Una caja cayó al suelo – lamento eso – dijo Paul.
¿Cuál es el objeto más difícil de encontrar?, aquel cuya forma, tamaño y color desconoces. Durante más de cincuenta años Paul buscó el trayecto de una antigua embarcación del siglo XVI hasta llegar a esa habitación y ahora, se sentía como un ciego, buscando un objeto que no podía identificar.
Mientras caminaba fue pasando las manos por los estantes de libros, se detuvo frente a las cajas apiladas en las esquinas y las revisó teniendo cuidado de no abrir objetos extraños por error.
Los minutos pasaron, una vitrina en particular estaba llena de muñecas de porcelana, la mayoría rotas y una de ellas giró los ojos para verlo.
Paul se asustó, no esperaba que la muñeca se moviera y su espalda golpeó una de las repisas. Lo notó mientras revisaba los libros, había por lo menos cinco demonios en esa habitación, probablemente el número ascendía al triple y sí no tenía cuidado liberaría a uno de ellos.
Desde su lugar Lilith miró los destellos de luces bailando entre las estanterías, iluminando los libros y artículos variados, quería llorar, porque no podía hacer otra cosa más que quedarse ahí, atada de manos y piernas.
Un libro cayó al suelo provocando un sonido seco, las miradas de Paul y Lilith se encontraron en el medio, justo sobre ese pesado libro de pasta gruesa que cayó desde la parte más alta de una de las estanterías, Paul se agachó para recoger el libro teniendo cuidado de mantenerlo cerrado y colocó la palma de su mano sobre la portada.
Un libro demoniaco y uno muy poderoso, lo suficiente como para mover el objeto sobre la madera y llegar al suelo – buen intento, amigo – lo colocó encima de otros libros.
En el mil trece de la calle Vignon una luz azul recorrió la casa, los pisos superiores, la habitación principal, la sala, la cocina, el depósito de mercancía, las habitaciones selladas y el área de la tienda – la casa está vacía – dijo Antonio.
Percival tomó su celular y marcó, el sonido de una canción de pop vino del piso superior, Percival subió los escalones, caminó por el pasillo y vio una puerta abierta, el celular estaba bajo la cama con dos mensajes sin leer.
“No te duermas muy noche”
“Descansa, corazón”
Percival volvió a la tienda – dejo esto aquí, ¿puede usarlo para rastrearla?
Antonio puso el celular sobre la mesa y dibujó encima, una luz verde emergió y tomó la forma de una pequeña serpiente, ella dio una pequeña vuelta, se movió entre los estantes de libros y trazó varios círculos.
La serpiente rastreaba la esencia conectada al objeto y como Lilith era empleada en la tienda, había rastros de su aroma en todos los pasillos, unos minutos después la serpiente reaccionó, fue a los escalones, se detuvo frente al espejo y lo atravesó.
– ¿Qué fue eso? – preguntó Percival.
Antonio quitó el espejo y presionó la pared – debe haber una puerta secreta, llama al dueño, dile que romperemos la pared sí no tiene la llave.
– No tengo su número, espere – dijo Percival y regresó al escritorio, la tienda debía tener alguna agenda, tarjeta de negocios o número anotado, mientras revisaba el celular de Lilith volvió a sonar.
Percival respiró profundamente.
En la habitación Lilith escuchó muy claramente el sonido de su celular y gimió, el ruido que dejó sus labios fue muy bajo, con fuerza movió las piernas, empujó la silla y trató de liberar sus manos.
– Sí haces eso te caerás – dijo Paul, mirando hacia la pared de espaldas a Lilith, él también escuchó el sonido del celular – llegaron muy rápido – pensó en voz alta, el ministerio de magia no era famoso por su tiempo de respuesta y según su información todos los demonólogos estaban en el museo de historia.
A grandes males, grandes remedios.
Paul regresó al pasillo, tomó el libro que se había caído al suelo y se paró delante de Lilith – oye, sé que dije que no te haría daño y de verdad quería cumplirlo, por desgracia hay personas buscándote, cúlpalos a ellos – abrió el libro.
Lilith era una mundana nacida dentro de una familia de magos, desde muy pequeña la tienda de antigüedades de su tío fue su segundo hogar, recorrió sus pasillos cientos de veces y leyó todos los libros disponibles, en el momento en que Paul abrió el libro, ella cerró los ojos.
Para liberar a un demonio atrapado en un objeto, era necesaria una acción, el acto de abrir un libro y mirar las páginas era suficiente para abrir la puerta que conduciría al demonio a la libertad. Y teniendo los ojos cerrados, esa acción no es cumplió.
Paul lo encontró divertido – chica lista, probemos de nuevo – se apoyó sobre las agarraderas de la silla – esta vez mantén los ojos abiertos o mataré a las personas que te están buscando.
Lilith gimió, tratando de decir la frase: “dijiste que no eras un monstruo”
– Mentí.
Al teléfono, Percival escuchó el tono acusador de una mujer mayor.
– ¿Quién eres?, ¿por qué respondes el teléfono de mi hija?
– Señora, soy Percival Vignon, de la tienda de artículos mágicos Deimos, necesitamos que venga a la tienda de antigüedades o que nos diga cómo abrir la puerta secreta que está en los escalones, porque no encontramos a su hija y podría estar en peligro – trató de suavizarlo, no quería sonar como la llamada de la morgue que ninguna familia quería recibir.
Brenda se sobresaltó – la tienda no tiene puertas secretas, ¿en dónde está mi hija?
– No lo sabemos, hay un demonólogo buscándola.
– Voy para allá, en el camino llamaré a mi hermano, la tienda es suya – recogió sus cosas y llamó a su esposo que se estaba bañando, en el camino a su camioneta marcó el número de Lucios.
