Nadie escapaba del drama familiar, era parte de la vida, e incluso las personas que se sentían seguras en sus ambientes familiares y alejadas de los conflictos internos, se encontraban con una o dos situaciones imprevistas.
La tía Martha era una de las manchas en la familia Bonel, cuando el bisabuelo de Lilith murió, la tía abuela Martha, recogió dinero de muchos magos, vecinos mundanos y autoridades para el funeral, al día siguiente los invitados hablaron sobre el dinero y la familia se llevó una sorpresa.
La tía Martha recolectó una pequeña fortuna, pero quien pagó todo, fue su hermano, ella huyó con todo el dinero y volvió veinte años después, con un hijo al que no podía mantener y que llevaba su apellido, el abuelo de Lilith aceptó cuidarlo, él era su tío Alfredo.
Cuando era pequeño y de acuerdo a las fotografías, el tío Alfredo era un hombre amable, estudió, se graduó de la universidad y abrió una tienda de artefactos llamada “Barrington”, muchos de los artefactos que Lilith recibió cuando era niña venían de esa tienda.
Pero el drama lo seguía, y tras diez años de matrimonio, se divorció de su esposa, abandonó a sus dos hijas y se casó con otra mujer para tener otras dos hijas.
Por cuestiones familiares, las cuatro chicas; Emilia, Aurora, Amelia y Rosalía, eran sus primas, y tanto la actual esposa de su tío, como la anterior, eran sus tías, pero no eran personas fáciles de tratar.
La primera esposa de su tío tenía el cabello teñido de rubio y una mirada muy petulante, ella era la tía Belinda.
– Lilith, cariño, siempre te veo aquí, deberías decirle al dueño que te pague un salario, es explotación infantil tenerte trabajando todo el día.
– Ya me paga un salario y tengo diecinueve años, tía – respondió Lilith.
– ¡De verdad!, entonces, ya entraste a la academia, este año Aurora comienza su primer año, estamos muy emocionadas, sé que será una gran hechicera, tú – se detuvo – cariño, ¡lo olvidé!, no te sientas mal, esas cosas pasan, a nadie en mi familia, pero escuché muchos rumores sobre otros magos, nada está mal contigo.
– Voy a poner un letrero afuera – intervino el tío Lucios – no se aceptan suricatas, son horrendas y tienen una voz muy aguda, oh, Belinda, no te vi, ¿desde cuándo estás ahí?
Su tía tomó los libros y pagó antes de salir de la tienda.
Lucios le puso la mano en la cabeza a Lilith – no es por ti, está enojada con toda la familia porque su esposo la cambió por un modelo más humano.
Lilith lo sabía y trataba de no sentirse mal al respecto, porque al comienzo de su divorcio la tía Belinda, que jamás se preocupó por ellos se presentó en la casa llorando para pedirles que amenazaran al tío Alfredo con jamás volver a verlo sí se divorciaba, sus padres decidieron no intervenir y más tarde, conocieron a Alicia, una mujer joven, linda, amable y cariñosa.
Era injusto para la tía Belinda, pero, nada se podía hacer, fue su tío quien tomó la decisión y ciertamente, sí no fuera por ese incidente, la tía Belinda jamás habría ido a su casa.
Un mes después una niña de quince años entró a la tienda seguida de varias compañeras.
– Lily – la saludó con una gran sonrisa – queremos botellas de coral para la clase de mi tía – habló con una voz muy suave, luego giró hacia sus compañeras – ella es mi prima, es hija de la maestra de pociones.
Sus compañeras mostraron interés.
– La clase de la maestra Santiago es muy difícil, ¿nos puedes ayudar?
Y entonces, su prima Aurora sonrió de una forma muy burlona – no puede, es una mundana.
– Pero, dijiste que era tu prima.
– Sí, y una mundana – recalcó su prima Aurora.
– ¿Por qué la contrataron sí es una mundana?
– Es por su tío – respondió Aurora – es el dueño de la tienda.
Hubo un “ya veo” entre las voces que Lilith escuchó, guardó silencio, entregó las botellas, cobró el importe y esperó a que las cinco chicas salieran, justo en la entrada escuchó la voz de su prima.
– Mamá dice que es como una “Sally”
Se alejaron y sus voces dejaron de escucharse, pero fue cuando comenzó, cinco años atrás, Lilith se convirtió en la Sally del mil trece.
Ese día trató de no llorar, Aurora era su prima, una niña sin culpa que repetía lo que escuchaba de su madre y los estudiantes de la academia Vitreri eran simples idiotas que no entendían, que a la escuela se iba a estudiar, no a compartir chismes.
En verdad intentó ser fuerte ante los rumores.
– Trabaja aquí por su tío.
– Odio el nepotismo, vamos a otro lugar.
Cuando los clientes fueron escaseando.
– ¿Es cierto que eres una mundana?
Y cuando muchos solo entraban a burlarse, incluso cuando las ventas bajaron y su tío no la culpó, trató de mantenerse fuerte, porque no tener talento mágico no era su culpa.
Y ahí estaba, la fuente de poder de todos los magos, lo que los diferenciaba de los mundanos, esa esfera con influencia sobre los campos gravitacionales, físicos y mentales, su talento mágico, sellado dentro de una gran jaula en lo profundo de su mente.
– ¿Por qué? – preguntó con lágrimas en los ojos – ¿por qué está así?, ¿quién lo selló?
