No solo su hogar cambió, también su esencia misma y si físico. Ya no tenía ese cuerpo tan hermoso del cual se había sentido orgullo durante mucho tiempo. Su habilidad para volar ya no dependía de su energía y alas que destellaban varios colores como si de un arcoiris se tratara. Ahora dependía de tres alas que estaban enterradas en su espalda, lejos de ser ligeras y coloridas eran demasiado pesadas y opacas, con muchas escamas que le hacían aún más difícil el volar. Su posición actual le generaba un profundo dolor el cual se había acostumbrado por haberlo sentido mucho tiempo. Su cabeza ya no era pequeña y tierna como antes. Ahora era gruesa, larga y deforme muy similar a la de una gárgola en la Tierra. Tenía una fisonomía similar a la de un murciélago. Las orejas eran largas y muy despegadas del rostro, la nariz estaba chata y sumida, podía pensarse que era muy difícil respirar por ella. Sus ojos ya no irradiaban nada positivo solo una maldad y obscuridad que hacía sucumbir a cualquiera. Su rostro entero daba mucho miedo a cualquier otra especie que lo viera. No solo por las facciones de fealdad, también por imponer emociones de odio y de agresión que resaltaban bastante aún de lejos.