Este ser quien ese tiempo se veía como un ser de luz y pacifico que volaba por los aires de cualquier mundo esparciendo su amor que era esencia de su composición. Un ser que tenía un rostro similar al de un cordero recién nacido, reflejando solo ternura y deseos de acercarse a quienes lo vieran. En el mundo pudo viajar para importantes misiones que se hacían en su composición y formación por órden de su creador. Este ser se sentía honrado de dichas tareas y las efectuaba sin queja alguna. Le encantaba postrar sus pies entre las nubes del cielo, ahí donde el resto de hermanos le criticaban por pasar tanto tiempo haciendo eso, pero el solo disfrutaba de su máximo pasatiempo dándole cosquillas a sus pies pisando el suave piso de nubes.
En esencia era querido y respetado no solo por sus conocimientos y rango, también porque era uno de los Salabines mayores que fueron de los primeros en nacer. Además de su esfuerzo y compromiso por ayudar a sus hermanos y hacerles las tareas más sencillas, el ayudó a varios a crecer y formarse por eso le seguían incondicionalmente. Su tiempo en el cielo fue bastante y eso hacía que el no haber vivido ahí más tiempo le provocara sufrimiento al pisarlo nuevamente.