“Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz” –Heródoto de Halicarnaso
Verz, Zela y Arigoth salieron temprano de la posada para recoger sus armas en “Espadas Daboak”, como siempre, el señor Daboak los recibió amablemente.
–Pasen, Pasen, –dijo–, mis ayudantes han terminado de preparar sus armas.
Dicho esto, toco la pequeña campanita, el mismo enano salió de la parte de atrás.
–Si mi lord, –dijo el Enano.
–Traed las armas para nuestros amigos, –dijo el señor Daboak
–Como usted ordene mi lord, –dijo el enano.
Acto seguido entro nuevamente y salió con el par de espadas, posterior mente volvió a entrar, las espadas además de afiladas habían sido pulidas y abrillantadas, las empuñaduras habían sido reforzadas, y las hojas no mostraban muesca alguna, realmente era un trabajo de mucha calidad. Verz y Arigoth, ambos envainaron sus espadas.
–serán 2 monedas de oro de cada uno, –Dijo el señor Daboak
Estaban tan contentos con el trabajo realizado que pagaron inmediatamente sin hacer reclamación alguna por el precio.
Volvió a salir el enano, trayendo consigo 30 flechas que ciertamente eran de la más alta calidad, las puntas estaban perfectamente afiladas, Zela se tomó el tiempo de revisar una por una.
–de esas serán 1 pieza de oro y una de plata –dijo el señor Daboak.
Del mismo mod Zela p**o sin hacer el menor comentario o reproche, el trabajo era perfecto.
Jack también estaba cerca de las armerías, necesitaba no solo ropa sino una armadura, pero necesitaba que fuera de cuero, para que no pesara tanto, en realidad solo la parte de arriba y ciertamente la encontró era bastante linda, una armadura de cuero n***o flexible, dos bandas transversales adornaban cruzando en diagonal por el frente formando una equis.
Pero 80po era un precio demasiado alto, asi que simplemente se escabullo sigilosamente en la tienda aprovechando la distracción del dueño, quien estaba muy ocupado tratando de atrapar un par de gnomos que se habían revelado en el taller.
Asi que simplemente entro sin hacer ruido, tomo la prenda, se dio el lujo de ponérsela ahí mismo además tomo un puñado de bombas de humo y salió, aquello había sido demasiado fácil, cuando estando fuera de la tienda, escucho un grito
–¡auxilio! un ladrón
Pensó en su lanza garfios, pero no había donde apuntar, asi que corrió lo más rápido que pudo esquivando a la gente que trataba de atravesarse para cerrarle el paso.
Por fin diviso un lugar donde utilizar la lanza garfios, asi que apunto y subió rápidamente a un tejado y mientras subía soltó una bomba de humo de las que había tomado y huyo saltando entre los tejados mientras que la gente era incapaz de verlo debido a la densa nube de humo que había soltado esa bomba.
Verz, Zela y Arigoth salieron tan rápido como pudieron en cuanto oyeron el tumulto, pero no alcanzaron a ver nada, el humo era muy denso.
Eddart había decidido quedarse en la posada, no le hacía falta nada. Se encontraba afilando el mismo la hoja de su hacha con una especie de roca, cuando llego Yuria a sentarse a su lado.
El la miro con el rabillo del ojo
–¡¿Qué quieres?! –Dijo–, No vez que estoy ocupado.
–Eddart –Dijo Yuria–, eres un gran guerrero.
Eddart se sonrojo.
–¿tú crees? –pregunto mirando de reojo
–Eres, fuerte, inteligente, Guapo… –le dijo con una sonrisa coqueta.
–¿Guapo? –la cara de Eddart se volvió totalmente rojiza. Olvido lo que estaba haciendo
–Si, muy guapo, –le dijo apretándole el cachete.
–oye, –Continuo–, podrías ayudarme con algo.
