Una llamada inesperada.

1969 Words
Un año había transcurrido desde aquel momento en que Broke sintió que el mundo se le derrumbaba. Durante todo su embarazo, continuó trabajando en la fábrica. Meses atrás, había dado a luz a una hermosa niña, de piel clara, cabello oscuro y unos bellos ojos azules. Esperaba encontrar en su hija algún rasgo que le recordara al padre, pero la pequeña se parecía más a la madre de Broke; lo único que había heredado de Blake era el color de ojos y cabello. Broke había hecho prometer a Bertha que no dijera nada sobre el embarazo a Selina, asegurándose de que nadie en su familia se enterara. A su recién nacida, la llamó Blair, en honor a su propia madre. Después de su licencia de maternidad, se vio obligada a dejarla en una guardería, ya que la anciana con la que vivía no podía hacerse cargo de ella. —Me duele dejarte en este lugar, sé que te van a cuidar, pero yo debo trabajar para mantenerte, espero lo comprendas. —Besó la frente de su hija y con lágrimas en los ojos la entregó en brazos de la encargada, sintió su corazón apretujado. El trabajo en la fábrica no era sencillo. Broke trabajaba ocho horas de pie, y luego caminaba varias calles para retirar a Blair, cada día era agotador, pero cuando tenía en sus brazos a su niña todo se le olvidaba. **** Mientras tanto, Blake no tenía tiempo para pensar en mujeres, tragos o diversión. Su abuela Dorothy, su único pariente, estaba pasando por una grave enfermedad, y él se dedicó por completo a cuidarla y a velar por su bienestar. Mucho se especulaba sobre la misteriosa desaparición de la señora Vanderbilt y su nieto. Algunos rumores afirmaban que la anciana había fallecido, mientras que otros sugerían que había sido secuestrada. Ni Blake ni Dorothy se molestaron en desmentir estas noticias falsas; no querían alarmar a los inversionistas, quienes confiaban en las decisiones de la dama y no consideraban a su nieto aún capacitado para dirigir un emporio de semejante magnitud. El tiempo pasó, y tres años después, la señora Vanderbilt reapareció, y Blake regresó a Nueva York. Para ese entonces, Selina ya había dejado de buscarlo, pero su situación económica seguía siendo complicada; no conseguía trabajo y necesitaba desesperadamente una tabla de salvación. Los principales periódicos habían publicado el regreso del heredero del emporio Vanderbilt, así que ella decidió volver al ataque. A los dos días se presentó en las oficinas, de nuevo le negaron a Blake, él estaba en una junta. Selina no se dio por vencida y lo esperó. Cuando lo vio salir se paró frente a él. —Necesito hablar contigo, es importante —enfatizó Selina. Blake la miró con el ceño fruncido, resopló. —Tengo prisa —expuso él con seriedad. Observó con desdén a la bella chica de ojos verdes. Selina sacó la cadena de oro y se la puso ante sus ojos. Blake parpadeó, reconoció la joya, su corazón sintió un estremecimiento. Su mente, su corazón, no habían podido olvidar a esa misteriosa mujer con la que compartió esa noche, años atrás, sin embargo, él no era de los que caían en juegos fácilmente. —¿Cómo conseguiste esa cadena? —Fue lo primero que preguntó, no relacionó a Selina con la misteriosa mujer que lo dejó flechado. —Soy Gatúbela, ¿recuerdas la fiesta de disfraces? Blake contuvo el aliento, se quitó los lentes para el sol, la contempló, parpadeó, no imaginaba a esa mujer como Selina, su mente la había dibujado de otra manera, más dulce, más sencilla, menos maquillada, distinta. —¿Cómo sé que eres esa persona? —preguntó con sequedad, sin convencerse de que estaba de nuevo frente a esa misteriosa mujer. —¿Quieres que hablemos en el pasillo? —cuestionó