Emily asintió y agarro el acuerdo antes que el mayor se retractara. Le pondría un hermoso marco después como recordatorio, cuando toda esta tormenta en su vida pase.
Tan concentrada como estaba en el acuerdo que no se dio cuenta en qué momento dejó de sostener la toalla que la cubría, esta se deslizó de su cuerpo y cayó al suelo.
Jayden puso una expresión dura en su rostro, más de lo normal, se estaba conteniendo.
Los ojos de Emily eran grises, podrías ver el universo en ellos el brillo que tenían era deslumbrante. Podías perderte en ellos, sus pestañas eran largas, aleteaban cuál mariposa y su prístina piel blanca con un suave enrojecimiento, a causa de los vapores de agua de la ducha que tomo hace un momento. Sus labios delicados con un tenue tono de rojo.
Jayden no pasó desapercibido ningún detalle de ese hermoso rostro, estaba obsesionado con esta vista, tal como ella se presentaba su personalidad y figura lo enloquecía.
Su rostro con rasgos finos y bien delineados, cintura pequeña y anchas caderas que terminaban en un hermoso trasero perfecto. “Era perfecta”, tal y como al le gustaba, esa piel tan blanca y delicada que podía marcar a su antojo cuál lienzo para después apreciar su obra de arte.
No perdió detalle de esta chica, y no pudo evitar escrutarla detenida y lentamente con sus ojos.
Emily Goya pudo sentir la mirada intensa que le recorría todo su cuerpo, le pasó electricidad por su columna. Y fue justo en ese instante, se dio cuenta de que la toalla no estaba en su cuerpo, se sonrojó y de inmediato giro y se envolvió con la otra toalla, estaba roja de la vergüenza.
— ¿Por qué Dios? va a pensar que lo hice a propósito, solo para seducirlo.
Lo miró de reojo estaba de pie junto a ella, con un rostro imperturbable, como si nada pasara.
Era obvio, ni se inmutaría al verla así, un poco de decepción pasó por sus ojos.
Siempre pensó que no era la más bella no tenía el mejor cuerpo, pero aun así se amaba y mucho, pero la cara del Larson la decepcionó mucho, demasiado.
Pará suerte de Jayden, la joven nunca sabrá lo difícil que fue controlarse, ya que no quería perder el autocontrol que le habían enseñado desde niño, estaba en su límite, obvio que por su rostro siempre estoico nunca lo descubrió, pero demonios eso era como un castigo.
Lo que no pudo ignorar fue el destello de decepción en aquellos orbes grises. Una punzada en su pecho apareció.
Pará desviar sus malos pensamientos, enseguida pensó en “Kary” cómo él le decía, ya que no podía quitarse la imagen gloriosa de esta joven.
Emily no pudo más con la vergüenza, respiro hondo y lo miró.
—Es tarde, es mejor que descanses ha sido un día largo, solo dime cuál será mi habitación.
Lo dijo todo de forma rápida, sin trabarse para que no se diera cuenta de su nerviosismo, no quería estar tan siquiera en la misma habitación con él.
Jayden salió de su estado de ensoñación y camino fuera de la habitación, hoy dormiría en el cuarto de huéspedes, después decidirán que hacer. Ingresó a la habitación de huéspedes, se metió lo más rápido que pudo a la ducha con agua helada, apenas y se pudo contener frente la chica, tenía un terrible impulso de abrazar y besar esa boca hasta saciarse, lo peor es que no solo era eso.
No había experimentado algo así nunca en su vida, una incontrolable necesidad de poseerla, marcarla para que nadie más que él pueda tocarla, ni con Kary había pasado eso.
Que pasaba no estaba seguro, pero de que la mantendría lo más lejos posible lo haría, su novia no se merecía que él la traicionara. Ella ya lo estaba soportando mucho al seguir con él, aceptando que se casó con otra. Aunque ella tuviera claro porque era.
Salió del baño con los pensamientos revueltos, que le paso jamás había sido así. Su cuerpo deseó instintivamente a esa niña, que no tenía nada mejor que su novia.
— ¡No! es solo porque la vi así, soy hombre creo que es normal
Se dijo el mismo sin creérselo totalmente.
Intentaría dormir, pero según veía iba a ser un poco complicado, cierta imagen se repetía en su mente como mantra. Se dio cuenta de que esto no iba a ser fácil.
¡En que lío se metió! no debería haber sido tan impulsivo y aceptar esta locura por su tío, estaba jugando con fuego y no sabía si él se quemaría, la hoguera lo tentaba.
Fue mala idea regresar a casa, debería haberse quedado con Karina en el departamento, se hubiera ahorrado la dolorosa erección que tuvo hace un momento y que aún no había bajado del todo.