–Si claro, –dijo Eddart–, lo que quieras
–Necesito aprender a usar una daga en combate ¿puedes? –dijo Yuria
–Y ¿para qué quiere una joven tan tierna como tu aprender eso? –Dijo Eddart.
–Se que físicamente soy débil, pero tampoco quiero ser una carga o un estorbo para ustedes, –Lo dijo cabizbaja con una mirada triste y casi llorando.
–¡Oh ya! –le dijo Eddart mientras la abrazaba–, está bien te ayudare, ven conmigo.
Salieron juntos hacia el jardín de la posada.
Alan, el bardo, por su parte se la paso haraganeando toda la tarde abrazando su guitarra y durmiendo.
Verz, Zela y Arigoth fueron los primeros en llegar al templo, subieron la gran escalinata para encontrar la puerta cerrada u al guardia gigante delante de esta.
–Ok, esperaremos aquí, –dijo Verz
Zela y Arigoth asintieron
–Ayer no estuve pensando en lo que dijo el gnomo, –dijo Zela–, ¿A qué se referirá con la “herida verdadera”?
–no lo sé, –dijo Verz–, yo creo que es una especie de amuleto colgado al cuello de un dragón.
–yo más bien creo otra cosa, –dijo Arigoth–, verán, se supone que es un culto, pues entonces debe ser un objeto sagrado, algo asi como un cristal místico, que está protegido y custodiado en algún templo.
–Creo que Arigoth tiene razón –Dijo Zela–, eso sería lo más probable.
–¿Y por qué nos interesaría? –Dijo Verz.
–Pues, –dijo Zela–. porque Nize dijo que la misión tendría que ver con las painmakers y las painmakers son las seguidoras de Loviatar y es bueno saber cuáles son las debilidades de tu enemigo.
–Ni siquiera sabemos si estas son el objetivo principal, –dijo Verz
–Puedes pensar lo que quiera amiguito, pero yo creo que el ataque que sufrimos en el camino no fue por azar –dijo Zela–, alguien no quería que viniéramos aquí.
Verz y Arigoth se quedaron pensativos, Zela tenía un buen punto, si las painmakers los habían atacado era por alguna razón que hasta ese momento para ellos era desconocida, la única que parecía tener las respuestas era Nize y ese secretismo ya comenzaba a molestarles.
–Oye Zela –dijo Verz– ¿tu brazo?
–¿Qué tiene mi brazo? –dijo Zela
Miro su brazo sorprendido, la herida hacia cerrado por completo y no había dejado cicatriz alguna.
Desde la posada vieron acercarse a Eddart y Yuria, venían riendo, como si fueran grandes amigos de mucho tiempo, era muy raro verlos a ambos reír asi, Yuria, la introvertida y Eddart el enano gruñón, vaya que a todos les faltaba conocerse un poco más.
El siguiente en llegar fue Jack luciendo su nuevo atuendo, Zela lo miro con curiosidad.
–de ¿casualidad no habrás sido tú el que causo el alboroto en las armerías verdad? –dijo.
–no sé de qué hablas, –contesto Jack, sin tomar la menor importancia al comentario de Zela.
Esta iba a preguntar algo más, pero Verz le toco el hombro para que no siguiera, después de todo Jack sería su compañero y no valía la pena pelear con alguien de quien podría depender su vida más adelante.
Alan fue el último en llegar, como siempre cargando su guitarra.
–disculpen por la tardanza, tenía que hacer cosas, ustedes saben los negocios. –dijo
–¡Eso es mentira! –dijo Eddart con voz severa–, Yuria te pregunto si vendrías y dijiste que no, que para que, que seguramente sería una pérdida de tiempo y que preferías seguir durmiendo.
–Cambie de opinión viejo, ¿qué tiene de malo? –dijo Alan.
–¿A quién le dices Viejo? –dijo Eddart mientras se desmontaba el hacha de la espalda.
Justo cuando Alan se disponía a usar su guitarra la gran puerta del templo comenzó a abrirse mientras los gigantes de la entrada se quitaban del paso.