“Cuando el peligro parece ligero, deja de ser ligero”. –Sir Francis Bacon
Verz y Zela, avanzaron juntos por el pasillo de piedra, de este lado no era tan estrecho, tampoco era tan largo como los anteriores, desembocaba tan sólo unos cuatro metros adelante de frente con una puerta oxidada, a la izquierda también se encontraba otra puerta exactamente igual, con la diferencia que la de la izquierda estaba abierta.
procedieron a investigar primero esa habitación, se trataba de una sala excavada artificialmente en la roca viva, las manchas minerales en las paredes revelaban que antaño formó parte de una de las minas de la región, que por alguna razón fue abandonada y seguramente fuera convertida en prisión para aprovechar el espacio.
En la pared frente a la puerta, hacían una serie de huecos de forma rectangular, que tenían el espacio y la profundidad necesaria para que cupiera el cuerpo de cualquier criatura humanoide de estatura promedio, de pie.
Así era como se mantenía a los prisioneros entrantes, de pie, con las manos encadenadas sobre sus cabezas, hasta que eran llevados a la sala de interrogatorios.
En uno de estos huecos, se hallaba encadenado, el responsable de la penetrante peste que invadía la sala.
Se trataba de otro de esos esqueletos con armadura, aunque desarmado, el cual se movía violentamente, tratando de alcanzar a Zela y a Verz, una inspección más minuciosa, revelaba, que por lo menos otros cuatro c*******s habían estado ahí recientemente, se notaba por las manchas en los grilletes, era aquí sin duda, el lugar en el que los habían preparado, la pregunta que quedaba en el aire, flotando entre el hedor era, ¿Porque habían dejado a este aquí? lo cual daba para pensar que habían llegado de imprevisto y quienes quieran que fueran las nigromantes, no habían tenido tiempo de terminar este último.
No prestaron mayor atención al esqueleto, convencidos de que no había nada más salieron de la habitación, Verz se encargó de cerrar y atrancar la puerta, con la finalidad de que aquella abominación no pudiera salir nunca más.
la puerta frente al pasillo estaba cerrada, pero bastó tan solo una patada para abrirla, esto debido aquel cerrojo estaba muy oxidado, en esta cámara había muchísima humedad, debido a las filtraciones de agua en el techo, pedazos de metal oxidado y corroído de lo que antaño fueron máquinas de tortura se hallaban por todo el suelo, era fácil deducir por ende, que esta era la sala de interrogatorios, la magnitud de las torturas que se infligían aquí era fácil de adivinar por la disposición de las canaletas, que se hallaban moldeadas en la roca del suelo, por las cuales ahora corre agua limpia, pero que hace muchos años fueron diseñadas para enviar la sangre de las víctimas hacia la pila del fondo para posteriormente ser destinada al desecho una vez se hubiese coagulado.
Sorprendentemente, y en contraste con el resto de la caverna, esta sala se encontraba limpia, como si hubiera sido usada como refugio recientemente, sin embargo, esto no es posible, debido al estado de la puerta, al acercarse a la pila, al fondo de esta se encontraba la vieja tablilla, no era tan profunda, por lo que sin pensárselo Zela saltó dentro.
Verz se acercó para ayudarla, esta le pasó primero la tablilla, y posteriormente Verz la tomó del brazo para ayudarla a subir.
–No se tú, pero yo estoy fastidiado de estar aquí, –le dijo Verz mirándola a los ojos.
Zela asintió y le dio un beso en la comisura del labio.
–hora de largarnos, –le dijo mientras caminaba hacia la puerta.
Verz la siguió.
Ya con la tablilla regresaron hacia la puerta principal, tuvieron que esperar un largo rato ahí, hasta que un Alan visiblemente lastimado subió en compañía de Nize con la otra tablilla que faltaba.
–¿Que te pasó? –Preguntó Zela a Alan.
–No es nada, –Contestó mientras sacaba la tablilla de su mochila.
Pero Nize No se veía nada bien, el enfrentamiento había dejado estragos en ella, se desplomó contra la pared.
–¿Que sucede Nize? –preguntó Verz
–No se preocupen por mí, ustedes sigan adelante, estaré bien. –Dijo Nize, Mientras ya hacía, sentada en el suelo, con la espalda contra la pared.
–Y ahora que, –preguntó Zela.
–Creo que es hora de entrar –afirmó Alan Colocando la tablilla en el hueco que le correspondía.
Zela hizo lo mismo con la otra tablilla y un mecanismo interno se movió y la puerta de piedra se desplazó a un lado revelando un portón metálico de dos hojas increíblemente bien conservado con acabados en oro.
Entraron en una estancia iluminada por antorchas, Se trataba de una caverna natural con un techo bastante alto y el suelo de gravilla bastante irregular, Al fondo de la caverna había un altar improvisado con velas de cera a medio consumir, de frente a este, dos figuras femeninas con túnica negra cubiertas hasta la cabeza parecían estar rezando, en medio de ellas un esqueleto con armadura de pinchos equipado con un mazo hacía guardia de cara hacia la entrada.
Entró primero Alan, seguido por Zela quien llevaba arco y flecha en alto y al final Verz, en cuanto la puerta se cerró detrás de ellos las dos figuras femeninas voltearon descubriéndose el rostro revelando entonces que una era humana y la otra una criatura élfica con rasgos demoniacos y una cosa brillante colgaba de su pecho.
–¡Es una Tiefling! –Gritó Zela–, tengan cuidado con ella.
El esqueleto avanzó con lentitud hacia Verz, una bola de fuego impactó de lleno a Alan quien no esperaba el ataque y no pudo protegerse, la humana avanzó hacia un sorprendido Alan blandiendo un látigo de doble cola, revelándose asi como una painmaker, una de las colas del látigo impactó en su rostro causándole una herida sangrante.
A Verz el esqueleto le traía muy malos recuerdos, pensó en darle un espadazo, pero permanecía inmóvil, parecía fuera de sí, estaba petrificado ante aquel espectáculo.
Zela sabía que la Tiefling iba a ser el verdadero rival a vencer por lo que no dudó en apuntarle, espero a que esta realizara el ataque y tiro una flecha, pero el esqueleto se interpuso recibiéndola en su armadura, en la cual aquella flecha no pudo ni rasguñar siquiera.
–Mierda, Dijo.
Alan empuñó su estoque, ignoró a la Tiefling y fue directo contra la painmaker humana, echando esta atrás ante la primera estocada y logrando conectar dos de tres golpes a través de la túnica causándole bastante daño, pero sin haber tocado aun puntos vitales, esta intentó contraatacar con el látigo, pero solo consiguió golpearse ella sola cuando Alan retrocedió de un salto hacia atrás.
El esqueleto soltó un primer golpe con el mazo hacia el abdomen de Verz, Verz alcanzó a hacerse hacia atrás, el golpe le dio, pero no con suficiente fuerza, aunque sirvió para hacerlo reaccionar, rápidamente blandió su espada, en dos movimientos uno lateral hacia la izquierda y otro en estocada a dos manos, si bien el primero solo rasgó un poco las vestiduras el segundo partió en dos a la criatura que ahora arrastraba su parte superior sobre el suelo.
Zela volvió a intentar un tiro contra la Tiefling, pero está ya estaba disparando una bola de fuego, ambos ataques impactaron en el aire cerca de Verz produciendo una llamarada que derribó a este, dejándolo a merced del dorso de esqueleto que se arrastraba hacia él chasqueando los dientes.
Alan mientras tanto cargó contra la painmaker aprovechando que se encontraba herida, repitiendo el movimiento, esta vez sin fallar ningún golpe, conectó el primero al abdomen el segundo al corazón y el tercero al cuello mientras se desplomaba de rodillas ante él, cayendo con la cabeza de lado dejando ver el símbolo de Loviatar marcado en su cuello.
Verz dio un giro rápido para reincorporarse mientras el esqueleto trataba inútilmente de morder sus pies, tomó su espada y la enterró en la cabeza de aquella criatura dejándola quieta de una vez por todas.
La Tiefling entonces vio una oportunidad de oro y lanzo una bola de fuego directa contra Verz.
–¡Cuidado Verz! –el grito de Zela llego justo a tiempo para que Verz rodara hacia la izquierda evitando el ataque de la Tiefling .
Zela nuevamente lanzo una flecha contra la Tiefling, esta vez acertando en su hombro izquierdo, pero la Tiefling lejos de retorcerse de dolor dirigió una sonrisa terrorífica hacia Zela, mientras con la mano derecha sacaba la flecha de golpe, entonces se quitó la túnica en un solo movimiento quedando completamente desnuda, dejando ver un cuerpo femenino, con proporciones estéticas bien definidas pero cubierto por escamas, un enorme látigo de cuatro colas aparecía en su mano derecha y una enorme cola con aguijón en la punta era ahora visible.
–¿Qué demonios es esa cosa? –preguntó Alan.
–Es una Tiefling , mitad demonio, mitad humano, –explicó Zela.
–Gracias, eso es muy tranquilizador, –dijo Alan con sarcasmo.
La Tiefling avanzó hacia el centro de la Habitación blandió su látigo que se dividió en cuatro golpeando por partida doble a Alan, uno más contra Zela y Otro contra Verz quienes alcanzaron a esquivar, Alan lo intentó, pero no pudo, y le costó llevarse una estocada más con el aguijón de la cola, cayo de bruces sobre el suelo en un charco de sangre, respiraba con dificultad tratando de alcanzar su guitarra.
