Primer día de Tour

3490 Words
          Durante el desayuno, ya en nuestra mesa, se encontraban los dos agotados y fatigados muchachos, estaban ya desayunando, tenían otra ropa y no olían a alcohol, ni parecían tener resaca. – Al final no hemos bebido cómo queríamos – aclaró Oliver  – Tienen reglas para el consumo de alcohol de los huéspedes – recalcó Zen tras ver nuestro poco entendimiento.      Disfrutamos de nuestro desayuno sin hacer preguntas innecesarias a los muchachos frustrados, aunque eso no evito que se quejaran por la ausencia de licor en sus venas.       El desayuno consistía en pan, con una variedad de quesos, salchichas y un omelette, todos menos Lina tomamos café, ella optó por un té de manzanilla, el cual según nos explicó, era mucho más sano.       Pasamos gran parte del desayuno burlándonos unos a otros por nuestras caras de sueño, acusándonos de cobardes y temerosos, gran parte de la culpa recayó en Sonya, la corrompedora y narradora de la historia que no nos permitió descansar como debimos haberlo hecho. – Hasta nos corrompes el sueño – bromeó Zen, lo cual desencadenó una reacción en cadena de risas.      El desayuno fue agradable, y el ambiente se sentía fresco. Se supone que tendríamos que bajar a eso de las ocho para conocer a nuestro guía durante nuestra estadía en Velum. Hasta ahora era poco lo que conocíamos, no sabíamos quién era nuestro guía, no sabíamos cómo íbamos a ser trasladados de un lugar a otro, tampoco conocíamos nuestro itinerario, solo sabíamos de algunos lugares a los que se supone era necesario que fuésemos durante el viaje, ya que eran las principales atracciones turísticas, todo eso salía en la página de la embajada; sin embargo, no sabíamos que día iríamos a tal lugar o que día haríamos que cosa. – ¿Que puede tener de interesante ir a un supermercado? – se quejó Oliver tras recordar una de los lugares que la página mencionaba como «Atracción turística».      Algunos de los lugares que mencionaban eran muy interesantes, habían museos, estadios, incluso mencionaban a la línea fronteriza y a monumentos. Así mismo, había otros que no parecían muy atractivos, como un ejemplo perfecto estaba el supermercado y la casa de la moneda. La biblioteca era un lugar que, para unos podría ser un sitio aburrido, pero no para mí. – No lo sé, pero debe ser lo mismo que ir a la biblioteca ¿No? – Exclamó Lina – Me gustan los libros – dijo Zen. – Así que ese si me emociona.      El pobre quedó impactado al ver los rostros de sus compañeros de viajes, que lo miraban, o más bien, mirábamos con asombro.  – ¿Qué? – añadió sorprendido. – ¿Te gusta leer? – pregunto Lina. – Si, me encanta – respondió orgulloso. ¡Qué sorpresa! – No te creo – exclamó Sonya – Use una frase de Harry Potter contigo – recordó el tailandés. – Si pero... – continuo la rusa. – Pero porque soy simpático y hablo hasta por los codos ¿No puede gustarme leer? – Se quejó Zen haciéndose el ofendido – Eso del lector callado y pasivo es un estereotipo bastante errado. –Me gusta Harry Potter – le dije al tailandés que me miró con ojos de emoción – y apoyo a Zen en su comentario. – ¿Verdad que es genial? – mencionó eufórico. – Si – le dije y puse una mano en su hombro – y descuida, confío en Barbie. – ¿Barbie? – preguntó. – Si – afirmé – Barbie dice «Tu puedes ser lo que quieras ser».      Todos al escucharlo explotaron en carcajadas, incluyéndonos a Zen y a mí. Posterior a las risas, Zen y yo, cómo buenos lectores, comenzamos a hablar de libros; Lina se unió un tiempo después tras escuchar de un libro que ella conocía, pero no había leído tantos cómo Zen y yo, así que nos quedamos con el libro que ella conocía.      Cuando llego la hora, comenzamos a ir rumbo al estacionamiento, dónde unas seis o siete minivans de color n***o con el sello del paquete turístico nos esperaban para el día planificado.  – ¿Cuál era nuestro número? – Preguntó Lina – No tengo cabeza para pensar ahora mismo.      En su cara se notaba que ella tampoco había descansado nada, Nino por otro lado parecía bien, aunque de todos era el que menos hablaba se le veía entusiasmado. – Somos el último piso ocupado, – comentó Oliver – así que debemos ser el último grupo ¿No? – El sexto – añadió Sonya – Vamos a buscarnos – nos invitó, y nosotros la seguimos como los pollitos siguen a su mamá gallina. – Si mamá – dijo Zen, que obviamente no podía dejar pasar cualquier oportunidad para jugarse con ella.     Fuimos en una nueva dirección, dirigidos por Sonya en la cabeza nos dirigíamos a la Van con un letrero de color ocre, ubicado en el vidrio delantero, con el número 6 pintado en un color que destacaba sobre el fondo, no se si los números pueden ser estéticos, pero este no estaba mal.      Tras llegar allí y ubicarnos en nuestras respectivas posiciones, uno al lado del otro, fuimos recibidos por un joven. El muchacho en frente de nosotros era un joven no mayor de veinticinco, alto, de ojos grises, tez pálida y cabello liso de color dorado. No conocía mucha gente de Velum, pero después del barco, el viaje en autobús, de ver a los guías y personal del hotel, era fácil decir que era un nativo de aquí.      Había algo de él que era muy particular, su mirada era diferente. Las personas que había visto tenían esa mirada triste, opaca y adormecida, muchas también eran rudas y atemorizantes, otra razón por la que la gente en Velum nos parecía tan curiosa. La de este chico era más bien alegre, estaba llena de ternura y parecía ansioso por vernos.       Creo que lo que más me gustaba era su rostro, con una forma de cara angulada que hacía ver en sus rasgos cierta dureza, pero estos eran aplacados por su sonrisa, que estaba de oreja a oreja al vernos llegar.       Su uniforme era un traje azul con estilo militar, ero con un bordado a la altura de su pecho izquierdo, que tenía el sello del servicio turístico solicitado. Su uniforme era bonito y pulcro, parecía un militar de la naval, y el color acentuaba más a su pálida piel. – Buenos días – hablo el chico – Mi nombre es Alex Dux y seré su guía de turistas durante su estadía en Velum, nos complace que estén aquí y trataremos de que su visita sea agradable y cordial, Vivat imperator!.      El muchacho nos hizo una pequeña reverencia, lo cual nos dejó sumamente sorprendidos, no sabíamos que tenían esa costumbre en Velum. Lo único cálido de esta bienvenida fue tu entusiasmo.  – สวัสดี! – dijo Zen haciendo un gesto con una reverencia y las manos juntas.      Todos observamos al tailandés con confusión, lo cual debió percibir, ya que levanto la mirada y tras observarnos nos explicó que era el saludo típico de Tailandia. Básicamente el «Hola» tailandés.  – Es un placer Alex – dijo Sonya mirando al muchacho – Mi nombre es Sonya y ellos son mis compañeros de viaje.      Sonya se tomó la molestia de ir presentándonos uno a uno. El muchacho nos veía con atención, intrigado y sorprendido, lo que es común cuando ves muchas caras y rasgos diferentes en un lugar donde todos son tan parecidos.       El muchacho pareció una especie de detector, nos observaba con detenimiento y calma, y parecía como si nos estuviese escaneando. Al ver a Lina, está pareció tensa, el siguió observándole y ella, cómo fruto de su incomodidad, se sonrojo lo cual solo hizo que nosotros riéramos y ella se enseriara aún más.       Cuando llegó a Zen pareció curioso por la forma de sus ojos, con Nino no hizo tanto énfasis, pero al llegar a mí, algo fue diferente, lo noté en su mirada.       Me observaba con lentitud, se tomó el tiempo de observarme detalladamente, de pies a cabeza, repitió el proceso al menos tres veces, todas ellas me miraba con el mismo semblante, mirándome con extrañeza, lo cula es bastante lógico considerando que no me conoce, pero no entendía por qué molestarse en hacer lo mismo tres veces.      La parte más extraña era cuando veía mis ojos, me miraba directamente a mis ojos, y yo le sostenía la mirada aunque me perturba a un poco. Al principio no lo tome como algo personal, aquí la gente me miraba como si fuese un bicho raro, igual que a todos los extranjeros. Pero este muchacho se empecinó conmigo, por lo cual, ya después si me sentí incómoda. – Ella es Adela – escuché decir a Sonya, el muchacho seguía mirándome y yo seguía tensa. – Adela Windshields – me presenté mostrando.} mi mano en señal de saludo y cortesía.      No había hecho eso con ningún nativo hasta ahora, así que esperaba que para ellos no fuese una especie de insulto.       El guía, Alex, observo mi mano, esperando tal vez a qué pasará algo. De un momento para otro fue como si hubiese entendido lo que tenía que hacer, así que intercambio conmigo un apretón de manos amistoso y esbozo una sonrisa para aligerar la tensión creada. – Es un placer señorita Windshields – dijo el joven.      Una vez ya examinados todos, nuestro guía, se dispuso a darnos nuestro itinerario, estaba bien organizado y bastante metódico. Había lugares adonde ir, horas para ir al baño, a comer, casi tenía horarios para respirar. Me desánimo ver qué el único lugar que tendría alguna relación con lo que me interesaba era la biblioteca y que no teníamos un solo día de descanso sin guía turístico. Ya sabías que no sería fácil.  – Vaya, esto es muy específico – se quejó Nino. – En mi nombre y el de mi pueblo les pido mis más sinceras disculpas por ello, – dijo disculpándose – los itinerarios son asignados de esa manera, sin excepción y bajo ninguna circunstancia ha de presentarse algún cambio – se excusó. – ¿Quieres decir que debemos seguir al pie de la letra esto? – se quejó Lina. – Esto ya no es divertido – dijo Zen – Ya, dejen de quejarse – hablo mamá rusa. – Sonya, haces que suene aún menos divertido – le contesto Oliver.      Sonya se limitó a lanzarle una mirada asesina al muchacho portugués a su lado, una mirada tan gélida que volvió al pobre Oliver de piedra por unos instantes. Pobre Oliver. – ¿De verdad no podemos ir a algún lado? – Pregunté al joven Velumniano – ¿Aunque sea en nuestro tiempo libre?       El muchacho negó con la cabeza y me miró nuevamente, está vez más como una mirada de disculpa que la de un sorprendido muchacho o de posible acosador. – Le pido me excuse señorita – dijo con un toque de arrepentimiento – Le juro que no es nuestra intención, son las reglas. Demonios ¿Y ahora qué voy a hacer? – Entiendo – le contesté.      Nuestro guía procedió a abrir la puerta de la Van, dónde nos ubicamos dentro de la misma en los asientos que nos parecían más cómodos a cada quien. la Van estaba acolchada por dentro, con asientos de color n***o, cuya tela era tan suave que sentía que me venía el sueño.       Decidí ocupar el asiento detrás de el del conductor junto con Zen, Nino, Sonya y Lina se ubicaron en el asiento que iba justo después del nuestro, mientras que Oliver decidió que quería ir adelante como copiloto y ver si tenía chance de grabar, aunque esto último lo decía en diez tonos más bajos de lo usual para que el guía no lo oyera. – No aquí Oliver – le susurré antes de que entrara el muchacho. – ¿Por qué? – contestó él. – Te puede descubrir, estás muy expuesto – le recalqué. – Calma – dijo – Se lo que hago. Calma ¿Eh? – Oliver, este es un chico de acá – le recordé – conoce las reglas y seguro te acusa si te descubre. – Bien lo has dicho – contestó con una sonrisa socarrona en el rostro – Si me descubre. – ¡Oliver! – grité entre susurros, lo que hizo que todos dirigieran la mirada adónde estábamos – No lo hagas – le insistí al peli enrulado. – Adela... Para ser parte del club hay que ser un atrevido, y para ser un atrevido hay que atreverse – explico guiñándome un ojo. – Oliver yo.... – comenzó Sonya pero no pudo culminar, el guía ya había entrado así que tuve que incorporarme.      