Ambas chicas caminaban en silencio hasta la salida del campus para dirigirse cada una a sus departamentos, pensaban en la mucha razón que tenía Audrey y en la paliza que les había dado con ese regaño. Quizás no estaban luchando por lo que verdaderamente amaban y eso las etiquetaba de mediocres perdedoras y conformistas.
–¡Bien, decidido! ¡Intentaré acercarme a Chuck! – apretó el puño con determinación la castaña.
–¡Bien Jenny! – vitoreó Kloe mientras la aplaudía emocionada. –¡Te ayudaré en todo lo que pueda! – exclamó.
–¡Gracias, gracias Kloe, tu apoyo es el mejor que puedo obtener! – le sonrió dulcemente. Y ambas continuaron caminando, entonces… Jenny comenzó a mirar fijamente a su mejor amiga.
–¿Qué pa… sa? – le interrogó al notar su fija mirada sobre ella. –¿Me quedó crema batida en la cara? –interrogó mientras se limpiaba la boca.
–¿No te falta algo? – la observó con recelo y enojo.
–No…– comenzó a caminar más rápido dándole la espalda con el fin de evitarla.
–¡Si pequeña niña! ¡Vamos! – gritó mientras la jaloteaba dando un verdadero espectáculo en esa parte del campus.
–Ayyy – bajó la mirada rindiéndose frente al poder de su fuerte amiga. –No quiero – ladeó la mirada hacía otra parte.
–¡Vamos Kloe, si tú quieres, tú puedes! – la incitó. –Yo te ayudaré en todo lo que pueda – le guiñó el ojo.
Titubeó mucho, sus labios temblaban. Sentía que lanzaría un conjuro que después sería muy difícil romper, más bien sería como una maldición.
–Bien – suspiró al ver el inmenso apoyo de su amiga y también por su excesiva determinación de Jenny. –También intentaré acercarme a Vincent, aunque este enamorado de otra chica – confesó abiertamente.
De repente un frio viento de otoño sopló.
–¿Y… que tal si yo logro quitarte a Vincent Mayers de la mente? – ambas chicas se detuvieron en seco ante ese comentario que provenía de una masculina voz. Definitivamente no era buena idea confesar cosas en la entrada del inmenso campus aún incluso cuando estaban completamente seguras de que en ese parte del campus no había nadie y de que de todas formas nadie las reconocería.
Ambas giraron hacia donde se dirigía esa voz.
–Ja…mes– masculló Kloe impactada mientras lo observaba con una cínica sonrisa sobre su rostro, con un gesto de absoluta convicción.
–Ya que tú vas a intentar quitarle a Vincent de la mente la idea de estar con otra, supongo que yo puedo intentar quitarte la idea de estar con Vincent para estar conmigo – se acercó más a ella mientras la pobre chica estaba completamente paralizada. En ese preciso momento sus pies fueron análogos a raíces sobre el suelo porque definitivamente, aunque lo deseaba no podía moverse.
–Ehhh… yo… – murmuró a medias intentando recobrar el aliento.
– Sin presiones, sin compromisos. Poco a poco intentaré arrancar a ese tal Vincent Mayers de tu corazón– le susurró suavemente al oído. Kloe suspiró aún más mientras poco a poco perdía el aliento por la cercanía del castaño. Sonrió. –Tomaré tu silencio como una afirmación- se acercó suavemente y depositó un tierno beso sobre su mejilla. Después de eso salió de ahí con la más radiante de las sonrisas. –Nos vemos después Woods-
–¿Qué fue eso? – murmuró Jenny impactada mientras observaba al castaño irse de ahí.
–Yo…– masculló a medias Kloe. –No lo sé – negó con la cabeza mientras ambas observaban al castaño alejarse. –Pero me siento como si hubiera tomado varios “shots” de tequila – susurró débilmente mientras sentía su corazón latir a toda marcha.
–¡Ya, vamos Kloe, cuéntame! – reclamó Jenny emocionada mientras ambas tomaban una bebida en una hermosa cafetería cerca del campus.
–¿Qué te cuento? – interrogó, aún estaba un poco perdida por la aparición del castaño, hace apenas unos largos minutos.
– ¡¿Cómo conociste a James Parker?! – exclamó.
–¿Lo conoces? – cuestionó impresionada, porque… ¿Qué cosa no sabía la perspicaz Jenny?
–¡Por supuesto! ¡Me llegan sus miles de notificaciones a diario sobre campañas para apoyo a los animales! ¡Es un completo amante de los animales, eso lo tengo muy claro! ¡Y por lo que he oído es el más codiciado de la facultad de veterinaria! ¡No solo van a sus eventos porque sean una hermosa causa si no porque su club de admiradoras, andan tras él, pegadas como odiosos chicles debajo de una mesa! – exclamó excitada. –¡Y ese codiciado chico se te acaba de declarar abiertamente! – chilló emocionada. –¡Qué emoción! – palmoteó. Kloe estampó la cara sobre la mesa, estaba completamente confundida. – ¿De dónde lo conoces? – interrogó Jenny finalmente.
–Del bar – contestó Kloe alzando un poco la mirada. –Es un compañero de trabajo – repitió.
– ¡En ese bar pasan cosas fascinantes! – comentó la castaña mientras sorbía de su malteada de fresa.
– Noté que comenzó a comportarse extraño de repente, pero no creí que fuera por eso – suspiró.
