“No soy un demente, solo soy un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo”. –Albert Fish
Del otro lado de la caverna que componía la prisión el pasaje parecía más ancho, al menos era posible que caminaran y se movieran más cómodamente, Jack, Yuria, Arigoth y Eddart, avanzaron por esta ruta, los dos primeros iban atrás y los dos últimos adelante.
Algunos metros después comenzó la peste, sabían bien lo que se avecinaba, ya habían sentido ese olor con anterioridad, así que estaban más que preparados para ello.
no transcurrió mucho tiempo antes de que se toparán con él, otro de esos esqueletos tambaleantes que portan armadura y espada, sabían pues, que no era un enemigo fácil de vencer, por lo que debían tomar la pelea con cautela.
Así pues, Arigoth plantó cara al desafío, y esperó con el escudo preparado a que esté tirara el primer golpe.
Tan pronto como lo hizo, Arigoth, soldado diestro en las artes de batalla, empujó a un lado la espada de aquel no muerto y golpeó con la suya en el abdomen de aquel c*****r putrefacto, sin embargo, la pesada armadura que llevaba el c*****r impidió que penetrara lo suficiente.
Eddart aprovechando que el atacante se había doblado levantó su hacha para asestar un golpe vertical, consiguiendo atravesar el duro casco, y partirle la cabeza en dos.
No obstante, aquella abominación seguía de pie, y se disponía a atacar nuevamente, lanzó un espadazo en horizontal, que logró hacer un rasguño a Eddart, y que Arigoth, logró parar con su escudo, alistando así otro golpe de estocada directo, esta vez logrando atravesarlo, dejando un reguero de vísceras podridas al sacar su espada.
–¿Estás bien? –preguntó Yuria a Eddart
–Si, no ha sido nada, mira, –contesto Eddart subiéndose la camisola dejando ver solo un pequeño rasguño–, este cuero resiste, je je je.
Yuria, no insistió ante la negativa de Eddart, de ser curado, después de todo además de ser enano, era un Guerrero valeroso y orgulloso.
Una vez más reemprendieron el viaje hacia las profundidades de aquella caverna, unos metros adelante de donde habían acabado con el Guerrero zombie, encontraron una nueva bifurcación, esta vez había un camino de bajada y uno de subida.
Motivo por el cual se verían forzados a dividirse nuevamente, Arigoth iría hacia abajo con Jack, mientras Eddart iría hacia arriba con Yuria.
Con la antorcha de Arigoth, encendieron otra rama, que Yuria insistió en llevar ella, después de todo era la que menos había participado hasta el momento, se despidieron deseándose buena suerte y emprendieron cada pareja su camino.
El camino por el que bajaron Arigoth y Jack, era bastante estrecho, sólo cabía uno a la vez, se prolongaba en pendiente durante varios minutos, y el suelo se volvía fangoso, así avanzaron por un largo rato que parecían horas interminables.
El estrecho corredor de roca finalmente terminaba abriéndose en una gran caverna, En donde el agua cubría los tobillos de Jack y Arigoth, el suelo parecía hecho de arena fina, y entre más se adentraban mayor profundidad tenía.
Un poco más adelante, lograron ver gracias a la luz de las antorchas, un pequeño barco amarrado a un poste de hierro oxidado y corroído por la humedad, curiosamente, el barco parecía estar en perfecto estado y haber sido ocupado hace poco.
Unos metros antes del barco, había en el agua dos objetos brillantes que resplandecían ante la luz de la antorcha, Jack conocía muy bien ese brillo, era oro, no tenía la menor duda, sin pensárselo dos veces echó a correr hacia este.
–¡Jack espera! –grito Arigoth.
Pero Jack no iba a detenerse, Recogió las dos monedas de oro y las colocó en su bolsa.
–Son mías, yo las he encontrado, y no me las quitarás. –dijo mientras apuntaba a Arigoth con la misma espada que éste le había dado hace poco.
–tranquilízate, Jack –dijo Arigoth.
–No, –contestó Jack–, yo sé que las quieres, pero son mías.
detrás de Jack, comenzó a formarse una especie de espuma.
–Jack, corre. –dijo Arigot Echando a correr hacia la entrada del tunel
–Ja, no voy a caer en eso, –dijo Jack.
Se dio la vuelta instintivamente, sólo para ver como un enorme cangrejo emergía de la arena justo detrás de él, no tuvo tiempo de reaccionar, la gran pinza lo atrapó por la cintura, y la espada que sostenía cayó.
Intentó clavar la daga, pero la coraza de aquel animal era muy resistente, tan resistente que rompió la pequeña daga, Arigoth Al ver que su compañero estaba en problemas, decidió regresar y hacer frente a la bestia, clavó la antorcha en uno de los antiguos soportes y corrió tan rápido como su armadura lo permitió.
Aquella bestia intentó prensar a Arigoth con su tenaza libre, pero este, rodo hacia el frente, colocándose debajo de su abdomen, –ahora o nunca, –se dijo a sí mismo y enterró la espada, en el abdomen de aquella criatura, salió rodando por Enmedio de sus patas, mientras ésta se desplomaba liberando el c*****r de Jack; si, Jack estaba muerto.
Arigoth se quedó sentado por largo rato junto al c*****r de su compañero, lamentándose no haber sido capaz de salvarlo, le hubiera gustado esbozar algunas palabras, pero éstas no eran posibles, había conocido realmente muy poco a Jack y claramente este había muerto por su propia estupidez, por lo tanto, no se sentía en el fondo tan culpable, pero si le lastimaba su muerte, como en el pasado le había lastimado la de cada compañero caído en batalla.
Convencido de que, ya que estaba muerto, aunque con cierta pena, Arigoth hurgo las pertenencias de Jack, recuperando de este, su ganzúa, su lanza garfios, una cuerda, las tres bombas de humo que había robado, siete monedas de oro y una bolsa con polvos misteriosos.
Después de eso revisó el bote, no parecía tener la gran cosa, colocó en éste el c*****r de Jack, los desamarró y le prendió fuego a la madera, está ardió y empezó a consumirse mientras se alejaba, Arigoth no pudo evitar soltar una lágrima.
Pasó un poco más de tiempo, antes de decidirse a emprender el camino de regreso, no sin antes revisar cada rincón de aquella caverna buscando la llave mágica que los había llevado hasta ahí.