Una vez ubicados y acomodados allí dentro, nuestro guía, Alex, se dispuso a salir del hotel a lo que sería nuestro primer destino que era el «Foedus Monumenta», que significa «Monumento de la Alianza» o «Monumento del pacto», ya había visto fotos de él en internet, no era una mala idea, si yo hubiese ido en plan turista como mis compañeros, seguramente estaría de fábula, pero yo deseaba ir a algún lugar donde pudiese adelantar algo de mi investigación, y ni siquiera sabía bien como me le escaparía al guía y a mis compañeros sin meternos en líos. Y menos sabía qué hacer si Oliver nos metía en líos. Esto cada vez está más complicado. – Bien – dijo Oliver al guía sacándome de mis pensamientos – ¿Te gusta tu trabajo Alex, háblanos de él? – Pues, adoro mi trabajo, conozco mucha gente interesante – contestó él. – ¿Trabajas mucho? – continuo con el interrogatorio. – Algo, – contestó dudoso – no más de lo habitual para todos nosotros. – ¿Nosotros? – Los nativos. – ¿Cuántos extranjeros han recibido?       Alex guardó silencio un momento, nosotros estábamos atentos, Oliver tenía su cámara encendida y un poco más arriba de lo que debería, quería matarlo por no hacerme caso.      El guía pareció bajar la guardia un momento, haciendo que el aire volviera a mis pulmones, supongo que todos respiramos, excepto Oliver que pareció no haberse inmutado ni un poco en todo este tiempo. De repente nuestro guía se estacionó, y comenzaron las palpitaciones de nuevo, una vez el vehículo detenido, el muchacho de nombre Alex Dux, miró a Oliver. – ¿Ya le han dicho que usar una cámara aquí está prohibido? – dijo Alex a Oliver. ¡Maldita sea Oliver!        Todos nos observamos de reojo, Sonya estaba angustiada, yo estaba alista para matarlo, Zen miraba hacia otro lado y Nino y Lina parecían tratar de verse indiferentes a la situación. Bastante listos.        No pudimos contenernos mucho tiempo, así que desviamos nuestra atención a Oliver que presuroso fue a esconder la cámara. Estaba pálido y nervioso, en solo unos segundos había perdido todo el color de su rostro. – Eh... Si, lo sé, pero por qué...? – dijo el castaño nervioso. – Vi su cámara – dijo aún formal – mis conocimientos me hacen saber que está encendida, y que usted señor ha estado grabando todo lo que le he dicho. Estúpido ¿Por qué no mentiste?       Estábamos entrando en pánico, todos, hasta el confiado Zen pareció nervioso. Oliver se había pasado, lo habían cachado con la cámara, y un trabajador. Lo siguiente que pasaría sería que nos delataría a todos, estaríamos en problemas, problemas que en el mejor de los casos sería una sanción segura, y eso seguramente sería un impedimento en mi búsqueda de encontrar a mi madre, y si eso pasaba, dejar a mi padre solo por tanto tiempo no habría valido de nada. Debí detenerte imbécil, debí partirte esa cámara antes de siquiera subir. – Yo... – dijo Oliver nervioso, blanco como un papel. – El lo siente – salto Sonya – es un idiota, no le prestes atención, borrará lo que ha grabado – dijo excusando al portugués.      Nuestro guía volteo su rostro, mirando hacia atrás, buscándonos con la mirada, tratando de vernos a todos, nuevamente su vista parecía tranquila y serena pero observadora y meticulosa a la vez, una combinación muy extraña. – ¿El resto de ustedes lo sabía? – pregunto       Todos nos miramos incapaces de esconder nuestra vergüenza, habíamos sido descubiertos y ahora solo podíamos procurar que las consecuencias no fueran muy graves.      