Capítulo 6

1979 Words
Después de buscar en casi todas las áreas del albergue, por fin encuentro a la hermana Josefina —¡Hermana! ¡hermana! ¡por favor! ¡tiene que ayúdeme! —lé digo casi llorando. —¿Qué pasa mi niña? ¿por qué estás tan alterada? ¿Qué tienes? —me dice con voz de preocupación, colocando su mano en mi hombro. —Hermsna, es Francis, la hermana de Mathias, está muy mal, no responde —le explico rápidamente, casi sin respirar. —¿Mathias? ¿tu sabes dónde están? tenemos días buscándolo —me dice sorprendida. —Si hermana, están en la fábrica abandonada, pero por favor apúrese, Francis necesita un médico urgente. —¿Por qué? ¿Qué tiene?. —Ella tiene días enferma, y por más que le damos medicamentos no mejora, y ya no sé qué hacer. La hermana Francis sale corriendo al escuchar lo que le he dicho, dejándome allí parada, no sé que está haciendo, pero necesito que se apure o Francis no aguantará. Cuando veo, viene de regreso con un Señor. —El es el médico del albergue —me dice. —Hola soy el doctor Salazar, explícame ¿Qué esta pasando? —Por favor señor, ayúdeme, ella está muy mal, no responde y ya no sé qué hacer —le digo en medio de lágrimas. —Si hija, pero ¿Dónde está? ¿puedes llevarnos?. —Si claro que sí, pero apurense —en ese momento, vamos saliendo del albergue cuando de pronto, me tropiezo con mi madre. —Pero ¿tu qué haces aquí? —me pregunta sorprendida— yo te deje en el colegio. —Mamá lo siento pero no puedo explicarte en este momento, Francis está muy mal. —¿Francis? ¿quién es Francis? —me grita, pero yo no volteo a verla, es imperativo que llegue rápido a la fábrica. Al llegar, Mathias está inclinado, colocándole un paño de agua en la frente. —Alli está, ¡por favor salvela! —le digo con lágrimas en mis ojos, señalando el rincón donde esta se encuentra. —Pero ¿qué has hecho? te dije que no le dijeras a nadie, yo tengo todo bajo control —me dice Mathias muy molestó. —¡Lo siento! vine y Francis no me respondía, no sabía qué hacer, no quiero que nada malo le pase —le explicó llorando. —Si esta niña está muy mal, hay que llevarla a un hospital en este mismo instante o podría morir —dice el doctor, quién está inclinado escuchando el corazón de Francis— sus pulsaciones están muy lenta, sufrirá un paro en cualquier momento. —¡Por favor no! —grita Mathias— si vamos para allá, me separaran de ella, es lo único que tengo —dice Mathias angustiado. —Todo va a estar bien hijo —le dice la hermana Josefina tomándolo por la mano— debes tranquilizarte, nada malo les va a pasar a ustedes. —!Si! !estoy seguro de que me separaran de ella! ¡por favor hermana! ¡no permita que esto pase, ella estará bien, solo le hace falta un poco más de medicamento —se suelta de las manos de la hermana Francis y se dirige al doctor— dele algo, usted sabrá como curarla, pero no la lleve al hospital ¡se lo ruego! —sigue gritando Mathias con lágrimas en sus ojos. —Tranquilo, yo estaré contigo —le digo intentando abrazarlo. Pero de pronto una mano me detiene, al voltear veo la cara enfurecida de mi madre. —¿Qué lugar es éste? ¿y por qué tú estás aquí? se puede saber ¿que está pasando? —me pregunta mi madre furiosa. —Mamá, ellos son mis amigos, y yo los estaba ayudando —le explico llorando. —¿Cómo que estos dos son amigos tuyos? —dice viendolos despectivamente. —Si mamá son mis amigos desde hace más de cuatro años —le digo soltandome de ella. —Vete, no quiero saber nada de ti —me grita Mathias detrás de mí, me volteo y el médico está cargando en sus brazos a Francis —por tu culpa se llevarán a Francis, y ya no podré volver a verla nunca más. —Calmate por favor, Mathias, yo solo quiero que no le pase nada a ella, tu sabes que nunca haría nada que los dañara —le explico, pero él no me escucha, en cambio me grita. —Nunca te lo voy a perdonar —me dice viéndome con una mirada de odio, llena de lágrimas, eso me dolió mucho más que sus palabras, el que me haya mirado de esa forma, mostrando todo su odio hacia mi. —No, la que no te va a perdonar soy yo —dice mi madre agarrandome por el brazo— Ahora mismo te vienes conmigo. —Pero mamá, debemos ir al hospital, necesito saber qué Francis estará bien —le suplico mientras veo que el médico sale con Francis, junto a la hermana Josefina. —No, quiero volverte a ver nunca más, me traicionaste, eras la única persona en la que podía confiar, y me haces esto. Ni se te ocurra acercarte por el hospital. —Claro que no va a ir para allá, mi hija es mucho para estar con personas como tú —le responde mi madre, al ver que ya se han ido el médico y la hermana Josefina, sin miedo a que nadie la escuche. Mathias ve a mi madre y luego me ve a mi —tu mamá tiene razón, eres mucho para estar con una persona como yo —en ese momento se arranca el collar que le di hacia tres años, y lo tira hacia un lado. —Por favor no digas eso, tu sabes que son importantes para mi —pero este no me escucha, y me da la espalda, corriendo detrás de su hermana, esa fue la última vez que lo vi. Mi madre me llevo a la fuerza, ni siquiera pude