POV CALEB.
Sentado frente al portátil de mi oficina en casa, puedo escuchar los murmullos de Maya y Mia.
la llegada de Maya me dejo sin palabras, pero la de esta mujer me tiene desconcertado. Soy el tipo de hombre que le gustan las mujeres serias y sofisticadas. Mia aun conserva un aire juvenil y su perpetua sonrisa me desconcierta.
Ha sido una semana larga, pero con la presencia de Mia he podido concentrarme en mi trabajo. Todas las noches, ambas ya están en sus habitaciones cuando regreso de la oficina.
Solo hoy salí un poco más temprano del trabajo. En las mañanas hemos establecido una rutina. Ella prepara el desayuno, yo lo rechazo. Menos el café.
Eso no se rechaza.
Maya comenzó a asistir a la escuela y creo que le va bien.
Mia le da estabilidad a mi sobrina, no puedo negarlo.
Cuando estamos en la misma habitación me siento observado por ella. Se habrá dado cuenta que yo también la veo
Sus ojos verdes me miran con astucia. Me recuerda a una maestra de primaria. Sobre todo, por el horrendo traje que lleva. Se con certeza que es mucho más hermosa de lo que se ve
Hermosa.
¿De verdad estás pensando que la niñera de tu sobrina es hermosa Caleb?
—Déjate de pendejadas y ponte a trabajar—hablo.
Sin embargo, me encuentro volviendo una y otra vez a lo sucedido días atrás.
No pensé que se me enfrentara a mí y que dijera esas cosas. Sobre que estoy haciendo las cosas mal con Mia.
—¡j***r! —gruño—¿Qué coño quiere que haga? —murmuro en la soledad de mi oficina.
Alejo el pensamiento de la mujer que a llegado a mi casa.
Vuelvo mi mirada de nuevo a los correos y encuentro uno enviado a toda la oficina.
Santa secreto.
Resoplo cuando leo el asunto.
No me molesto en abrirlo, mis empleados saben que nunca participo en nada que tenga que ver con la navidad. De por si me molesta tener que perder mi día de trabajo por acción de gracias perder días por navidad es peor.
Elimino el mensaje y me concentro en mi trabajo.
Bueno, trato.
El sol se oculta y decido dar por terminado mi trabajo por ahora con la intensión de ducharme y volver a mis asuntos.
Salgo de la oficina y no escucho mucho, pero si puedo percibir el olor que está en toda la casa. Huele a albahaca y salsa. Escucho la risa de Maya y me encuentro sonriendo un poco en medio del salón.
Estoy por entrar a mi habitación cuando escucho el timbre sonar. Avanzo un poco y sin que me vean escucho voces.
—¿¡Quién demonios eres tú y que haces en la casa de Caleb!?
¡Jenna!
—Mi nombre es Mia.
—No sabía que Caleb hiciera caridad —dice con mofa antes de jadear indignada— Tú. ¡Puta! No vas a meterle a esa mocosa de la calle por los ojos a mi prometido.
¡Prometido!
¿Desde cuándo follar de manera esporádica nos convierte en siquiera pareja?
Estoy por dar un paso para dar a conocer mi presencia, cuando me quedo sorprendido por las palabras que salen de la boca de Mia.
—Aquí la única con aspecto de puta eres tú y a Maya no le hablas así. O te pondré en tu lugar—su tono es bajo— Y no va a ser bonito. Créeme.
—¡Caleb! —el grito de Jenna me irrita.
Me hago presente.
Observo la escena.
Maya sentada en el taburete con los labios fruncidos con disgusto. Jenna roja de ira y mirando con odio a Mia que esta de pie frente a ella con los brazos en jarra y mira a Marian con desdén.
¿Así que la dulce Mia puede ser también una pequeña fiera?
Encantador.
—¡Necesito una explicación! —chilla Jenna. Señala a Maya —Dime que esa mocosa no es tu hija.
Mi mirada regresa a Jenna. Viste un abrigo y botas. No hace falta ser un genio para saber que venia a hacerme una visita especial como ella las llama.
—Su nombre es Maya y te prohíbo que hables así de ella—los ojos de Mia se abren y sonríe con suficiencia.
