Estofado: Bullicio

1419 Words
Por fin, su jornada laboral de todas las noches había cesado, y de igual forma se dispuso a salir de ahí. Caminó hasta la salida de empleados, cerró despacio la puerta y… –¿Vincent? – cuestionó al verlo parado a un lado del umbral de la puerta. –Ehhh… hola, Kloe – sonrió con nerviosismo. –¿Por qué no te has ido? – le preguntó curiosa. –Eh…. – el rubio enrojeció al máximo y ella pensó en lo muy tierno que le quedaba ese gesto. –Bueno… verás… – murmuró a medias. –Estoy esperando…– ladeó la mirada hacia otra parte. –A E…le…na – contestó con timidez. Kloe suspiró ¿por qué esa respuesta le “sorprendía”? Suspiró. –No sé cómo decirte esto, pero…– pausó un momento. –Elena ya se fue…– se rascó la nuca. –Ella no se queda hasta cerrar el bar, se va apenas termina su espectáculo – agregó. –¡¿Se fue?! – exclamó completamente sorprendido. –¡¿Sola?! ¡¿A mitad de la noche?! – gritó explayado. –¡Una mujer como ella no debe andar sola a mitad de la noche! – reiteró mientras intentaba vanamente controlarse. –¿Estaba con alguien más? – cuestionó el rubio muy ansioso. Kloe se quedó pensativa un segundo mientras discernía su pregunta. -Ehhh… creo que se fue con un chico. No me fijé, lo siento – Negó con la cabeza de manera rotunda y cortante. No iba a fungir de chaperona de Elena Ferrer si eso pensaba Vincent. –¿Era alto? ¿De cabello oscuro? ¿Con cara de estreñido? – bramó el rubio. Kloe soltó una risita. –Mmm… parece que tiene cara de padecer un cólico menstrual a pesar de ser hombre – carcajeó. Vincent abrió los ojos de sopetón. –¡Qué graciosa eres! – clamó mientras reventaba en carcajadas. Ella se pasó el cabello detrás de la oreja. –Entonces… se fue con el imbécil de Aaron Evans – pensó para sí mismo con un aire de melancolía. Ella se sintió morir, estaba a punto de irse de ahí cuando… –¿Por dónde vives? – le cuestionó. –No muy lejos, a unas diez calles de aquí. –¿En el edificio Midleton? –preguntó lleno de curiosidad. –Mmm…– se sobresaltó. – Ese mismo. –¡Yo igual vivo en ese mismo edificio! – gritó él, pero ella ya sabía eso –¡Vamos juntos entonces! – exclamó emocionado el rubio. Ella se encendió en mil colores. –Bueno yo…– murmuró porque estaba que no se la creía. – Está bien - se sonrojó al máximo, sin embargo, el frio, su flequillo y la oscuridad nocturna le ayudaron en ese momento. –¡Ahhh, es que es muy difícil el amor! ¿No crees, Kloe? –exclamó mientras suspiraba profundamente. Ella solo decidió ponerle atención a lo que él tenía que decir, deseaba desahogarse. –¿lo dices por Elena? – se atrevió a preguntar, pero su tono de voz parecía más a afirmación que a cuestión; sin embargo, ella misma ya sabía la respuesta a esa tonta pregunta. Suspiró. –Qué obvio soy –sonrió a medias. –Bastante– le contestó ella mientras metía más las manos en su saco y se burlaba de él. –Pero es que…– la miró. –Kloe, ¿alguna vez te has enamorado de alguien profundamente? – La chica paró en seco ante ese cuestionamiento. –Mmm…– sonrió mientras el rubio la miraba con tremenda expectación. –Sí, supongo que si- sonrió tímidamente. Y sintió un cosquilleo en la boca, una sensación anesteciadora que le hacía pensar que si el insistía ella terminaría diciéndole sus sentimientos. – ¡Traviesa! – la codeó. Y ella enrojeció completamente. –Y ya que estamos en confianza – le guiñó el ojo. – ¿Qué has hecho al respecto? – le cuestionó acercándose inesperadamente a ella. “Sólo quejarme” fue lo que ella pensó en su pequeña cabeza. – ¿Qué he hecho? O sea, ¿para llamar su atención? – sonrió mientras negaba con la cabeza. –No tienes ni la menor idea…– exclamó mirando hacia el