¡Su nieto es un pervertido!
Broke Carter detuvo su paso frente al imponente edificio de Industrias Vanderbilt, sus ojos se clavaron en el brillante letrero mientras inhalaba profundamente, apretando con fuerza el folder que contenía su currículum.
«Bien, Broke, ya estás aquí. No seas cobarde. Fuiste la mejor egresada del instituto» se recordó a sí misma con determinación.
Recién graduada de la escuela de negocios en un instituto de Nueva York, Broke era una joven sencilla, hija única. Su madre, oficial de policía, había fallecido en servicio cuando ella era solo una niña. Su padre, viudo, se volvió a casar con otra mujer, cuya hija, Karly, era en ocasiones insoportable y por eso no mantenía buena relación con ella.
Broke había hecho un esfuerzo considerable para comprar el atuendo que llevaba ese día, siguiendo el consejo de uno de sus profesores para la entrevista se dirigió a esa prestigiosa empresa. Vestía un traje tipo sastre n***o: falda y saco, una blusa blanca impecable y zapatos de tacón a juego.
Un estruendo repentino la sacó de sus pensamientos. Miró al cielo justo cuando las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer.
—¡No puede ser! —exclamó con frustración. —¡Otra vez llueve!
Estaba a punto de cruzar la calle cuando un lujoso automóvil pasó a toda velocidad, salpicándola con el agua estancada de la lluvia del día anterior. Broke sintió como si una ola la hubiera golpeado; su rostro estaba salpicado de suciedad y su camisa blanca, impecable hasta ese momento, estaba arruinada.
—¡Imbécil! —gritó, furiosa, mientras el automóvil se detenía a pocos metros. Se acercó con determinación para enfrentar al conductor. —¡Oye! —gritó, golpeando el cristal de la ventana, polarizado. —¿No te enseñaron a conducir?
Desde el interior del vehículo, Blake Vanderbilt, único nieto de la dueña del emporio, huérfano de padres también, observaba a la joven con una sonrisa traviesa. Sus ojos se posaron en la blusa mojada que resaltaba los senos de la chica, pero su atención se desvió rápidamente hacia su rostro. Blake, siempre llegando tarde a las reuniones con su abuela, sabía que debía corregir sus modales, aunque su reputación de mujeriego, descarado y fiestero lo precedía.
—¿No piensas enfrentarte cara a cara? —gritó Broke, pateando las llantas del automóvil con rabia.
Broke se detuvo cuando la ventana comenzó a descender, inclinó su cabeza y se encontró una mirada azul penetrante que la dejó sin aliento por un instante. Sus labios se separaron en sorpresa.
Blake arqueó una ceja mientras observaba a la chica, su rostro cubierto de barro no podía ocultar su belleza natural. Tenía unos enormes ojos verdes, enmarcados bajo unas espesas pestañas, su cabello castaño claro, caía en ondas por sus hombros.
—¿Perdiste algo? —preguntó él con una sonrisa seductora, los ojos de Blake viajaron del rostro de la chica hacia sus pechos, a través de la transparencia de la blusa y el brasier, se notaban sus erguidos pezones producto del frio.
Broke se esforzó por recuperar la compostura, su respiración era aún agitada.
—Sí, bueno, no... —titubeó antes de recuperar la compostura—. Quiero decir, no perdí nada, pero al menos merezco una disculpa. ¡Mira lo que hiciste! —exclamó, extendiendo los brazos para señalar su ropa empapada, su voz estaba cargada de ira.
Blake se mordió el labio, disfrutando de la reacción de Broke mientras intentaba desviar la mirada de la blusa transparente, consciente de su inapropiada distracción, además que cierta parte de su cuerpo empezaba a despertar.
Broke al darse cuenta de que la atención de aquel hombre estaba sobre su pecho, inclinó su rostro y se dio cuenta de lo que ella estaba mostrando. De inmediato se cerró la chaqueta cruzando sus brazos a la altura del pecho.
—¡Eres un pervertido! —gritó Broke, su voz retumbó en el viento con indignación mientras sus ojos centelleaban de ira al observar a aquel atractivo hombre.
Blake soltó un bufido, sus labios se curvaron en una mueca de desdén.
—Ni que fuera para tanto —comentó con su característico descaro. —¡He visto mejores! —Sonrió—, claro no naturales. —Guiñó un ojo.