Percival regresó a los escalones – contacté a la madre de Lilith, dijo que llamará al dueño, también mencionó que no hay paredes secretas.
– Retrocede – dijo Antonio.
Percival, que tenía la mano sobre la pared no tuvo mucho tiempo para alejarse, una fuerte corriente separó la madera del concreto y creó una gran abertura que iba desde los escalones hasta el techo.
El celular de Lilith sonó y Percival respondió.
– Mi hermano dice que no hay puertas secretas.
– Sí, tiene razón – dijo Percival mirando la pared.
Atrás de él se escuchó el graznido del cuervo que voló directamente hacia el demonólogo, Percival se agachó para no quedar atrapado en el fuego cruzado y Antonio, con una daga, cortó la cabeza del cuervo, tras ser destruido se activó una jaula dorada.
Percival tragó saliva – lo lamento, debí desactivarlo al llegar, yo me encargo – buscó en su bolsillo una llave para abrir la jaula – por cierto, voy a necesitar que me firme un recibo por el costo del cuervo.
– Envíalo al ministerio – dijo Antonio después de salir de la jaula – no era la pared, es el espejo.
Las manos de Lilith estaban cerradas, apretando la madera de las abrazaderas de la silla, ¡las personas que la buscaban!, aparte de murmullos y el sonido de su celular, no podía identificar voces, ¡era sus padres!, o cómplices del hombre que la tenía cautiva. Sí abría los ojos y todo era un engaño, liberaría a un demonio y pondría a su familia en peligro.
Paul colocó el libro sobre las piernas de Lilith – ¿no me escuchaste?, dije que mataré a cualquiera que esté en la tienda, ¡no te importan sus vidas!
Lilith continúo con los ojos cerrados.
En la pared de espaldas a Lilith había un espejo que comenzaba a romperse, pronto, quien fuera que estuviera en la tienda entraría a ese espacio – me estoy cansando de esto – dijo Paul, abrió el libro, lo sostuvo con una mano y con la otra, empujó la cabeza de Lilith hacia atrás, forzándola a abrir los parpados.
Lilith miró el color amarillento de las páginas del libro, nada estaba escrito, lo único que se veía en ese trozo de papel que ocupaba toda su visión era un emblema con la cabeza de un venado y una frase escrita.
“No existe un mago sin imaginación”
Lilith gritó, se empujó hacia atrás y su trasero golpeó el piso de madera, ya no estaba atada a la silla, tampoco estaba en la habitación, ese lugar, inmenso y con un techo asombrosamente alto que parecía elevarse casi diez metros, era una biblioteca.
Antonio creó una apertura en el espejo y lo atravesó, del otro lado el espacio era más grande y tenía la apariencia de un sótano abandonado, oscuro y lleno de polvo.
Percival miró la silla y corrió para darle la vuelta – es ella, Lilith, la empleada de la tienda – comenzó a desatarla – oye, despierta.
Antonio recorrió los pasillos, de su mano emergieron pequeños destellos de luz que subieron hasta el techo para iluminar la habitación, en algún lugar, entre esa pila de libros y polvo, debía esconderse el mago que abrió ese espacio. Algo se movió en el fondo.
– No logro despertarla – dijo Percival en voz muy alta, Antonio se distrajo, y lo que fuera que se movió, desapareció – señor.
Antonio regresó a la entrada, con las luces encendidas vio la silla, las cintas y un libro abierto sobre el suelo, con la palma de su mano presionó la portada, la energía era muy clara, en ese objeto hubo un demonio atrapado y su nuevo recipiente podía ser el mago involucrado, la empleada de la tienda, o el joven que hizo la llamada.
– Muéstrame tu identificación otra vez.
Percival buscaba el pulso de Lilith presionando sobre su cuello, pero no sabia en dónde buscar, después miró su abdomen distenderse con cada respiración y sintió alivio – aquí está – sacó su cartera.
Antonio la revisó, la credencial era real – ¿tienes evidencia de que hubo otra persona aquí?
– ¡Qué!, ah, sí, la tengo – buscó su celular y notó que no tenía señal, entre las últimas imágenes guardadas estaban las capturas de la cámara instalada en el cuervo – fue este hombre, llegó a la tienda a las seis, se escondió en el segundo piso y le hizo creer a Lilith que se había ido.
Antonio sostuvo la cabeza de Lilith y presionó su frente, un círculo azul emergió de su piel y trazó varias líneas – está en un espacio mental, el demonio ya fue liberado, pero ella no ha aceptado el trato, sí lo hace, el demonio consumirá su alma y ocupará su cuerpo.
Percival maldijo entre dientes – ok, ¿cómo la salvamos?
– De acuerdo a la ley de Sally, no podemos matarla mientras el demonio no haya tomado posesión – explicó Antonio – lo que hacemos es esperar a que la posesión se complete y entonces asesinarla.
– Ese es el plan B, ¿cuál es el plan A? – preguntó Percival, con la esperanza de que hubiera una alternativa.
– Entrar a su mente, despertarla y devolver el demonio al libro, dejando su alma intacta.
Percival asintió – genial, yo cuidaré su cuerpo mientras usted entra y se encarga del demonio.
– No, yo cuidaré su cuerpo y prepararé todo de este lado para regresar el demonio al libro, tú serás en el que entre.
– Pero usted es el experto.
– A mí no me conoce, sí me ve dentro de su espacio mental creerá que soy el demonio, tiene que ser una persona en quien ella confíe.
Percival se señaló – la conocí hoy.
– Levantaste un reporte falso para que alguien viniera y arriesgaste tu vida entrando aquí, por una persona a la que acabas de conocer.
Percival se dio cuenta de cómo se escuchaba y respondió – si.