2. Adaptaciones

1468 Words
Sam El amor es aquella arma mortal que puede destruirnos en un abrir y cerrar de ojos, la causa de muchos corazones rotos y malas predisposiciones. Amor, aquello que mi padre describiría como procesos hormonales y reacciones neurológicas, lo que mi madre llama único, duradero e indestructible. Lo que yo ahora conozco como decepción. Sabía que Mateo estaba lastimado de formas mucho más profundas de las que dejaba ver, y como buena terca que soy, trate de arreglar algo que no me correspondía sanar, porque nadie puede arreglar al otro si no quiere. Pero aun así lo intenté, porque veía en él algo más, sinceridad, amor, comprensión, cariño. Cuando Mateo me observaba yo veía cariño, uno genuino y poderoso, uno que se derrumbó al encontrar a Mia en su casa. El primer mes fue el peor, él no dejaba de llamarme, simplemente insistía día tras día. No fue fácil ignorarlo, pero lo hice, junté todas mi fuerzas para hacerlo, me permití llorar un día entero por él, luego de eso me levanté con la cabeza en alto y salí adelante, pero aun así no fue fácil, y fue peor cuando me tocó presentar el trabajo que hicimos juntos, ese que estuvo cargado de mimos y cariño. Durante las semanas y días que pasamos, no solo aprendí mucho sobre esta carrera de la cual me enamoré, también aprendí las distintas maneras que tenemos para compartir con el otro, entendí que el estar con alguien no solo se resume a besos y sexo, no, es mucho más. Son las sonrisas cómplices mientras ambos leemos un libro, o la forma en que el otro te acaricia desinteresadamente mientras observan una película, incluso ese pequeño acto de mantener en contacto alguna parte del cuerpo solo por sentir que todavía está ahí, contigo, a tu lado. Realizar el trabajo con Mateo, no solo me trajo la mejor experiencia educativa, porque é de admitir que, como docente, fue uno de los mejores, su pasión a la hora de explicar, la cantidad de conceptos que puede retener sin siquiera mirar un libro y todos los por qué, que responde sin ninguna complicación, fue sin lugar a duda la mejor experiencia en cuanto a la carrera. Sí, Mateo es alguien apasionado por su carrera, al igual que su padre y su tía, inclusive más que yo, pero también es más que eso. Mateo es dulce, cariñoso y atento, es capaz de sin tocarte hacerte sentir única e irrepetible. Tiene un luz increíble y arrolladora que puede con todo, no me asombra que alguien sea capaz de enamorarse de él, porque cuando habla, cuando te muestra su esencia, los demás hombres parecen insulsos a su lado, así que no solo me enamoro su mente, también lo hizo su forma de ser. Pero eso de alguna manera ya no importaba, no con lo ocurrido, no con mi insistencia por ignorarlo y la suya por respetar mis deseos, porque a la larga fue lo que hizo, respeto mis deseos, se abrió, me dejo decidir y ahí nos perdimos completamente. Mi madre quiso comentarme en varias oportunidades que paso en casa luego de que me marche, nunca la deje decirme nada, luego dejo de insistir, ahora después de casi un año, no creo querer escucharlo, porque de alguna forma lo supere, nos supere. Logre dejarnos abandonados en el pasado para tratar de vivir mi futuro. ¿Cómo logre vivir mi futuro? De la manera más cobarde que un Hamilton puede tener, huyendo. Me busqué un trabajo de medio tiempo en una cafetería, al principio lo hice para mantener mi mente ocupada, luego resulto que me sentía productiva y de alguna forma u otra, ayudaba con mi gastos durante la facultad. También hice nuevos amigos, la universidad puede tener una gran gama de diversidad, la gente parece variar tan fácil que tienes un sinfín de matices para elegir. Al principio no fue fácil, apenas el apellido Hamilton resonó en la sala, los murmullo comenzaron, no tardaron mucho en saber que era la hija del prodigo Oliver Hamilton, una chica millonaria con cuenta bancaria por las nubes y seguramente engreída. Algunos me aislaron, otros se acercaron con interés falso y luego una pequeña parte simplemente se interesó por conocerme, al final se dieron