recoger el collar que le regalé a Mathias. Me castigaron por un largo tiempo, estuve vigilada, no me dejaron ir al hospital, ni al albergue, nunca volví a saber de ellos. Pase interminables noches pensando en Mathias, y pidiéndole a Diosito que todo estuviera bien, y que nada malo le hubiese pasado. Por más que le suplique a mi madre saber de ellos, nunca me lo permitió, para ella era una ofensa que yo me hubiese mezclado con "indigentes” cómo ella les decía, cosa que me hacía enojar muchísimo. El tiempo fue pasando, de mi memoria nunca pude borrar esa mirada de odio que vi en los ojos de Mathias, nunca pude decirle lo que en realidad sentía por el, el fue mi primer amor, y siempre lo he tenido presente en una parte de mi corazón. Pasaron diez años, ya con un título de Educación Inicial. A pesar de no gustarle a mi madre, quién pegó el grito al cielo al escuchar mi decisión de estudiar Educación, ella quería que fuera médico o ingeniero, carreras que según ella eran de"estatus". Pero a mí, Me encanta trabajar con niños, poder enseñarlos y de alguna manera dejar mi pequeña huella en ellos, es algo que amo hacer, de alguna manera, al verlos cada día, me recuerdan el rostro de la pequeña Francis. Creo que fue gracias a ella que decidí pasar mi vida enseñando a los niños. En este momento yo me encuentro haciendo una especialidad en pedagogía, para tratar a esos niños que tienen problemas para aprender o de comunicación con los demás. Hoy, voy a encontrarme con mi amiga Glori, en el café-bar de siempre, ella es Abogada, casi nunca tiene tiempo libre, siempre está metida en los juzgados, y si no está allí, de seguro anda con alguno de sus tantos novios. Al contrario de mi, que a mis veintiséis años aún no he encontrado ese amor ideal, si he tenido uno que otro novio, pero ninguno ha sido nada serio como para decidir "me caso". Son las seis de la tarde, y voy llegando al café-bar, cómo siempre, yo llego de primera, ya que mi horario de trabajo es fijo. Trabajo en dos lugares diferentes, entrando a las siete de la mañana y saliendo todos los días a las cinco de la tarde, lo que me permite llegar y poder relajarme sin que nadie me moleste. Estoy sentada en la esquina de la barra, mientras espero a que Glori llegue. —Mauricio por favor, sirveme un... —¿Té helado? —dice el sin déjame terminar la frase. —Si, cómo siempre, al parecer soy muy predecible —le respondo sonriendo, ya que cada vez que venimos a este lugar, siempre pído lo mismo, mientras espero a que Glori llegue. Esta noche se presentará una banda nueva. Hay póster por todo el lugar. Por lo que mucha gente empieza a llegar. —Hoy va a ser una noche muy movida ¿No? —le digo a Mauricio. —Si la banda que va a tocar es muy conocida por estos lugares —me explica. Estoy, muy tranquila tomando mi te helado, cuando un chico, se acerca hacia mi sin quitarme la mirada de encima, lo que me hace sentir un poco nerviosa. —Buenas tarde noche, no sé qué hora son —dice buscando algo en su chaqueta. —Son las seis y media —le respondo al ver mi teléfono el cual tengo en la mano. —Entonces buenas noches, ¿señorita? ¿disculpa cuál es tu nombre? —Me llamo Alba —respondo extendiendo mi mano. —Wao alba, eres muy linda, mi nombre es Richard Vargas —estrecha mi mano. —Ah, que bien, un placer conocerte —le respondo retirando mi mano. No es raro que en este tipo de lugares se me acerquen los hombres, y no es que sea muy bonita, sino que en estos sitios, los hombres andan buscando a quien ligarse y llevarse a la cama, pero eso se lo dejo a mi amiga Glori, yo no soy así. —¿Puedo invitarte un trago? —me pregunta. —No, estoy esperando a una amiga, además ya tengo uno, ¡gracias!. —¿pero podríamos tomarlo otro día? Si quieres. —Eh, no lo sé, no creo que sea conveniente, ni si quiera te conozco —le digo, teniendo bien claro lo que este quiere de mí. —Ya te dije quién soy. —Si, pero podrías ser un depredador s****l, que quiere secuestrarme para luego matarme, y echarme al río, a dónde nunca nadie pueda encontrarme. —Oye, tan mala impresión te doy —me dice riendo. —¡Ja ja ja ja! es un chiste, pero no lo sé, déjame pensarlo y te digo. ¿Me imagino que no te irás en este momento? —No, he venido hacer un par de cosas. Pero desde que entre no pude dejar de mirarte. —¡Hey Richard, ven! —dice un chico gritando desde lejos. Richard voltea a ver quién lo llama, y luego me ve a los ojos, —creo que debo irme, entonces más tarde te volvere a preguntar, y cruzaré mis dedos para que me digas que sí. Este chico se aleja, cuando de pronto veo que Glori se acerca a mí con una sonrisa. —Lo he visto todo, no puedes negarmelo ¿quién era ese chico tan guapo? —me dice ella viéndome con una mirada picara. —Se llama Richard, y no sé quién es, solo se acercó a mí, para preguntar por la hora —le digo riendo y tomando mi bebida con un pitillo. —Claro que no, si hay alguien que sabe de ligar en estos lugares, soy yo, y ese chico quería ligar contigo, picarona —ríe
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