—Caleb—me corta— Me pediste que te llamara Mia. Por favor, dime Caleb ¿Sí? —me pinchan no sangro.
—Caleb —repito—No soy nadie para dictarle como debe vivir, pero creo que mostrar un poco más de interés en Maya, no puede hacerte daño —me inclino y tomo la taza del té. Le doy un sorbo antes de continuar —En dos semanas, es acción de gracias ¿Qué tiene en mente?
Yo iría a pasar acción de gracias con mis padres.
—Trabajar —responde de manera automática.
—El trabajo es importante. Pero, no lo es todo.
—Acción de gracias, navidad, las fiestas. No me parecen necesarias.
—No entiendo —digo algo choqueada— ¿Para que trabajar todo el año, sin no te tomas un momento para hacer un balance de tu vida? Dar gracias por lo que se te otorgo
—Es una pérdida de tiempo—insiste. Me pongo de pie con mi taza de té.
—Es una lastima que no quieras entender lo que intento decirte —niego Para mí —Estas fechas son para compartir y ser feliz sin necesidad de haber una razón.
—Es un pensamiento muy infantil —dice a la defensiva.
En vez de enojarme su respuesta. Me entristece.
—Es porque, quizás nunca te has detenido a pensar en alguien más que no sea en ti mismo—hablo en voz baja —Buenas noches Caleb —anuncio antes de darme media vuelta y dejarlo sentado en el sofá con una mirada seria y algo pensativo.
Cuando entro a mi habitación cierro con cuidado y me siento en la cama antes de sorber de mi té
La mañana siguiente estoy empacando el almuerzo de Maya. La deje en el baño cepillando sus dientes. Guardo el emparedado y estoy sacando los panqueques cuando Caleb aparece.
—Buenos días —digo tratando de sonar profesional. Sin embargo, no dejo de darle vueltas a mi conversación con Caleb.
—Buenos días—responde ya listo para comenzar su día —Espero que después del té pudieras dormir bien —comenta.
—La verdad, es que una buena taza de té hace maravillas.
Se inclina en la encimera un poco.
—Prefiero el café, pero debo decir que una buena taza hace milagros— asiento.
Maya sale de su habitación con el ceño fruncido.
—¿Sucede algo inquiero?
—No puedo con las trenzas de los zapatos—murmura algo sonrojada. Es algo en lo que estamos trabajando. Aun no se le da muy bien atarse los tenis.
—Venga —escucho con asombro, como Caleb la lleva al sofá y la ayuda con su problema
Mientras le explica cómo debe hacerlo Volteo hacia la estufa para ocultar mi sonrisa. Esas son las pequeñas cosas que verdaderamente son importante.
—Te estoy viendo— susurra a mi espalda dejándome en el sitio, la espátula con la que estoy sacando los huevos se queda suspendida al escuchar su voz tan cerca. No me di cuenta cuando se acercó.
Con toda la serenidad que puedo reunir, sirvo lo de la sartén y apago la estufa antes de darme la vuelta. Solo está a centímetros de mí y su olor me envuelve. Es una mezcla picante y dulce que puede ser embriagadora.
No vayas por ahí Mia.
—Yo no hice nada —respondo, pero sonrió cuando pone los ojos en blanco. Da un paso adelante cuando Maya se hace presente de nuevo.
—Creo que mi coleta esta mal hecha
Volteo rápido y encuentro a Maya sentada sobre un banco de la cocina, mano sobre mano con una sonrisa de bribona.
Caleb se aleja antes de acercarse hasta la cafetera y servirse en una taza.
Me aclaro la garganta.
—Veamos que podemos hacer— digo.
Mientras rehago la coleta de Maya, noto que Caleb no me quita la mirada de encima. No llevo nada diferente, mi habitual uniforme. Pero noto que no quita su sonrisa, la misma que me regalo anoche.
En definitiva. No vayas por ahí, me reprendo.4
NOTA: Chicas. Subiré un segundo capítulo en unas horas. tengo problemas de conexión.