Ese Franco era un idiota que se creía gracioso, pero debía admitir que todo en él le provocaba gracia.
Franco la vio caminar con una sonrisa también, sacándose la chaqueta para adentrarse hacia la casa. Tenía otros asuntos que tratar, un sujeto lo estaba esperando en la sala que hace varios días ya no usaba.
Al entrar, se encontró con el sujeto a un lado del gran ventanal de brazos cruzados, era el padre de Giulio.
—Tienes a una mujer viviendo en esta casa —fue su manera de saludarlo.
El castaño se adentró a la sala, dejando la chaqueta sobre un elegante perchero n***o de madera. Miraba a ese sujeto mientras tomaba asiento.
—Así es —respondió simplemente, abriendo sus brazos para dejarlos descansar sobre la cima del sofá, subiendo su tobillo derecho para dejarlo sobre su rodilla izq