Selina. —Ven conmigo —ordenó Blake. Ya dentro de la oficina, él agarró la cadena, sí era la misma. Selina le entregó la nota que él había dejado. —Esa noche yo no conocía a nadie en la fiesta, mi amiga Broke que era muy sociable y que salía con uno de los invitados, me trajo, recuerdo que me defendiste del Watson, lo noqueaste, como un héroe. —Se mordió los labios. Blake seguía estático no dejaba de verla, se aclaró la garganta. —Alguien pudo contarte, dime qué pasó esa noche entre nosotros. Selina se puso de pie. —¡Te comportaste como un animal en celo! —reprochó y negó con la cabeza—, te dije que era virgen, no me creíste, y luego te comportaste como un caballero, y desde ese día no he podido sacarte de mi mente. —Selina lo engañó, basándose en la información que le dio Broke. —¿Por qué no me buscaste? —Tuve problemas familiares, luego vine a verte, pero te habías marchado, y ahora que has vuelto, solo vine a… devolverte tu cadena. Blake la miraba confundido, Selina, tenia los ojos verdes como Broke, pero su mirada era otra, sin embargo, pensó que si ella tenía la cadena y sabía lo que ocurrió esa noche podría ser su Gatúbela, o al menos llevarlo hacia ella. —Hoy voy de salida, déjame tu dirección, iré a verte. Selina sonrió en su interior, anotó sus datos, y se marchó. De inmediato, Blake contactó a uno de sus hombres de seguridad y le ordenó seguir a Selina. Luego, llamó a un investigador en quien confiaba plenamente y, al reunirse con él, le relató lo sucedido, solicitándole que investigara a esa mujer. Sin embargo, Selina demostró ser extremadamente astuta. Durante esos años, había planificado meticulosamente cada detalle. Había tomado fotografías con un traje de Gatúbela, había organizado un montaje para hacer aparecer a Broke vestida de conejita, y cada vez que salía con un hombre diferente, ocultaba su verdadero nombre. En ocasiones, incluso llegó a suplantar la identidad de su mejor amiga. Unas semanas más tarde, el investigador confirmó a Blake que Selina era la mujer que buscaba. Dispuso entonces acercarse a ella, deseando conocerla mejor y, por supuesto, volver a tenerla entre sus brazos. Sin embargo, Selina no iba a ceder fácilmente. Decidió actuar como si realmente fuera Broke, sin caer en la cama de Blake de inmediato. No era por pudor, sino para evitar errores y conocerlo mejor antes de entregarse **** Unos meses después, Bertha falleció. El funeral de la anciana fue una desolada procesión de silencios y lágrimas solitarias. Casi nadie de la familia asistió, incluyendo a Selina, quién no hizo ni una llamada; relegando a la tía al oscuro rincón de los olvidados. La sensación de desamparo envolvía a Broke como un manto oscuro, haciéndola desear desesperadamente la presencia reconfortante de Bertha, aunque sabía que nunca más volvería a verla. Ahora, con Blair a su lado, se aferraba a la pequeña manita de su hija, y a su compañía en un intento por encontrar consuelo en medio de la desolación. —¿A dónde se fue Tita? —preguntó Blair, con su dulce y tierna voz, le decía tita a Bertha, por abuelita. —¿Por qué lloras mami? El corazón de Broke se apretujó en el pecho. —Tita… se fue al cielo —balbuceó entre sollozos—, desde allá nos va a cuidar, cuando mires hacia arriba, y veas las estrellas, recuerda que una de ellas es tu abuela. Los ojos de la niña se cubrieron de una pequeña capa de tristeza, no entendía exactamente las palabras de su madre, pero al verla triste, su pequeño corazón se estremeció, abrazó a su mamá. Broke recibió el abrazo de su hija, como el mejor consuelo para ese momento tan triste. Esa misma tarde, cuando el c*****r de Bertha ni se