—¿De verdad? —dice y sus ojos se empañan como toda una actriz —Ahora vas a decirme que esa niña no es tuya y que esta no es su madre— arruga la nariz —¡Por Dios Caleb! Si parece que su ropa la sacó de la beneficencia.
Mia se endereza y la fulmina con una expresión que debo admitir, es un poco aterradora.
—Mi ropa, la compre con mi trabajo. No me la dieron por ser servicial— hace un gesto obsceno cuidado de que Maya no lo vea —Estoy segura que lo tuyo no puede llamarse trabajo.
Jenna arremete contra Mia.
Es momento de acabar con esto.
—¡Jenna! —ladro ya cansado de las atribuciones que se toma. Camino hasta ella y la tomo del codo sin hacerle daño— Esa niña que está allí es mi sobrina y ella —señalo a Mia —es su niñera—anuncio sus ojos se abren.
—Caleb.
Niego y la arrastro fuera del departamento.
—¿Por qué no me lo contaste?
—No tengo porque —mi tono es sin rastro de emoción—No tenemos nada —le recuerdo.
Ella me mira con rabia.
—¡Eres un cabrón sin sentimientos! —sisea —Espero que seas infeliz y que en tu maldita vida puedas encontrar alguien que te ame. Porque no vales ni para eso.
—¿Terminaste? —digo sin rostro de emoción.
—¡Jodete!
—Adiós Jenna—digo dando media vuelta y dejándola fuera.
Cuando regreso donde deje a Maya y Mia ambas me miran expectante. Sin embargo, no estoy dispuesto a disculparme por lo que esa mujer dijo.
Yo no la invite a mi casa.
En cambio, me detengo en la cocina cuando mi estómago hace un gruñido audible.
—Creo que iré por algo de cenar —comento.
—Hice la cena para todos —me interrumpe Mia. Su tono tiene algo de censura, pero no dice nada respecto a la escena de antes.
—No es tu labor cocinar para mi—le recuerdo.
—Lo sé, pero hice suficiente comida para todos. Así que, sería lamentable que se desperdiciara. Sobre todo, porque Maya me ayudo.
Miro a mi sobrina que me ve con algo de timidez.
—No me importa colocar otro lugar —insiste Mia.
La idea de salir por algo no me apetece después de oler lo que se esta cocinando en mi cocina. Así que, asisto en silencio y me siento junto a Maya que se tensa. Mia se da cuenta y le da una sonrisa genuina antes de irse por los platos para terminar de servir. Cuando la pasta es colocada frente no puedo negar que tiene un aspecto bueno. No como el desastre que intente la mañana de su llegada.
Cuando la pruebo no puedo más que deleitarme con el buen sabor.
Me percato que Mia no sirvió uno para ella.
—¿No piensas cenar?
Asiente.
—Si. Solo que lo haré un poco más tarde. Iré a sacar algunas prendas de la lavandería. Disfruten la cena—Hace un gesto a Maya que esta callada.
Cuando se retira dejándome solo con mi sobrina comemos en silenció.
¿Qué tan difícil puede ser comunicarme con una cría?
Así que decido intentarlo.
—¿Te va bien en la escuela?
—Si —es solo su respuesta, la cual da sin mirarme.
—¿Compraste todo lo que necesitabas en el centro comercial? —intento de nuevo.
—Aja —pongo los ojos en blanco al escuchar su respuesta.
Intento ir por otro lado.
—¿Te cae bien Mia?
—Es buena conmigo—eso es algo que me tranquiliza. Me mira y sus ojos tan iguales a los de mi hermano, me miran directamente— Diego quiere salir con ella —dice como si me estuviera contando un secreto.
—¿Quién es Diego?
—Un amigo—se encoje de hombros—Era lindo.
La miro con incredulidad.
—¿No te parece que estas muy joven para decir algo así?
Se ríe y continúa comiendo de su plato.
¿Así que Mia tiene un pretendiente?
Frunzo el ceño y miro mi plato unos minutos.
¿Por qué no tendría un pretendiente?
Es hermosa.
¿Otra vez con eso Caleb? Para. Es solo la niñera de tu sobrina.
Entonces, ¿Por qué esta información me irrita?