cuenta que no tenía nada de especial, era una chica común y corriente, sin aires de grandeza, como todo Hamilton. Otras de mis grandes sorpresas fue encontrarme con Barbie en la universidad, no la esperaba en abogacía, no tenía idea que la hija de Amy estudiaba lo mismo, aunque ella no parecía sorprendida de verme. Flashback - ¡Sam! – una melena colorada se acercó. Su enorme sonrisa podía deslumbrar a cualquiera, Barbie era radiante y encantadora por donde se la mirase, cabello largo de un rojo intenso, ojos de un celeste casi gris claro, alta, estilizada, con todo lo que hay que tener, en los lugares que hay que tenerlos. - ¿Barbie? – no trate de disimular mi asombro. - Vaya, yo sabía que tu venias, pero tú no que yo estudiaba aquí – llevo la mano a su pecho – Eso dolió, mi prima me ignora – abrí y cerré la boca varias veces intentando comprender. Está no era la Barbie que conocía, al contrario, era una más amigable y carismática, una que irradiaba felicidad, buena onda y glamur. - Perdón, es que nadie me lo dijo y como no hablamos tanto – trate de explicarme lo mejor posible. - Lo sé tranquila – comenzó a caminar a mi lado – Solo que pensé que Ben te diría – junte mis cejas. - ¿Hablas con Ben? - Vaya, él literalmente me ha ocultado – la mire estupefacta – ¿No lo sabes? - ¿Ustedes están juntos? – una carcajada abandono sus labios. - Oh por dios no – negó divertida – Va no es como que fuera feo, de hecho, nos hemos acostado un par de veces, pero los novios no son lo mío – arrugo su nariz – La monogamia tampoco, pero más allá de eso, los hombres no son algo que me guste al cien, soy más de la diversidad – me observo - ¿Me entiendes? - No – la verdad no lo hacía. - Me gustan los hombres, sí, pero también me gustan las mujeres, soy un alma libre, voy y vengo, por eso cuando Ben planteo algo más, tuve que decir que no – subió sus hombros. - Vaya… - fue lo único que pude decir. - Tengo que haberlo ofendido mucho, porque después de eso se alejó, no creo que su ego haya funcionado después de decirle que prefería acostarme con una mujer. - Definitivamente mataste su ego – ambas reímos. - ¿Tú? ¿Las cosas con el ardiente Mateo Wells? - Prefiero no hablar – Barbie me observo. - Okay, entiendo. Fin del Flashback Desde ese día ambas nos hicimos muy amigas, junto con varias personas más, personas que se ganaron mi cariño y afecto de forma extremadamente rápida. Entonces mi vida paso a resumirse a dos cosas, trabajo y facultad, algunas veces salidas, otras charlas en casa. Cuando quise acordar el dolor fue pasando, las noches no se hicieron tan largas y mis días parecían más agradables. Me había cerrado a todo tipo de contacto amoroso, hasta que un día, luego del trabajo, caminaba acelerada por las calles de la ciudad directo a mi edificio, llevaba el celular en mi mano ya que necesitaba comunicarme con mi padre para que me enviara algunas cosas, fue cuando paso. Mi cuerpo choco contra otro ocasionando que mi celular volara directo al piso, unos libros lo acompañaron, mi suerte fue tal que uno cayó directo a mi pie. - ¡Mierda! – me queje mientras me sujetaba de los brazos de mi accidente. - Mierda no, Peter – su voz ronca llego a mis oídos, levante mi rostro. Sus ojos oscuro me observaron divertidos, su ceja izquierda se levantó dándole a su rostro un gesto divertido, llevaba su barba un poco crecida adornaba su mandíbula cuadrada, su cuerpo se notaba trabajado debajo de su camisa negra. - Oh, claro, lo siento – me aleje – Lamento mucho esto. – señale el piso antes de recoger. - Estas perdonada solo si me dices tu nombre – sonrió de lado. - Sam – estire la mano. - ¿Sam de Samantha? – negué. - Solo Sam, aunque creo que era porque a mi madre le gustaba Samara – explique sonriendo. - Sam me gusta – se quedó mirándome - ¿Puedo invitarte un café? - Oh, sí, claro. Esa fui yo aceptando la invitación de un completo desconocido, un desconocido que resulto ir a mi universidad, que estudiaba lo mismo que yo, y me sacaba unos tres años de diferencia.
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