El segundo Percival cruzó los brazos – hay varias explicaciones, en la época feudal había una gran lucha entre facciones y si un mago era muy talentoso, los enemigos de su familia sellaban su talento para eliminarlo de la competencia, también se usaba como protección, a veces nacen magos descompensados, con cuerpos débiles y talentos muy fuertes, en esos casos, sí su talento no se sella, el mago podría morir.
El primer Percival quiso interrumpir, pero todo lo que el otro decía, era cierto.
Lilith se talló los ojos – mis padres me lo habrían dicho, ellos jamás tomarían una decisión tan importante sin consultarme.
El segundo Percival suspiró – no quiero ofenderte, pero…, son padres, es justamente lo que hacen.
El primer Percival volteó a verlo, unos segundos antes, cuando Lilith dijo que sus padres jamás tomarían una decisión sin consultarla, él pensó “son padres”, porque los suyos lo hicieron, tomaron decisiones sobre su vida sin consultarlo.
Lilith tocó los barrotes de la jaula y la esfera dorada extendió su luz para llegar a ella, la sensación fue cálida, agradable, muy diferente a como Lilith lo imaginó, esa gran esfera se sentía como un ave buscando a su madre y rápidamente tomó la forma de un águila con alas muy grandes que no cabían dentro de la jaula y tenían que doblarse.
– Tal vez no fueron ellos – dijo el segundo Percival – tus padres jamás te lastimarían, ni harían algo imprudente – mientras hablaba, fue caminando hacia ella – esto debió hacerlo alguien que odia a tu familia y quiere castigarlos a través de ti.
– La tía Belinda – pensó Lilith de inmediato, el divorcio de sus tíos fue antes de la exploración, antes de que todos a su alrededor consideraran necesario llevarla al ministerio porque su talento no aparecía, ¿podía ser?, ¡el resentimiento de esa mujer hacia su familia, era tan grande!
El segundo Percival sujetó levemente la cintura de Lilith, recargó su cabeza, esperó a que ella girara y susurró – sé que es un mal momento y debí decírtelo hace mucho, te amo – se inclinó para besarla.
Con un movimiento rápido, Lilith cubrió los labios del Percival que se acercó a ella, estaba desconcertada – ¿qué crees que estás haciendo?
El primer Percival sonrió – caíste imbécil – le mostró el dedo medio de su mano derecha – estuvo leyendo mi mente desde que llegué aquí, no es real, probablemente esa jaula tampoco lo sea, Lilith, lo siento – dijo al final y golpeó al segundo Percival – corre.
Lilith tenía la espalda contra la jaula, en el espacio entre los barrotes sintió la frente del águila recargándose contra su piel, podía sentir la súplica de un ave herida que le pedía que no se marchara, su talento mágico sellado, era como una fantasía salida de sus sueños más hermosos.
Y era una farsa.
Con los ojos cerrados corrió de regreso al pasillo y siguió hacia la pared del fondo compuesta por cristales desde donde se veía la luna llena.
Percival empujó al demonio contra los barrotes de la jaula, pero este transmutó y afiladas garras se clavaron en los brazos de Percival, él gritó y cayó al suelo, tocó sus brazos creyendo que tenía heridas, pero no había daño, levantó la mirada hacia el frente y se vio a sí mismo con los ojos ennegrecidos.
– ¡Correr! – dijo la voz grave del demonio – no hay hacia dónde correr – desapareció.
Percival tenía la mirada levantada y vio como las vigas en el techo se desprendía, siguió mirando hacia el fondo y descubrió que todo el techo se venía abajo, derritiéndose en una inmensa lava negra, por un momento se hizo una pregunta extraña, ese lugar era el espacio mental de Lilith, o era del demonio.
– Maldición – corrió hacia el pasillo, vio a Lilith más adelante y la alcanzó – este lugar se está derrumbando.
Lilith miró hacia atrás, por hacerlo casi tropezó con una mesa y se golpeó con la esquina, siguió corriendo – haz algo para detenerlo.
– Es una broma, eso es un demonio.
– Pero, eres un mago.
– No – dijo Percival y se señaló – soy la proyección astral de un mago, hay una diferencia del tamaño de la luna.
Lilith se detuvo – sí él se apodera de mi cuerpo, ¿qué pasará contigo?
Percival también se detuvo – recibiré un impacto mental que dependerá de la fuerza del demonio, no estoy diciendo que probablemente muera, pero sería una posibilidad, así que sigue corriendo o te haré responsable de mi muerte – tomó su mano.
Lilith lo siguió.
El techo de la biblioteca colapsaba, la lava continuaba bajando sin un orden en específico y prontamente, cubrió el vidrio al final del pasillo, la imagen de la luna desapareció, también los árboles, solo eran ellos rodeados de una lava densa que pronto llegaría al centro.
Lilith se aferró a la mano de Percival, sabía mucho sobre la teoría mágica y nada venía a su mente.
– Estaremos bien – dijo Percival, giró y sostuvo las manos de Lilith – necesita convencerte de entregarle tu cuerpo, mientras no lo consiga no tendrá poder, escúchame, concéntrate e imagina la recepción de una biblioteca.
Por un segundo Lilith pensó en una vieja película con una mujer de piel clara, cabello c***o, un saco al estilo de los años cincuenta, lentes redondos y una mirada amable, en las manos sostenía un libro, era la escena más representativa de una biblioteca en su mente, sin embargo, Percival dijo algo que era cierto, ese lugar se parecía a su tienda y en ella, Lilith siempre estaba sentada detrás del mostrador, ese era su punto de control, mientras estuviera ahí los magos que entraban a su tienda sabían que no era una clienta, ella era la maldita encargada.
Detrás de ambos, apareció una mesa con un cuervo en la esquina y una silla.