Después de un momento de silencio y muchísima tensión se escuchó una carcajada proveniente de nuestro guía de turista, lo que nos conmocionó sobremanera. – Si pudiesen ver sus caras, – dijo entre risas –, tal vez debió grabarlas – dijo a Oliver. – ¿No estás enfadado? – exclamo Lina sorprendida. – ¿Por qué habría de estarlo? – contestó relajado.      Yo no estaba nada relajada, al contrario, me sentía tan tensa, confundida y asustada que por un momento sentí que sudaba frío. – Estamos haciendo algo ilegal – le dijo Nino, el más sereno incluso sonaba alterado. – Lo tengo presente – dijo Alex en ese mismo tono relajado – Si que es ilegal, si los descubren. ¿Cómo dices?      Mi cara debió ser un poema debido al impacto, ¿De verdad estaba diciendo lo que estaba diciendo? – No nos vas a delatar – exclamó Zen – No, no les delataré – sonrió. – ¿Por qué? – Pregunté yo      El me miró de nuevo de pies a cabeza. – Si les delato ¿Que podría ganar con eso? – Se apresuró a preguntar – No sería divertido – Dijo mirándome, luego sonrió, su sonrisa era muy bella,, lo hacía ver más joven y lleno de vida – Además – continuo – Escogí a este grupo porque me pareció interesante y... – miró la cámara de Oliver – Vaya que lo es. ¿Nos había escogido? – Es decir ¿Dejaras que grabe? – dijo Oliver más emocionado que sorprendido. – ¡Oliver! – le grité sorprendida de su insinuación después del susto que me hizo pasar. – Claro – exclamó el chico de Velum – Si desea hacerlo es su decisión, no seré yo quien le detenga joven, pero tiene que tener mucho cuidado – dijo a modo de advertencia. Increíble, no creo que en mi vida conociera a alguien tan afortunado. – Si sabes que podrían despedirte – comenté – ¿Despedirme? – pregunto el guía. – Estás encubriendo un acto ilegal – recalqué. – Ah si – pareció cansado de eso. – Sin contar con el hecho de que es bastante posible que participes en dicho acto – continúe. – ¿Cómo así? – parecía perplejo. – Es obvio que te grabaré – dijo Oliver al momento que alzaba la cámara y enfocaba el rostro de nuestro guía– Alex Dux, me caes bien amigo. – Ah, gracias – dijo sonriendo a la cámara – Y descuiden, se guardar secretos. – Este amigo si que es de los nuestros – dijo Zen.      Aún estaba sorprendida pero empecé a relajarme al ver que todos lo hacían, a fin de cuentas si de verdad no hablaba nadie podría meterse en problemas. – Entonces ¿Adónde desean ir? – dijo a tono de guía formal  – El itinerario dice que debemos ir al monumento – comentó Lina leyendo el papel en su mano. – ¿Desean ir allá? – dijo el joven conductor. – Creo que de hecho es nuestra obligación – Comentó Lina. – Es una mera formalidad – aclaro el joven. – ¿No iremos allá entonces? – Exclamó Sonya. – Si, iremos – aclaro Alex – pero no tiene por qué ser hoy. – Creí que era obligatorio seguir el itinerario – dijo Nino. – Pues creo que estamos rompiendo muchas reglas aquí – comentó a modo de chiste. A lo cual todos respondimos con carcajadas. – Este chico está en llamas – Dijo Zen entre risas. – Venga ya ¿Seguro que eres de Velum? – Comentó Oliver enfocando la cámara al rostro del conductor. – Oh si, nacido y crecido ¿Por qué? ¿No se nota? – miró a la cámara  Si, la verdad es que sí.  – Tu gente tiene pinta de ser muy estricta – dijo Sonya. – ¿La tienen? – Dijo curioso – Jum, creo que nunca lo había notado. – Pero tú no pareces muy estricto – continuo la rusa. – Digamos que soy un rebelde sin causa – comentó el guía con una sonrisa. Sonrisa asesina.  – Eres perfecto para el «Club de los Atrevidos» – dije bromeando. A lo que los chicos asintieron mientras que el guía parecía confundido. – ¿Que es «Atrevido»? – preguntó.      Todos nos reímos al ver su cara de confusión. – Lo que tú eres amigo mío – dijo Zen dándole palmadas en el hombro al conductor.        Y así fue como dentro de una Van negra, a punto de romper las reglas y con un nuevo integrante a nuestro grupo, conocimos a Alex Dux.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD