Capítulo XIV. El ritual, parte 3

1131 Words
“El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional” –Buda Establecido lo anterior aquellas novicias que sabían perfectamente lo que debían hacer, pues durante gran parte de su vida fueron preparadas para ello, se recostaron sobre el carbón que, si bien había sido apagado por la sangre del carnero, aún estaba lo suficientemente caliente como para escocer las heridas sangrantes cicatrizándolas en un momento sumamente doloroso. Sin excepción las seis gritaron al momento de colocarse de espaldas sobre la cama ardiente, alguna de ellas se levantó, pero mantuvo el temple y se volvió a acomodar. Todas abrieron sus piernas con las rodillas rojas y sangrantes debido a las quemaduras en alto, cada uno de los hombres se quitó la túnica y tomo a una de ellas mientras por indicación de la mujer de la túnica roja, el sonido del tambor se reanudo, primero suavemente y luego incrementando, marcando asi el ritmo ahora para el movimiento de caderas de aquellos hombres. Cada cuanto el hombre del tambor hacia una variación en el rimo que indicaba que los hombres debían moverse una posición a la izquierda, siempre a la izquierda, es decir cambiaban de pareja. La sangre producida por la pérdida de la virginidad se confundía entre en charco inmenso que rodeaba el lugar. Uno de los hombres levanto la mano, la mujer de rojo se acercó, dijo algo a las otras dos mujeres de n***o que estaban con ella y estas sacaron a rastras del círculo a la novicia, la cual había muerto en la gracia de Loviatar. En cuanto el resto de los hombres terminaron su labor con las novicias, estas se incorporaron tambaleantes, y avanzaron hacia una pequeña alberca de agua caliente, en cuanto entraron se tiño de rojo, y el ardor en la piel hizo que los gritos se reanudaran. Los hombres se retiraron, incluyendo al del tambor, habían cumplido su función, la mujer de rojo ordeno que trajeran a la novicia que había salido del círculo ante su presencia, esta se jaloneaba y se resistía a avanzar por el pasillo. Tuvieron que amarrarla al templete, la mujer de rojo la azoto con el látigo de nueve colas sin ningún tipo de piedad, una y otra vez, la sangre salpicaba a borbotones y sus gritos resonaban horriblemente por todo el lugar, hasta que finalmente cesaron y quedo desmayada con un charco de sangre a su alrededor. Hizo llamar entonces al padrino al que le correspondía, la niña, aun no estaba muerta, pero su respiración era muy tenue, a partir de ese momento el hombre podía hacer con ella lo que quisiera siempre que se asegurara que no quedara con vida. No pierda de vista, que el culto prohibía matar de manera directa, es decir, no se podía colgar, decapitar apuñalar o acuchillar ni nada que causara la muerte de forma inmediata, asi que el destino de aquella novicia sería ser torturada hasta que Loviatar decidiera recoger su alma. aquel hombre la tomo, la cargo en hombros y salió del recinto hacia la parte trasera del templo, en donde, es necesario recordar se encontraba la sala de torturas. En cuanto al c*****r de la otra joven, de la que falleció, esta debía ser enterrada con honores en la parte trasera del templo, pero la ceremonia se haría al terminar el festejo, mientras, sería colocada en un peño pedestal como ofrenda. –Señora mil disculpas por interrumpir, –dijo una voz –Acércate, mi fiel Dina, –dijo la mujer de rojo–, ya hemos terminado. Dina, la mujer de túnica negra se acercó hasta la mujer de túnica roja. –le tengo noticias, –dijo Dina–, tenemos los nombres de los elegidos por la gran señora, para el ritual, que desea hacer, propongo que digamos a los hombres de la guardia que los capturen con cualquier pretexto. No Dina, –respondió la mujer de túnica roja–, eso sería muy sospechoso, lo de la captura yo me encargo, por ahora acompáñanos al banquete. Los elegidos eran personas, que tenían ciertas características, entre ellas no debían ser inocentes, debían ser merecedores del dolor, ello quería decir que debían haber infligido dolor, al menos una vez en su vida, a seres inocentes, haber asesinado sin remordimientos a alguien que no lo merecía o haber traicionado la confianza de alguien de forma premeditada, eran las condiciones principales. La puerta del templo que antes estaba cerrada se abrió, cerca de doscientas mujeres aguardaban, un gran carnero preparado ya hacia sobre la mesa, asi como diversos frutos, y aves cocinadas. Entraron primero las cinco mujeres, antes novicias ahora vistiendo una túnica negra, señal de que eran parte del culto, hubo aplausos y jubilo entre la muchedumbre, cada una tomo un lugar en la mesa principal, en sus rostros se dibujaba aun el dolor paro ahora mezclado con una gran sonrisa. Después salió la mujer de la túnica roja a acompañada por Dina y las otras dos mujeres de túnica negra, se hizo el silencio, entonces la mujer de túnica roja comenzó a hablar fuertemente. –Queridas Hermanas de dolor y agonía, el día a llegado y nuestra señora está cerca. Alegraos porque con su gran justicia limpiara el mundo del mal castigando a los impuros. En los próximos dias llegarán los tributos, los elegidos, pero creedme cuando les digo que no vendrán solos, y no será una labor fácil pues nuestro culto tiene muchos enemigos. Es posible que perdamos a algunas de nuestras hermanas y hermanos en el proceso, pero será por el bien mayor, estoy segura de que nuestra señora recompensará vuestro valor, tener fe, y poner sus vidas en las manos de la gran señora Loviatar. Mientras tanto gocemos de este gran banquete ofrecido a favor de las nuevas integrantes de nuestra comunidad, las cuales han soportado la gran prueba y sacrificio que exige pertenecer a ella, que sus lazos de sangre que han establecido hoy jamás se rompan y que se vean siempre como hermanas del mismo flagelo. El banquete fue un éxito, las recién iniciadas fueron aceptadas por la comunidad y reconocidas como nuevos miembros, aquellas mujeres y hombres ese día festejaron grandemente hubo cantos hubo danzas y al final, una gran orgia. Pero para la mujer del vestido rojo, las cosas se complicaban, pues tendría que urdir un plan que le ayudara a secuestrar a los elegidos, y luego que al menos uno pudiera sobrevivir al camino del dolor, lo cual era muy improbable. Pero sobre todo lo que más le preocupaba era que no hubiera intrusos que impidieran que se llevara a cabo el ritual, por lo que, si tenía que echar manos de algunas vidas de sus seguidoras lo haría, no había pues, honor más grande que morir sirviendo a Loviatar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD