–Chuck se veía tan sexy – chiló. – Las camisas tipo polo le quedan bien – exclamó Jenny mientras fantaseaba con él por los pasillos de la escuela para llegar a su clase.
Kloe puso los ojos en blanco.
– No sé porque lo tratas tan indiferentemente cuando te mueres por él, o sea; digo, cada vez que intento ayudarte con él sales con un comentario tan fuera de lugar que…– suspiró mientras se revolvía los cabellos.
–¡Por qué es súper codiciado en todo el maldito campus! ¡Es tu primo ¿pero sabes...? me vería como una más de las miles que se mueren por él, tengo que disimularlo! – exclamó mientras apretaba el puño. –Además “sonrojos” tú no eres nadie para criticarme – alzó la ceja. –Es más, ahí viene tu castigo divino por fastidiarme – se burló de ella mientras observaba al rubio aparecer tan de repente.
–¡Escóndeme rápido! Antes de que… – puso cara de pánico a lo que Jenny solo se burló dejándola totalmente a la deriva. No sabía si Jenny estaba siendo buena o mala amiga.
–¡Kloe! – exclamó el rubio mientras se acercaba a ella.
–Rayos… – apretó los párpados.
Jenny sonrió.
–Momento de desaparecer– le canturreó. –¡Cómo te iba diciendo Kloe, tengo que ir ahí a ese lugar sin importancia donde te dije antes! ¡Nos vemos en el salón de clase! – Kloe la fulminó con la mirada.
–Hola Vincent – sonrió mientras giraba sobre sus talones hacia él, tenía sobre sus pálidas mejillas el colorete acostumbrado.
–¡Hola, oye, no hemos hablado del proyecto! – le sonrió. –Además si no mal recuerdo… te debo algo por haber perdido esa vez contra ti – le sonrió. –¿Tienes tiempo ahora? – le cuestionó.
–Pues, tengo una hora libre – murmuró ella.
–¡Bien, vamos por un helado! – reclamó mientras la jalaba del brazo y la sacaba de ahí.
–Pero… yo…– intentó huir sin tener éxito en ello.
–¿Y cómo va tu conquista? – le cuestionó el rubio mientras salían de la heladería a la que la había prácticamente obligado a ir.
–¿Conquista? – exclamó, y al siguiente paso que dio observó a la gravedad ser desalmada con ella y como la temperatura hacía de las suyas. Sí, era triste ver su helado en el suelo sin siquiera conocer su sabor. –Torpe – murmuró mientras se detenía un momento a maldecirse internamente. –Estos nervios están que me matan – pensó en silencio. Rió intentando disimular su estupidez. –Bien, no importa porque… estoy a dieta – sonrió a medias.
–No pareces de esas chicas que hacen dietas – sonrió él. –De hecho, pareces de esas chicas que practican mucho deporte – ¿La estaba escaneando? Ella se abochornó.
– Practicaba voleibol, natación, kick boxing y alguna otra cosa que justo ahora no recuerdo cuando estaba en la preparatoria, pero ya no – sonrió nerviosamente – pero con mi helado en el piso… hay que verle el lado positivo a las cosas ¿no? – se encogió de hombros.
–¡Wow! Practicabas muchos deportes – hizo una cara de sorpresa y ella solo se intimidó más –Ten– exclamó él mientras la tomaba de la mano y justo en la barquilla del cono vacía que ella sujetaba depositó un poco de su helado de chocolate. Ella se sintió morir al sentir la delicadeza de su mano tocar la suya.
–Gracias – sonrió la muchacha sonrojada.
–Compartidas las cosas saben mejor ¿no? – esbozó una sonrisa.
–Ahhh, qué ganas de besarlo – pensó mientras lo observaba sonreír.
–¿Y bien? – retomó la plática.
–¿La conquista? – alzó la ceja. –Mal, él ni siquiera sabe que existo – suspiró.
–Hombre idiota – clamó el rubio.
Y ella no pudo evitar carcajearse por lo irónica que era su vida.
–Mejor cuéntame de ti ¿Cómo va la conquista con Elena? Estás más cerca de conseguirlo que yo… créeme – balbuceó mientras degustaba su helado, era muy dulce, pero a ella le supo agridulce su sabor.
El rubio tosió.
–Mal – suspiró. –Le gusta otro chico, desde siempre le ha gustado ese chico y a mí desde siempre me ha gustado ella – suspiró.
–¿Desde siempre? – sonrió a medias. ¿De qué se reía? si estaba en las mismas que él –Se oye a mucho tiempo – lamió su helado.
Él rió. Esa dulce sonrisa.
–Siempre: es mucho tiempo – calló un momento mientras observaba la enorme fuente frente a él.
–Ten – le extendió la mano hacia él.
–¿Qué es eso? – cuestionó con incredulidad el rubio.
Se encogió de hombros.
–Realmente no soy supersticiosa, pero… esa aura oscura no va contigo – sonrió. –Y dicen que si deseas algo con todo tu corazón se cumplirá, así que… ¿Por qué no intentas echar esta moneda a la fuente y… tener fe? Escuché que hace milagros si lo deseas con muchas ansías hay una historia de que una chica ganó un partido de voleibol con el tobillo torcido hace algunos años, y también que un chico pasó su último extra de bioquímica con la profesora Dankworth – Vincent abrió los ojos con asombro.
–¿Pasar un extra con esa maldita bruja? ¡Sí que esta fuente de los deseos hace milagros! – exclamó mientras veía el agua transparente y los cientos de monedas sumergidas al fondo.
Después de unos segundos… sonrió con muchas ganas y metió la mano en el bolsillo de su pantalón n***o.
–Pero solo haré lo que dices si tú también pides un deseo – le guiñó el ojo extendiéndole la mano.
–Mi deseo es más difícil de cumplir...– replicó ella dando un paso atrás.
–El mío también, pero… seamos supersticiosos por esta vez, además… “esa aura oscura no va contigo”– citó para después sonreír radiantemente. Sintió algo sacudirse dentro de ella. Jamás creyó tener cercanía alguna con Vincent, eso la hacía realmente feliz.
Ella parpadeó ilusamente.
–Está bien – sujetó la moneda entre sus manos, cerró los ojos, deseó con todas sus fuerzas el único anhelo que palpitaba en su pecho y con mucha fe besó el trozo de metal para segundos después echarla a la fuente y con esto romper la armoniosa tranquilidad del agua. –¿Y si no se cumple? – cuestionó ella.
–Entonces, tú me invitarás a un helado – le guiñó el ojo.
Ella asintió con la cabeza.
–Me parece justo – guardó silencio mientras sentía una brisa revolverle los cabellos. –¡Mira la hora! ¡La profesora Brown me matará! – gritó alterada, para después… salir corriendo de ahí.
–¡Kloe! ¿Nos vemos ya sabes dónde a ya sabes a qué hora hoy? – le gritó. Ella lo miró a los ojos sin entender… segundos después… asintió.
–Picarona… ¿Qué tal te fue con Vincent? – comentó en voz baja mientras la observaba sentarse en la silla que había apartado a un lado de ella para su amiga.
–Me invitó a un helado, es todo – contestó sacando su cuaderno y un lápiz para apuntar.
–¡¿Qué!? – clamó impactada.
–¡Shhh! – farfullaron todos sus compañeros a la castaña al ser interrumpidos por su escandalosa voz.
–¿Todo bien señorita Jones? – alzó la ceja la estricta maestra dirigiéndose a Jennifer.
–Ehhh… sí – añadió rápidamente – solo que… ese tema se ve complicado – se rascó la nuca.
La profesora le dio la espalda y continuó con la clase.
–Ayyy Jenny – se burló Kloe.
–Haber explícame bien… ¿Qué Vincent, qué? – cuestionó con sus inquisidores ojos porque las ganas de enterarse del chisme la estaban devorando.
– Pon atención Jenny – susurró Kloe.
– No, no, no. ¡Cuéntame! – rezongó mientras le quitaba su lápiz.
– Después – rió divertida por la actitud infantil de su amiga.
– No podré concentrarme en estas odiosas ecuaciones diferenciales sino me dices, ya – se quejó la castaña frustrada.
–Entonces reprobarás el examen del viernes – se burló Kloe.
– Eres la peor – Jenny la miró fulminante. –Dime si no quieres que Chuck se entere que trabajas en un bar todas las noches – le murmuró al oído suavemente.
– ¿Ahhh, me estas amenazando? – la observó fijamente mientras abría sus grandes ojos. –Pues dile y sabrá que eres una más de sus admiradoras y que tienes de fondo de celular una foto suya de él sin playera – se rió la castaña.
–¡Qué astuta! – se quejó Jenny y decidió que esa batalla la había perdido frente a la astucia de Kloe.