– ¡Ahora debes saber cómo se siente el imbécil rubio al no notar tus sentimientos! – clamó.
–Si… ¡Bendito karma el mío! – farfulló mientras intentaba probar su malteada de chocolate que en ese momento no se le hacía para nada apetitosa por las miles de cosas y pensamientos que transitaban por su cabeza a mil por hora.
–¿Y si te olvidas de Vincent? – cuestionó Jenny en un tono más de afirmación que de cuestionamiento, como si fuera una excelente idea.
–¿Ehh? – se inquietó Kloe.
–Digo, es un simple comentario. Piénsalo: James es guapo, admito que es atractivo y tiene unos glúteos que para que te cuento – exclamó excitada.
–¿Lo escaneaste? – preguntó y le alzó las cejas.
–¡Obvio amiga! ¡Qué clase de amiga sería yo si no velo por tus intereses! – comentó para después probar de su bebida. –Cómo iba diciendo… es guapo, no lo conozco, pero se ve una persona agradable, digo, para que sea un amante de los animales me lo figuro un buen hombre: caballeroso, amable, seductor – guiñó el ojo. –¡Oh sí! ¡Y sobre todo perseverante y con decisiones firmes! ¡Digo, para que se halla declarado abiertamente sin importarle que estaba yo ahí! – extendió los brazos. –¡Es un joyita! ¡Qué chico más interesante! ¡Quizás lo adopte como mi nuevo cuñado! – comenzó a hablar para sí misma. – ¡¿Dónde rayos esta esa rubiecilla cuando en verdad es requerida!? – profesó sacando el celular mientras se apuraba a mandarle un mensaje intrigante, picante, perfecto para que corriera hasta esa cafetería a enterarse de todo.
–¡James Parker! – gritó completamente sorprendida, mientras se abanicaba con una servilleta la bonita rubia de ojos verdes que había llegado ahí tan rápido como sus atléticas piernas se lo habían permitido. Prácticamente había salido disparada de su clase de: cuidados clínicos. – ¡Kloe deberías olvidarte del imbécil rubio y ceder ante los fascinantes encantos de James Parker! – gritó.
Kloe rodó los ojos, si ya de por sí estaba completamente confundida sus amigas en definitiva no la ayudaban para nada con sus ansiosos comentarios.
–¡Audrey me comprende! – exclamó mientras se chocaban las manos ambas chicas. Kloe solo bufó mientras probaba su bebida con melancolía.
Caminaba hacía el trabajo, mientras pensaba en la conversación que había tenido con sus amigas en la tarde, suspiró y se sonrojó al recordar la declaración de James y en lo muy feliz que sería en ese momento si tan solo hubiera sido Vincent quien expresara sus sentimientos frente a ella de esa manera, que diferente sería su realidad…
–“¿y si te olvidas de Vincent?”–
Era imposible olvidar esa frase y más la expresión que puso Jenny al pronunciarla.
–“Digo, es un simple comentario. Piénsalo: James es guapo, admito que es atractivo y tiene unos glúteos que para que te cuento”–
Su cabeza era un embrollo total, tenía completamente grabada la expresión de sus amigas al sugerirle que lo mejor era darle una oportunidad al castaño y olvidarse completamente del rubio; ellas estaban… completamente convencidas de que esa era la solución a todos sus problemas, de que de esa manera todo estaría bien. Pero una cosa era estar convencida y otra muy diferente era estar enamorada, eran sin duda términos tan diferentes que, aunque ella comenzaba a convencerse de que olvidarse del rubio era una buena idea simplemente no era algo que pudiera instalar en su corazón. Era como… esos softwares que vienen de fábrica en el celular, no se iban, aunque lo formatearas.
Al corazón no se le convence. No era como escribir mil veces sobre un cuaderno en blanco la misma frase para no olvidarla jamás, no era así, no importaba el tiempo y el desgaste emocional que le tomara explicarle a su corazón, que la mejor solución era olvidarse del rubio, porque cuando ella crea que al fin su corazón lo ha “entendido” el recuerdo del rubio la embargaría de nuevo y borraría la frase: “Dejar de amar a Vincent Mayers es la mejor solución” para convertir de nuevo ese cuaderno en uno… con las páginas en blanco.
Y después de todo el corazón no es analítico, tampoco científico, no gusta de las ciencias exactas y odia las matemáticas y filosofía, la metodología no se le da y neuronas es de lo que más carece porque sin duda al corazón no le importa la mejor solución o la respuesta más ideal, es simplemente subjetivo, entregado, apasionado, terco e impulsivo; y de eso último… Kloe Woods estaba al tanto.
–Hola, Woods – el escuchar su nombre provocó que la burbuja de su ensoñación se rompiera en mil pedazos y como respuesta… alzó la mirada para encontrarse con los marrones ojos de James Parker. Un sonrojo instantáneo se apoderó de sus pálidas mejillas.
–Ja…mes… ho… la…– musitó con nerviosismo y ladeó la mirada porque le era difícil sostenérsela.
El castaño sonrió, sentía que al menos ya tenía un avance en sus propósitos, que al menos Kloe Woods se tornaba nerviosa a su presencia.
–Hoy como siempre, te ves hermosa – le guiñó el ojo y desapareció detrás de la puerta de empleados dejando a esa pobre chica ensimismada en sus pensamientos. Ella… no contestó nada a su halago, tan solo se sonrojó al máximo.