—¡Eres un imbécil! —exclamó Broke, sintiendo cómo la ira bullía en su interior, incapaz de contenerla, con decisión, comenzó a golpear la cabeza de Blake con el folder que sostenía en sus manos, con movimientos bruscos y llenos de furia. —¡Todo es tu culpa! ¡Claro, como eres un hombre rico, no te importan los demás!
Desde el auto en el que viajaba la abuela de Blake, centró su profunda mirada en la escena, frunciendo el ceño, confundida.
—¿Es el automóvil de mi nieto? —preguntó con un dejo de sorpresa en su voz.
—Sí, señora —contestó el chofer, mientras se preparaba para abrir la puerta.
—Ayúdame a bajar —ordenó la dama, su tono fue como siempre autoritario indicando que no toleraría demoras.
El hombre obedeció de inmediato y la ayudó a cruzar la calzada hasta llegar donde Blake estaba siendo agredido por una extraña mujer.
—¿Qué ocurre aquí? —preguntó la señora Vanderbilt con voz enronquecida.
Broke se quedó quieta, volteó con lentitud, como si lo hiciera en cámara lenta. Miró a la elegante anciana.
«¡No puede ser! ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?» pensó ella, sintió que la sangre se le fue a los pies cuando sus ojos se encontraron con los de la empresaria. Reconoció a la señora por las revistas, sintiendo cómo se le secaba la garganta. En cambio, Dorothy no reconoció a Broke Carter, la mujer a quien quería ayudar por motivos personales. Había visto a la chica en fotos, pero no la reconoció y cómo iba a hacerlo, si la muchacha tenía el rostro sucio, el cabello alborotado y la ropa hecha un desastre.
La mirada seria de la señora Vanderbilt dejó sin palabras a Broke, quien se sintió momentáneamente acobardada ante su presencia imponente.
De pronto la dama volteó su rostro hacia su nieto.
—¡Blake! —exclamó la anciana, su tono se elevó en un llamado de atención. —¿No piensas responder? —Le dedicó a su nieto una mirada inquisitiva, esperando una explicación.
—Esta mujer comenzó a agredirme de la nada, abuela, no la conozco —respondió Blake, tratando de mantener la compostura a pesar de la situación caótica.
«¿Abuela? ¿Es el nieto de la señora? ¡El imbécil es un Vanderbilt!» El corazón de Blake comenzó a latir con fuerza y palideció, sintiendo cómo el peso de la vergüenza lo oprimía. Sin embargo, no podía permitir que la señora tuviera una mala impresión de ella, a pesar de no haberse presentado a la entrevista.
—¡No es cierto! ¡Mire cómo me dejó su nieto! —gritó Broke, sus palabras sonaron llenas de indignación y resentimiento.
Blake salió del auto con una presencia imponente, su estatura destacaba sobre la mayoría, y su figura atlética mostraba que dedicaba largos minutos al gimnasio.
Broke pudo contemplarlo con mayor atención, notando cada detalle de la apariencia de aquel irrespetuoso hombre, pero no podía negar que su rostro era muy atractivo, estaba marcado por unos ojos azules profundos que parecían penetrar hasta el alma de quien los miraba. Sus labios carnosos invitaban a ser probados, y su nariz bien perfilada añadía un toque de distinción a su faz. La tez blanca resaltaba su atractivo, otorgándole un aura de elegancia natural. Vestía un impecable traje de diseñador, que realzaba su estilo refinado y sofisticado.
—¡No la vi, abuela! ¡Ella es una loca! ¡Seguro quiere sacarnos dinero! —exclamó, con la voz llena de indignación.
—¡Mentira! —Broke no pudo contenerse y descargó un golpe con su bolso sobre la cabeza de su interlocutor.
—¡Basta! ¡Señorita, cálmese! —intervino la anciana, tratando de calmar los ánimos.
Pero Broke estaba fuera de sí. La mera mención de Blake Vanderbilt la hacía hervir de rabia. Había perdido la oportunidad de conseguir un buen empleo por culpa de ese hombre. Fijó su mirada con seriedad en la anciana y con furia en el atractivo individuo que tenía delante.
—¡Su nieto es un pervertido! —gritó, dejando salir toda la frustración acumulada. Luego, se alejó de la escena con pasos rápidos, decidida a marcharse. —¡Ojalá no vuelva a verte nunca más, Blake Vanderbilt! —suplicó alzando sus ojos al cielo, como si hiciera una plegaria desesperada.