cielo. –¡Mira, ya llegamos! – extendió los brazos sintiendo un respiro porque por un momento pensó que ese rubio sabía algo, sabía de más, que quizás era demasiado obvia. –Buenas noches, Vincent – exclamó mientras salía corriendo de ahí hacía el elevador, entró y desde ahí le hizo un ademan al rubio. –Buenas noches – masculló mientras observaba como los dedos se atoraban en su bufanda. Le pareció muy graciosa esa muchacha y finalmente terminó cayendo en la cuenta de que él también debía tomar el elevador para llegar a su habitación –¡Qué imbécil – se golpeó la frente mientras corría. –¿Qué tal tu noche de incógnito? – le guiñó el ojo Jenny mientras se sentaba junto a ella en la cafetería de la universidad. La castaña posó su mejilla sobre su mano. – ¡Bah! – exclamó frustrada. No parecía estar de muy buen humor. – Por esa cara larga… supongo que mal – masculló Jenny mientras probaba su estofado. –Come o se enfriará – exclamó mientras sujetaba la cuchara y la obligaba a ingerir un bocado, la chica mascó sin mucho ánimo. – ¿Qué hizo esta vez, Vincent? – cuestionó la castaña. –Nada, solo estar enamorado de Elena como un idiota, eso hizo – bufó. Un instante después se escuchó un estrepitoso sonido en la entrada de la cafetería. –Espera – exclamó Jenny haciendo un ademan con la mano. –Escucho gritos – guardó silencio. – ¿Cómo me veo? – le preguntó velozmente a Kloe. – ¿eehh? – puso una mirada de confusión. –Bien, como siempre – respondió sin entender. –¿Por qué preguntas tan de repente? – tenía un gracioso gesto de confusión. – Kloe Woods, los gritos en esta aburrida parte de la universidad son por cuatro razones, la número uno es: comida gratis y ahí hasta yo admito que grito; número dos: día inhábil cosa que a nadie le viene mal con esta explotación que vivimos; tres: pelea entre chicos de diferentes facultades y sabes que amo apostar y… número cuatro y más importante… – calló un momento. –¿Para qué te lo digo? ¡Velo por ti misma! – la sujetó de la cabeza y la obligó a mirar. –Ahhh… – sonrió la castaña. –Chuck – su sonrisa era obvia. –Chuck Woods… – suspiró enamorada Jenny. –Y cuatro: tú guapo y sexy primo – exclamó mientras lo veía acercarse siendo cuidadosa de no ser escuchada. –Hola Kloe – se acercó el guapo chico. –Hola Jennifer – exclamó y tomó asiento. –Hola Chuck – sonrió con cariño Kloe, mientras Jenny salía del trance o al menos lo intentaba. –¿Puedo almorzar aquí? – cuestionó mientras asentaba su bandeja frente a él. –Si, por supuesto o podrías demandarme – rió la castaña. Chuck solo rodó los ojos ante ese sarcástico e innecesario comentario. –Oye, el hecho de que sea estudiante de derecho no significa que pueda demandarte por cualquier cosa – bromeó. –Aunque si pudiera hacerlo – se mofó mientras la señalaba con el dedo índice y guiñaba el ojo. –Chuck, nosotros presentaremos cargos contra ti por el ruido que provocan las chicas cuando vienes a esta parte de todo el enorme campus – murmuró Jenny comportándose indiferente con él. –¿Dices que es mi culpa? – alzó la ceja. –No quería ser grosera, pero si – sonrió con descaro. Kloe se frotó la sien. –No peleen, intento ingerir mis alimentos en calma – bramó mientras probaba su comida con poco entusiasmo. –¿Qué tienes, Kloe? – cuestionó con cariño el castaño. –Ya sabes… lo mismo de siempre…– masculló Jenny probando de su jugo. –No sé para qué pregunté – exclamó fríamente y puso un gesto de aburrimiento. –Por si te interesa la facultad de derecho tendrá un partido de futbol contra la tuya el sábado a las nueve, el inútil de Vincent Mayers jugará – exclamó.
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