enfriaba, dos de sus sobrinos tomaron posesión de la casa. —Ya has vivido mucho tiempo de la caridad de nuestra tía, aprovechándote de su soledad, agarra a tu hija y lárgate. Broke los miró con una expresión fulminante en los ojos. —Claro que me iré, ya nada me ata a esta casa, yo vivía aquí por acompañar y cuidar a Bertha, sí es verdad ella me dio cobijo bajo estas cuatro paredes, pero yo le brindé algo que ustedes jamás entenderán par de buitres, le di amor —vociferó casi gruñendo. Volteó, cargó a Blair y se dirigió a recoger sus cosas. Broke no tenía un lugar a donde ir, esa noche durmió en un humilde hotel, mientras buscaba un sitio para vivir. Días después rentó una habitación, no ganaba mucho en la fábrica. Blair tenía tres años y ocho meses, ya estaba en la escuela, en las tardes se quedaba en la guardería. Cada día los gastos eran más, y su situación económica no era buena. Un día llegó a la fábrica y le entregaron un sobre, había recorte de personal, fue despedida. «¡Dios! ¿Qué voy a hacer?» se preguntó, el corazón le temblaba, en lo único que pensaba era en Blair, con la liquidación pagó el mes de renta atrasado. Empezó a buscar empleo, pero con la recesión las plazas vacantes eran pocas. De nuevo se retrasó en la renta, ya no solo un mes, sino tres. **** Y mientras Broke pasaba penurias con su pequeña hija, Selina disfrutaba de los privilegios de haberse convertido en la novia de Blake Vanderbilt; si embargo la abuela no veía con buenos ojos esa relación y más cuando en dos ocasiones había sorprendido de nuevo a su nieto sosteniendo relaciones con sus asistentes, así que decidió tomar cartas en el asunto. —Señora. —Uno de sus más fieles empleados entró al despacho—. Le tengo información. —¿La encontraron? —Sí, fue muy sencillo dar con ella, vive en Seattle, tiene una hija pequeña, su papá la echó de la casa años atrás, vivía con una anciana, la mujer falleció y ahora Broke Carter está desempleada y rentando una habitación, pero debe varios meses. La señora Vanderbilt sintió que el corazón se le apretujó, sus ojos se cristalizaron. —Debo ayudarla, gracias a la madre de esa niña, mi nieto está vivo, esa mujer tan valiente dio la vida a cambio de Blake…—Apretó los labios—, pásame el teléfono, y márcale por favor —ordenó. «Mataré dos pájaros de un solo tiro» **** —Si no pagas te irás a la calle —amenazó el casero a Broke. —Deme unos días más —suplicó con la voz temblorosa y los ojos llenos de lágrimas—, no puede echarme, tengo una hija pequeña. —Y yo cinco hijos que viven de esto, así que, si no pagas, te largas —amenazó el hombre. Broke se sentía sola, desesperada, no imaginaba que el padre de su hija y su mejor amiga, eran novios. Sin embargo, Broke no tenía idea que Dorothy Vanderbilt la había estado buscando. La señora había detenido la investigación por su enfermedad, pero no iba a desistir. La señora Vanderbilt se sentía en deuda con esa muchacha, quería compensarla, sin imaginar que Broke, la hija de la oficial Blair Carter, era la madre de su primera biznieta. Y cuando Broke creyó que estaba perdida recibió una impresionante llamada. —Buenos días —saludó Broke, pensó que la llamaban de algunos de los lugares a los cuales había enviado su hoja de vida. —Soy Dorothy Vanderbilt, hace años te cité en mi empresa, no llegaste, pero ahora te tengo una oferta que te puede cambiar la vida —anunció. «¿Dorothy Vanberbilt?» se cuestionó, quedándose sin aliento, luego a manera de flash la imagen del nieto de esa mujer se le vino a la mente, sacudió la cabeza. Se obligo a reaccionar. —¿Cambiarme la vida? ¿Cómo? —preguntó Broke.
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