La noche llegó de nuevo y ahí estaba otra vez sumergida en ese escenario que la acosaba todas las noches cuando observaba entrar al rubio.
El rubio estaba más inquieto de lo normal – ¿Qué te pasa, Vincent? – le cuestionó al verlo ansioso.
– Ahí está ese imbécil – masculló enojado entre dientes.
– ¿Quién? – interrogó ella con timidez.
– ¡El imbécil de Aaron Evans! – exclamó estresado.
–Ahhh, ya veo. El capitán del equipo de futbol de la facultad de derecho – exclamó. –Es la primera vez que lo veo por aquí…- comentó curiosa porque lo conocía a causa de su primo Chuck, así que ella también paniqueó un poco, porque Aaron la conocía y podía delatarla.
– Kloe, ¿A caso sabes quién es el capitán del equipo de futbol de la facultad de ingeniería química? – le cuestionó alzando la ceja, como si sintiera que esa chica lo estaba menospreciando.
– Si Vincent, sé que eres tú – sonrió divertida por ver las muecas que el rubio ponía. –Pero ellos son bicampeones y tú eres subcampeón – rió un poco.
– ¡Kloe, que tú me traiciones así! – exclamó indignado.
– Es broma, vamos calma, ¡que hoy están al dos por uno los Martini´s que tanto te gustan! – le guiñó el ojo.
– Ahhh es verdad, jueves de dos por uno. Pero hoy quiero un “Toro bravo”– exclamó.
–¡Olé! – exclamó en un tono español. – Sí que estás de mal humor, ese es un coctel fuerte – añadió ella, mientras tomaba nota en su libreta
Vincent sonrió de forma traviesa y Kloe no sabía si desmayarse o preocuparse por esa expresión.
–Y… ¿Qué te parece si te doy cincuenta grandes a cambio de que le derrames “accidentalmente” su bebida encima al imbécil de Aaron Evans? – intentó sobornarla.
– Esa no es mi mesa, para empezar, mientras más lejos este yo de los de la facultad de derecho mejor – exclamó estresada.
–¿Por qué? – cuestionó. – ¿También te gustan o algo así? ¡No me digas que es de derecho el chico que te trae loca! – exclamó.
Ella rodó los ojos.
–Al menos no tiene ni la menor idea de quien me trae loca – pensó en sus adentros. –Ehhhh…– exclamó. –Entonces… ¿te traigo el “Toro bravo”? Hoy sí que sacudirá su coctelera Lee – murmuró cambiando de tema. –Y no olvides el dos por uno en Martini´s, puede ser tu siguiente bebida – exclamó Kleo.
–Tú quieres emborracharme más rápido de lo que planeaba – masculló el rubio haciendo un gesto desaprobatorio.
–Solo quiero la comisión por vender la oferta de hoy – se encogió de hombros y puso una sonrisa cómplice.
–Bien, poniéndolo así supongo que sí, total alguien acaba de recordarme que por dos años he sido subcampeón – la miró con recelo y ella escondió su sonrisa detrás de su pequeña libreta. –Y que el imbécil causante de todos mis problemas tanto deportivos como amorosos se encuentra a unos cuantos metros de mí – argumentó mientras visualizaba de reojo al azabache quien atento y con calma probaba de su bebida.
– Calma, recuerda… hay que ser un poco supersticiosos. Tú deseo se cumplirá si lo deseas con el corazón– le sonrió intentando darle ánimos.
– Mi deseo en este momento es ver a Aaron Evans mojado porque alguien “Accidentalmente” derramó una copa de vino tinto en su traje – comentó mientras deslizaba un billete de cincuenta dólares sobre la mesa.
– Eso no pasará – exclamó mientras sonreía. –Pero esos cincuenta grandes puedes dejarlos de propina por la atención de la amable mesera – le sonrió.
–Mmm… – colocó una media sonrisa en sus labios. –Lo voy a pensar, los dejaría si me dices quien es ese chico que te gusta. Tengo mucha curiosidad – le hizo saber con un tono de voz desesperado. –Ya sé… –susurró despacio. –Es ese chico ¿no? – la jaló del brazo y le señaló al castaño quien en ese momento estaba pasando por ahí. – Es el Jhon Park ¿no? De biología ¿cierto? – interrogó con su par de ojos azules abiertos de par en par.
– Es James Parker y está en veterinaria – añadió ella rodando los ojos.
–¡Ah! ¡Sabes todo de él! ¡Es obvio que ese chico te gusta! ¡Serio, misterioso! Además, he escuchado que él es el que se la pasa organizando por las r************* eventos de apoyo a los animales. Todo el tiempo me llegan sus notificaciones – guardó silencio un momento. –Ya veo… te gustan los chicos ecológicos – le guiñó el ojo. ¿Qué estupideces estaba diciendo? Si aún no le había traído las bebidas.
Suspiró.
–Es tan idiota – pensó divertida, pero al mismo tiempo relajada. –Al menos no sospecha que él me trae loquita – caviló. –Ehhh…– balbuceó.
–Mmm… te dejé al descubierto – sonrió como si hubiera revelado un gran secreto.
–Claro – exclamó con ironía y mejor decidió salir de ahí.
Salió un momento a la calle. Según ella estaba tomando su descanso de quince minutos, su correspondiente descanso, procuraba tomarlo siempre que la rojita comenzaba a cantar y no era por el hecho de que la odiará, porque no era nada de eso, tan solo detestaba ver la cara de imbécil que ponía el rubio al verla, odiaba eso y odiaba más la sensación que transitaba por su cuerpo cuando descubría que no importaba lo que hiciera porque al final ella jamás podría tocar el corazón de Vincent Mayers.
–Al menos ya hablas con él – escuchó una voz a sus espaldas.
–¡Ah! – gritó dando un brinco mientras apretaba su pecho. –Dasha…– suspiró mientras intentaba recuperar el aliento.
–Tranquila – esbozó una media sonrisa e inhaló de su cigarrillo. –Veo que ya tienes avances con tu rubiecillo idiota – la miró.
– Sí, no mucho, pero si – sonrió con melancolía mientras miraba al suelo.
–Tranquila, ya vendrán tiempos mejores – le guiñó el ojo, tiró su cigarro al suelo y después de pisarlo entró al bar dejando reflexionar sola a la chica.
¿Acaso sabía algo? ¿¡Por qué no le decía!?
–¿Tiempos mejores? – murmuraba sin entender. – ¿A qué se referirá? – se preguntaba mientras empujaba la puerta de salida de empleados después de haberse puesto el saco porque en esa noche había mucho frío. –Vincent ¿Sigues aquí? – alzó la ceja impresionada. –Elena ya se fue – le reveló mientras se ajustaba el suéter para disponerse a caminar.
–Ya sé – bajó la mirada.
–Lo siento – intentó consolarlo, era tan raro que intentarlo, sentía que estaba siendo hipócrita pero lo que realmente pasaba por su cabeza es que odiaba el gesto melancólico que él ponía.
–Se fue con Aaron Evans – se mordió el labio.
–Quizás son buenos amigos…– intentó animarlo sabiendo que le estaba mintiendo.
–Creo que están saliendo – mantuvo su mirada en el suelo como si de repente fuera la cosa más interesante del mundo.
La chica quedó estática, no sabía que decirle. Ni siquiera sabía cómo debía sentirse, de alguna forma Elena le dejaba el camino libre para intentar acercarse al rubio, pero sabía que antemano que él estaba muy enamorado de la rojita, nada de lo que hiciera funcionaría o eso creía ella.
–¿Dices que te gustan mucho las hamburguesas? – intentó consolarlo.
– “Shake Shake” ya cerró desde hace varias horas – masculló mirando su reloj de mano.
– Qué mal…– sonrió. Él elevó la mirada sin entender a donde quería llegar. –Tendré que cocinar yo ¿te parece? Y de paso platicamos lo del dichoso proyecto – sugirió con ternura.
– ¿No es mucha molestia? – cuestionó incómodo y ella negó con la cabeza.
– Bueno, considerando que vivimos en el mismo edificio y que somos pareja para el proyecto de programación por mí al menos no hay problema, pero si no quieres, lo entiendo – exclamó mientras daba un paso al frente porque tampoco iba a rogarle. El rubio quedó estático mientras pensaba.
–Está bien– la alcanzó