Diario de una mundana

2191 Words
En su quinto cumpleaños Lilith abrió su regalo sorpresa y encontró una pequeña caja de música con la forma de una casa y el letrero Barrington en la parte superior, su mamá presionó el botón del centro y súbitamente, una mariposa emergió de la puerta y voló hacia el techo. Lilith soltó un pequeño grito. – Todo está bien, cariño – le dijo su madre y la cargó sobre sus piernas – mira. La siguiente criatura que salió de la casa fue un delfín de un color azul muy brillante que nadaba sobre el aire y daba pequeñas piruetas, después hubo una araña, esta trepó hacia el techo de la casa y ahí se quedó, la cuarta criatura fue una mantarraya y al final un pequeño grillo saltó y se posó sobre la nariz de Lilith. Era magia. El artefacto mágico comprado por sus padres ese año producía un juego de luz con formas que iban desde grillos hasta ballenas, todos eran hermosos, brillantes y para Lilith, de cinco años, eran criaturas fabricadas con el mismo material del que estaban hechos los sueños. A los siete años su lectura se agilizó y pasaba todas las tardes en la tienda de su tío, el mil trece de la calle Vignon, lugar famoso por vender antigüedades mágicas, Lilith estaba encantada con todos los artefactos e intrigada en saber cómo funcionaban. A los nueve, se convirtió en toda una archi maga, en su imaginación – no podrás conmigo – retó al delfín volador – soy Lilith Grimgard. – ¿Qué le pasó a tu apellido? – reclamó su padre. – Es mi nombre de archi maga. – Eres Lilith Bonel, amor, ¿por qué Lilith está cambiando su apellido?, ¿qué programas está viendo? – Estoy calificando tareas, no puedo controlar todo lo que ve en la televisión. – Gimgard es mejor – susurró Lilith, mientras sus padres discutían. A los diez leyó su primer libro sobre magia. – Oye, niña, ¿dónde está el encargado? – Fue al baño. – No tengo tiempo, necesito una agenda, ¿sabes en dónde están? Con ambos padres trabajando, Lilith siempre se quedaba con su tío y a los doce hizo su primer intercambio de negocios – no aceptamos tarjetas, solo efectivo. La tienda de antigüedades era su segundo hogar, conocía todas las vitrinas, sabía de dónde venía cada pintura, libro y objeto apilado en los mostradores, también entendía que había tres tipos de personas que entraban a la tienda. – Primero – explicó el tío Lucios – mundanos, observan la tienda desde la puerta hasta este punto, todas las vitrinas que están de este lado son invisibles para ellos, segundo, magos, estamos muy cerca de la academia Vitreri, los estudiantes buscan libros, los magos adultos compran botellas o muñecas para practicar hechizos, también vendemos cajas de música y una línea de artefactos de la tienda Deimos, en tercer lugar, están los mundanos después de descubrir su talento mágico. – ¿Cuál es la diferencia con los magos? – preguntó Lilith. – Los magos entrenados saben lo que buscan, los mundanos que recién entran en este mundo, no, a ellos tienes que guiarlos, una vez vino un estudiante que ingresaba a la academia, me dijo que necesitaba libros, le pregunté cuáles y no supo qué responder porque había olvidado su lista de útiles escolares en casa, estaba muy avergonzado, así que le di un paquete de libros de nuevo ingreso, me lo agradeció muchas veces y se fue, así es como haces… – Feliz a un cliente – completó Lilith. – ¿Por qué eres tan inteligente?, ¡ah!, cierto, eres mi sobrina. Lilith se cubrió la cara con las manos. A los quince años su talento mágico se estaba tomando un largo tiempo en despertar y su madre, la profesora Brenda Santiago, la llevó al ministerio de magia para una exploración. Lilith tenía toda la información que necesitaba, sabía que además del talento mágico existían las habilidades prácticas, la conducción y la capacidad de estructuración, en otras palabras, realizar un hechizo, entender cómo funciona y ser capaz de aplicar el mismo principio a una situación diferente. – Prepárate para ver mi nombre en el cuadro de honor, ¡porque nadie me sacará de ahí! – exclamó con arrogancia. Su madre le dio un beso en la frente. La puerta de la oficina se abrió y al mismo tiempo, todas las oportunidades de Lilith se cerraron. – Mundana, ¿eso qué significa? – preguntó, aunque ya sabía exactamente a que se refería la palabra, “persona sin magia” La maga a cargo del área de exploración miró a la profesora Santiago pidiendo ayuda, pero ella estaba en blanco – no todos los hijos de magos obtienen talento mágico, estadísticamente el 0.001% son mundanos, es tu caso. – No – entró en negación – debió arruinarlo, haga el hechizo de nuevo – extendió su mano – mi talento mágico está ahí, usted no sabe, por eso no lo ve, hágalo otra vez. La profesora Santiago se levantó – muchas gracias por su ayuda, Lilith vamos. Ella negó con la cabeza – pero ella se equivocó. – Está bien, vendremos después y lo arreglaremos, ven conmigo. Lilith se sintió dentro de un trance, era una mundana, ella, que esperó durante tantos años a que su talento mágico se presentara, que soñaba con ser la más grande archi maga y que había pasado toda su vida leyendo libros de magia, ella, era una mundana. La profesora Santiago condujo por un largo tiempo hasta una plaza, después bajó y abrió la puerta del lado del copiloto – ven – le dijo a Lilith. Casualmente, había un evento en la plaza, personas de la tercera edad bailaban danzón rodeados de sillas con familiares, conocidos y público en general observándolos, del otro lado un grupo de adolescentes practicaban acrobacias y en la parte de atrás había varios puestos de comida. Lilith se talló los ojos. – Hija, ¿crees que somos diferentes a ellos? Lilith no respondió, sintió que era una pequeña criatura atrapada en un cascarón, y al abrirlo miró a las aves de múltiples colores cruzando el cielo de la forma más hermosa, viendo su entorno, siempre pensó que volaría, pero al girar la cabeza descubrió que era una tortuga y que su huevo había caído en un nido por error, ella jamás volaría. – Tienen hábitos, sueños, temores y pasatiempos – explicó su madre – acumulan deudas, buscan empleos donde los reconozcan, protegen a sus hijos y se deprimen pensando en su futuro, bailan, cantan, corren, vuelan, hacen realidad los sueños más ridículos y los más impresionantes, les pusimos una etiqueta porque no queríamos mezclarnos, pero no somos muy diferentes. Lilith lloraba. – No necesitas talento para sobresalir, ni para lograr tus sueños, al diablo con las etiquetas, tú eres Lilith – la abrazó. De forma constante, todos en su familia hicieron un esfuerzo para hacerla sentir mejor, resaltando que los magos no podían hacerlo todo, o que la diferencia entre ellos y los mundanos se desdibujaba con el paso de cada generación. – ¿Cuál fue el problema de los magos en la edad media? – preguntó el tío Lucios y se respondió de inmediato – la arrogancia, etiquetaron a los no magos, construyeron una academia exclusiva para familias nobles y controlaron todo el conocimiento, ¿qué pasó con ellos? Lilith estaba sentada sobre los escalones mientras su tío acomodaba la nueva mercancía y respondió – la isla se hundió. – Exactamente, todos los libros de magia y hechicería, el conocimiento acumulado durante cientos de años, todo terminó en el fondo del mar – movió las manos y silbó ilustrando la forma en que toda la isla cayó – los magos se volvían locos, fue una época de caos, nadie sabía lo que pasaría y decidieron que necesitaban mezclarse con los mundanos para sobrevivir. Lilith recargó la cabeza sobre sus rodillas, había otra caja de mercancía al pie de los escalones, tenía muñecas – tío, ¿cambiaste de proveedor? El tío Lucios se aclaró la garganta – ah, creo, no lo recuerdo. Los estudiantes de maldiciones usaban muñecas para practicar los hechizos de control, de acuerdo a las reglas estaba prohibido practicar esos hechizos en humanos y las muñecas tenían brazos, piernas, torso y cabeza, era muy importante para la dinámica del hechizo diferenciar entre extremidades, por eso las muñecas se vendían muy bien. – El cabello está chueco, no escondió las costuras y tiene una pierna más larga que la otra, tío, sé que son desechables e igual los estudiantes las van a quemar, pero hay que tener un poco de estética, hasta yo lo haría mejor. Lucios dejó de acomodar la nueva mercancía para observar a su sobrina de quince años – hazlo. – ¿Qué? – Haz muñecas, yo las venderé en la tienda por una muy pequeña comisión. – ¡Vas a cobrarle comisión a tu sobrina favorita! – Cuando tengas mi edad y todos tus conocidos te pidan un “descuento de amigos”, recordarás este día. Comenzó a trabajar en la tienda, a los dieciocho entró a la universidad en la carrera de publicidad y marketing, se graduó y a los veintitrés años, abrió los ojos atada a una silla con una cinta en la boca y un hilo de sangre bajando por su frente. – Me disculpo por los métodos arcaicos – dijo una voz, Lilith movió la cabeza hacia atrás, pero no pudo verlo – Lucios preparó muchas defensas mágicas, por suerte, olvidó que los magos sabemos usar herramientas. Era el mismo hombre, el que entró a su tienda a las seis de la tarde con un cuchillo, y ahora estaba parado, detrás de ella. – Lo que dije arriba fue cierto, no quiero hacerte daño, por eso me escondí en la parte de atrás y esperé a que te fueras a casa, pero te quedaste – suspiró – eso no fue muy inteligente, así que, esto es lo que haremos, tú te quedarás aquí, muy quieta, y en menos de una hora, yo me iré – al decir esa parte se pasó al frente y se agachó para que su rostro estuviera a la misma altura que el de Lilith – lo prometo, ¿estás de acuerdo? Lilith asintió. – ¡Genial!, tenemos un trato, Lilith Grimgard. Los ojos de Lilith se agrandaron, cuando niña, inventó un seudónimo, su padre lo odiaba y su mamá lo encontró divertido, no volvió a usarlo desde los quince años cuando descubrió que no tenía talento mágico. La idea de que ese hombre la estuviera observando desde que era una niña hizo que su estómago se revolviera, una sensación agria subió por su garganta y le produjo arqueadas. – ¡Mierda! – exclamó su asaltante, le quitó el parche que le cubría la boca y ella se inclinó hacia el frente para vomitar – espera aquí – abrió un bolso y sacó una botella de agua, mientras la buscaba Lilith miró el suelo, después las paredes, las marcas en la madera, los estantes llenos de libros cubiertos por polvo, las pinturas recargadas y una vitrina con muñecas, no tenía idea de dónde estaba. El hombre que la atacó inclinó hacia ella un vaso con agua y la ayudó a limpiarse con una servilleta – ya está – sonrió – te dije que no te haría daño, ahora, voy a ponerte otro pedazo de cinta. – ¿Qué es lo que quieres? – preguntó Lilith arriesgándose. Él presionó sus labios con la cinta – no te preocupes por eso, me iré pronto, llamaré a tus padres para que vengan a rescatarte y mañana será un día como cualquier otro. Lilith, no soy un monstruo, sí lo fuera te habría dejado ahogarte con tu propio vomito, ¿no te parece? Ella asintió. – Mi nombre es Paul, ¿amigos? Con lágrimas en los ojos, Lilith volvió a asentir y maldijo a ese ladrón con todas las fuerzas de su corazón. – Genial – se levantó y caminó por la habitación. Percival llegó a la entrada de la tienda, el portón estaba cerrado con candado y las luces estaban apagadas, presionó sus manos sobre los barrotes – maldición – había una protección para evitar que alguien lo abriera con magia. Un coche se detuvo en la calle, el hombre que bajó llevaba un saco largo – ¿eres el que reportó? Percival tragó saliva. – Un seguidor del abismo está dentro, ¿estás seguro? – Es probable, mi nombre es Percival Vignon, soy especialista en artefactos, trabajo para la tienda Deimos – mostró su identificación – un mago marcó una de nuestros mecanismos de defensa y amenazó a la empleada con un cuchillo, ella sigue dentro, el mago también. Podría ser un seguidor del abismo. Antonio Melosa, demonólogo del ministerio de magia, miró el candado por dentro del portón. – La protección mágica está en la parte de arriba, tendremos que saltar – dijo Percival, acto seguido el candado derretido cayó al suelo y el portón se abrió – olvídelo. Dentro, la tienda estaba vacía.
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