Verz se abalanzó sobre ella con su espada, esta rodó para evitar el golpe, pero Verz ya tenía la daga preparada en la otra mano para recibirla por si lo hacía, había sido un golpe justo al hombro lastimado, sacó la daga tan rápido como entro y la volvió a clavar en el mismo lugar. Pero aquella cosa no dejaba de sonreír.
Lo que más desconcertaba a Verz era que aquella cosa a pesar de tener las heridas visibles no sangraba, era como si se rasgara un pedazo de tela, se ve el corte, pero no hay sangre, además una de dos, o aquella cosa disfrutaba el dolor o era incapaz de sentirlo, porque no se inmutaba en lo absoluto.
Zela se arriesgó a colar una flecha entre el hueco que dejaba Verz dando en la pierna de la Tiefling , el aguijón pasó rozando muy cerca de la cabeza de Verz, Zela se percató de que Alan había desaparecido, Verz nuevamente levantó su espada tratando de clavarla en el dorso de la Tiefling que se movió rápidamente para evitarlo, pero Verz levantó el golpe hacia arriba y esta no lo vio venir. Fue un corte certero en la mitad del pecho.
–Bien Verz, —dijo Zela mientras preparaba una flecha más, pudo entonces distinguir entre el ruido las notas de la guitarra de Alan, sintió que una gran fuerza la invadía por dentro.
–Sonríe a esto, –dijo mientras apuntaba directo a la cabeza.
Soltó la flecha, que cortó el aire pasando cerca de la cabeza de Verz, acertando en la frente de la Tiefling quien se convirtió en un polvo negruzco que se esparció por la habitación dejando caer un objeto metálico.
–¿La matamos? –preguntó Verz mientras levantaba aquello que parecía ser la llave mágica
–No lo creo, –respondió Zela–, es un demonio, son muy difíciles de matar
–¿Dónde esta Alan? –preguntó Verz
–Alan reapareció justo donde había caído, estaba inconsciente pero vivo, Nize entro corriendo a la habitación.
–Estaba preocupada, la puerta de piedra se cerró justo cuando ustedes entraron y no pude ayudarlos–, dijo mientras se arrodillaba junto a Alan–, no soy tan poderosa como Yuria, pero puedo intentarlo.
Colocó sus manos sobre Alan y un brillo inundó el cuerpo de él, dejó de sangrar, luego entonces recupero el sentido y se incorporó, aun adolorido y sin poder moverse adecuadamente, Verz lo ayudó a levantarse y a caminar apoyado en su hombro, aun tenían que salir de ahí.
Avanzaron por el intrincado pasillo de regreso, Verz apoyaba a Alan mientras Zela cargaba con su maleta y su guitarra, Nize por su parte traía el estoque, llegaron a la celda en donde estaba amarrado el m*****o de la guardia, a decir por su rostro ya se encontraba más tranquilo, aunque todavía seguía delirando. Zela se apresuró a desamarrarlo colocando la guitarra a un lado, lo ayudó a incorporarse.
–¿Puedes caminar? –preguntó Zela.
Aquel hombre asintió con la cabeza, Zela levantó la guitarra del piso y todos salieron de aquella celda volviendo al pasillo principal. Caminaron juntos por largo rato, pasaron por la entrada del comedor, un tanto más adelante llegó a la bifurcación, ahí se toparon con Eddart, Arigoth y Yuria.
–¿La encontraron? –preguntó Arigoth.
Verz sacó del cinto una cosa brillante, era una especie de bastón en miniatura que tenía algunas muescas e inscripciones rúnicas, todos sonrieron con gran alegría.
–¿Y dónde está Jack? –preguntó Zela.
La cara de alegría se transformó en tristeza, Arigoth procedió a contarles la historia.
–vaya desgracia, –dijo Zela–, siento pena por él.
–Zela, Será mejor que tú lleves esto, –Dijo Yuria entregándole el lanzagarfios de Jack.
Zela lo miró con asombro, sabía lo que era, pero no imaginaba que Jack tuviera uno.
–Por cierto, alguien sabe lo que son estos polvos, –dijo Arigoth mientras mostraba la bolsa de polvos Cam.
–No, –dijo Zela–, Pero podremos preguntarle a algún mago en la ciudad
–Tomen, –dijo Arigoth Mientras daba una bomba de humo a Eddart y otra a Verz–, será mejor que lleven una, podría ser de utilidad.
Permanecieron allí unos instantes contando cada uno sus historias, después de eso avanzaron en fila hacia la salida por la que habían entrado a esa prisión, El camino de regreso a la ciudad parecía ser más largo por el cansancio y porque se hacía de noche.