Mateo
Cierro mi puño con fuerza una vez más, es lo único que he podido hacer en las últimas semanas, cerrar mi puño, suspirar frustrado, enojarme conmigo mismo una y otra vez. No es como si no me mereciera mi propio enojo, mi propia mierda, lo merecía y mucho, había dejado escapar entre mis dedos la primera cosa real que tuve luego de tanto tiempo, la había perdido a ella.
Se que soy un idiota, uno importante, pero era lo mejor que podía hacer por los dos, yo todavía cargaba con todo mi pasado, un pasado que se negaba a dejarme tranquilo y el cual trataba de llevar en paz para no desatar un infierno en mi vida, aunque ya estaba desatado, pero que de alguna forma ahora era más tranquilo.
Sam merece todo, amor, compañerismo, alegría, visibilidad, flores, bombones y corazones, alguien capaz de darlo todo sin caer en un espiral autodestructivo donde ella se vea involucrada, solo por no saber que hacer, por haberme metido con una enferma capaz de lastimarla.
Me negaba a pensar que por mi culpa terminara herida, no quería ni imaginar llegar a perderla solo porque me había metido con quien no debía en el pasado. No quería que se viera en peligro solo porque me había fijado en ella, porque me intereso, por volver a sentir, por creer que podía ser feliz, cuando claramente eso no estaba en los planes de ella.
Mía no me dejaría vivir feliz, nunca lo hizo desde que terminamos, que me haría pensar que ahora aquello sería diferente, cuando sabía que se negaba a dejarme ir, cuando me advirtió que mi vida sería un infierno, algo que se encargó de cumplir con sus múltiples asechos, escenas morbosas, llamadas del hospital a altas horas de la madrugadas y salidas del psiquiátrico por mal diagnóstico.
En fin, ella tenía comprado a gran parte del personal de salud, sin contar que era hija del prestigioso señor Jones, el juez más respetado de la ciudad y más corrupto en algunos aspectos, porque en lo referido a su hija siempre miraba hacia otro lado, se hacia el desentendido y como nadie quería contradecirlo o meterse con él, Mía seguía suelta arruinando todo lo que yo tocaba.
Abrí el cajón de mi escritorio, ese que siempre dejaba cerrado y que me negaba a tocar, la cajita de terciopelo descansaba sobre las hojas blancas para recordarme lo que trae el amor, lo dañino que puede ser entregarle parte de tu vida a un persona y como puede arruinar todo después, un anillo que ahora me parecía absurdo tener y que pensaba tirar o empeñar para luego donar el dinero.
Ahora este pequeño estuche no traía nada a mi mente, solo los malos recuerdos del pasado, mis malas elecciones, pero nada más, porque Sam lo había cambiado todo.
Sam, la muchacha ojos cafés que me cautivo un año y medio atrás, cuando todo parecía sombrío y apagado, ella con su sarcasmo marco el ritmo de lo que se convertiría en mi locura personal.
No tuvo nada que ver con sus dulces sonidos, no, eso no fue nada comparado con los estragos que hizo su sonrisa en todo mi sistema.
Recuerdo aquel día, estamos en el patio de los Hamilton como otros fines de semana, Nathan seguía en una relación con la odiosa de su ex y Hannah todavía no aparecía, todos disfrutamos un momento en familia, ellos apostando y riendo, Sam con su sarcasmo molestando a Ben, yo riéndome con ellos.
En aquel momento solo pensaba en empaparme de paz, una paz que me faltaba, no hablaba mucho con nadie, solo me mantenía ahí, viendo, aportando lo necesario, pero aquella tarde todo cambio, ella decidió romper los parámetros y hablarme simplemente a mí, cuando quise acordar estábamos en una charla llena de idas y venidas, dónde su malicia salió a relucir, junto con su inteligencia y sonrisa, una sonrisa que me atrapó al punto de soñar con ella sin quererlo.
Lo demás fue solo una montaña de sensaciones que arrasaron con mi sistema como si de un torbellino se tratase.
Ahora, viendo la fotos que nos sacamos juntos, lo único que puedo pensar es en la falta que me hace, el olor de su perfume y mis sentimientos encontrados, Sam me hacía falta, mucha falta.
Me levanto para ir al bar de mi casa y servirme un poco de whisky, ese que ha vuelto a ser mi fiel acompañante en estos días dónde todo parece un poco más n***o.
¡Toc! ¡Toc! El sonido de la puerta me saca de mi trans melancólico, suspiro nuevamente, lo que menos necesita ahora es a Mia molestando.
- ¡Qué! – abro de mala gana encontrando unos ojos verdes del otro lado.
- Vaya, así recibes a tu amigo - Bruno se adentra en mi departamento mientras observa todo. – Okay, pasamos de melancólico solitario, a melancólico solitario, agresivo y ebrio – señaló el vaso.
- Que te den – fui directo a mi bebida y luego caminé hasta el sillón - ¿Qué haces aquí?
Como si fuese un niño pequeño a punto de cumplir una gran travesura, mi amigo camino feliz hasta el sillón, coloco su mano derecha en el respaldo y salto por encima hasta quedar sentado con una gran sonrisa en su rostro, igual a la del gato de Alicia en el país de las maravillas.
- Un amigo no puede venir a ver al otro, solo para saber que está bien – llevo la mano a su pecho ofendido y luego sacó su teléfono – Solo es una visita.
- Dudo – negué - ¿Qué quieres?
- Hablar contigo, ayudarte, escuchar música.
El parlante de casa comenzó a sonar y Adele llenó la sala con Hello, rodé los ojos y lo miré mientras él me guiñaba el suyo.
- Adele, muy ingenioso – bebí un sorbo mientras sonaba la primera estrofa.
- Es momento de hablar – tocó su teléfono y la música descendió un poco - ¿Qué fue lo que pasó?
- Ha pasado mucho tiempo ya, no creo que importe – le reste importancia al asunto.
- Importa, porque desde que ella se fue, tú no eres el mismo, estás apagado, roto, no sonríes, ni sales – tomo aire - ¿Qué pasó entre ustedes?
- Creo que la pregunta sería ¿qué no pasó? – mi mente vago meses atrás – No voy a hablar de ella, no de eso, no le voy a faltar el respeto.
- Me parece perfecto, pero lo necesitas – negué.
Bruno no se gastó en insistir, solo presiono las teclas en su celular hasta que “Someone like you” inundo la sala. “Escuché que te habías asentado, que encontraste a una chica, y que ahora estás casado. Escuché que tus sueños se hicieron realidad, supongo que ella te dio cosas que yo no te di.”
- No funcionará – junto sus cejas – Ella sigue sola.
- Pues eso no es del todo correcto – deje el vaso a medio camino.
- Cuando te pregunte por ella, solo dijiste que estaba estudiando y saliendo con sus nuevos compañeros – puso cara de pensativo.
- ¿Eso dije? – aprete mi mandíbula.
- Bruno – rasco su barbilla y luego se acomodó.
- Estaba seguro que te había dicho que salía mucho con un nuevo amigo, bueno ex amigo porque ahora es su novio – mi mano apretó el vaso con fuerza – Como no dijiste nada, supuse que era porque ya no te interesaba.
- Y una mierda – me levante – No me dijiste por eso, lo ocultaste porque esperabas que saliera con el tipo ese – soltó una carcajada y Bruno Mars comenzó a sonar.
“La misma cama, pero ahora parece un poco más grande,
nuestra canción en la radio, pero no suena igual, cuando nuestros amigos hablan de ti, todo lo que hace es destrozarme, porque mi corazón se rompe un poco cuando oigo tu nombre.”
- ¿Cómo funciona esto? ¿Los tienes preparados? – me guiño su ojo – Hijo de…
- Ehh, no hay porque ser agresivo – apago – Seguiré poniendo canciones si te niegas a hablar – volvió a buscar en su teléfono.
- Okay, Okay – levante mis manos. – Hablare – dejo las cosas.
- Fácil – sonrió satisfecho.
- Después de la cena donde ambos se hicieron amigos… - hago una mueca – Al otro día ella volvió, fue justo después de buscar sus disfraces, la idea era hacer el trabajo, pasar un momento juntos – suspiro.
- Fue justo la misma fecha que… - se quedó en silencio.
- Dilo, es lo que paso – aprete mis dientes – La primera vez que hice el amor con Sam, fue el mismo día en el que Mia decidió casi suicidarse en mi casa, sí. – Bruno hizo una mueca – Pero no pensé en ello hasta después de que se fue, cuando me acosté solo después de tenerla todo el día conmigo – tomé aire.
- ¿Hacer el amor? – levanto repetidamente las cejas.
- Bruno… - le advertí.
- Okay, lo siento – levanto sus manos – Continue señor – rodé los ojos.
- En fin, al otro día Sam comenzó a hablar de Mía, no sé por qué, es que ella al igual que todos piensa que seguimos teniendo algo, cuando eso no es verdad, es que Sam eligió justo ese día, el día donde todo había ocurrido, cuando ella entro acá y decidió cortarse ambos brazos antes de que llegara, cuando mi vida se volvió un poco más miserable – negué – Reaccione mal, me enoje, porque al final, no importaba que la tratara bien, que fuera cariñoso, que demostrara que me importara, no, al final Mía saldría en cada charla que tuviésemos, porque así era mi vida, una mierda – mire el vaso.
- ¿No se te ocurrió contarle la verdad? – subí mis hombros.
- Ella tenía planes, se iría, viviría su sueño – negué – Verla hablar de aquello era un placer, que me enamorara de ella no solo la pondría en el blanco de Mia, sino que también la pondría en peligro, aun así, tampoco pude ser tan bueno – media sonrisa apareció en mi rostro – Porque no pude alejarme de ella, no tenía la fuerza necesaria para eso, sentirla, tenerla cerca, era como volver a sentirme vivo, ella me hizo volver a vivir.
- Te enamoraste – lo mire - ¿La amas?
- En fin, cuando quise acordar, ambos nos veíamos seguido, pasamos momentos agradables juntos, la quise conocer – sonreí – Me deleite con su ingenio, llego la fiesta de disfraces, más momentos, la cena contigo y luego – mis ojos se aguaron.
- ¿Qué paso?
- Me dijo… - negué – Ella me dijo que se había enamorado de mí – Bruno abrió sus ojos – Pero yo no pude decirle nada, porque… no sé por qué, me paralice, me dio miedo, no por mí, por ella, por Mia, porque la enferma nos vio y no dudo en aparecer para decirme que se encargaría de ella si nos volvía a ver juntos – negué – Como puedo decirle que yo también sí sé que hacerlo es poner su vida en peligro, si puedo hacer que su vida corra con la misma mierda que la mía, ¿Cómo?
- Dejándola que decida ella misma – negué.
- ¿Y si decide que no le importa?
- Es su decisión, no la tuya Mateo – negué - ¿Por qué te es tan complicado pensar que alguien pueda amarte a pesar de todo? – lo mire.
- Porque uno cuando busca un amor, no lo hace pensando en que le complicaran la vida – casi gritaba.
- Uno no decide a quien ama, solo sucede – negué.
- Pero eso vale poco, porque las cosas no funcionaron, ella se fue antes de que despertara y quise llamarla, pero no sabía que decir, entonces Nathan decide enviarme de viaje el martes y yo seguía sin hablar con ella, porque por mensaje las cosas no se pueden arreglar.
- ¿Se enojo por eso?
- Estaba furiosa, pero yo no llegue hasta aquel viernes a casa, Mía me esperaba en la puerta para hacer alguna de sus múltiples escena, la eche como de costumbre y me fui a bañar, cuando salí Sam me esperaba aquí, ella solo tenía esa mirada cargada de algo que ya conocía, decepción y yo solo pensaba en lo hijo de puta que era por dañarla así, pero empezó sus planteos, otra vez Mía salió a colación y la aleje, porque no tenía caso – tome aire – Mía es la mierda en mi zapato y ella no puede dejarla de lado, entonces para que dañarla.
- Espera un momento – lo mire - ¿Cómo entro Sam a tu casa? – junte mis cejas – Mateo ¿Cómo entro Sam a tu casa?
- No lo sé.