Nuestra historia.

Capitulo 4

Emiliano se mira y cae en cuenta en lo que su asistente le quiere decir, ríe relajadamente y contesta:

-Iré a comprar algo de ropa, no alcanzó a ir a casa para cambiarme - le explica cordialmente.

-Se le hará tarde... y ¿aún no desayuna o si? - inquiere sin dejar de mirarlo a los ojos.

-Lo sé, desayuno luego - ronronea alternando su mirada entre los ojos y su boca.

-¿Si quiere yo puedo ir a comprar algo para su desayuno mientras va y se cambia? - lo dice y logra ruborizarse cosa que le encanta aún más a Emiliano.

-¿Te parece si me acompañas a comprar algo de ropa aquí abajo y luego desayuno mientras tú me vas contando sobre la reunión con los italianos? - lo decía más en tono de súplica que de orden de jefe sintiéndose liberado para flirtear con la morena.

-Por supuesto, como usted diga.

-Bueno, vamos.

Así pasa la mañana y después de las reuniones pertinentes, llega Fabiana ingresando sin pedir permiso y cuando ve a Emiliano al lado de Marian revisando informes, nota que Emiliano se inclina hacia la joven pues ella permanece sentada y él acerca su cuerpo a ella, la cercanía entre sus rostros desconcierta a Fabiana pero deshecha la idea sabe que a Emiliano le gustan las mujeres como ella o eso cree.

-Mi amor, ¿Cómo estás?, vine para que hablemos de nuestro matrimonio...- logra descolocar a Marian quien se siente herida, ¿pero no tendría porque o si?.

-Fabiana no me voy a casar contigo, no te amo y lo que vi ayer me dejó muy claro que no quiero estar contigo el resto de mi vida esta relación no me sirve y tampoco me interesa con lo que vi  me di cuenta que no me dolió en lo mínimo porque no se si algún día te ame o solo fue un bello espejismo...- Emiliano alterna su mirada a Marian quien en sus ojos irradia un toque de felicidad que a él le agrada, sigue sin apartarse de la joven y a Fabiana no le gusta nada.

-Emiliano ¿Cómo dices esto?. Si sabes que llevamos un tiempo juntos y un simple desliz no puede terminar con esto.

-Ese es el punto Fabiana, no es un desliz como le llamas - resopla queriendo estar a solas con Marian - la infidelidad es una falta de lealtad, de compromiso y de amor al otro - pone su mano en los bolsillos y con la mirada le exige a Marian que se quede cómo está - y tú solo sientes costumbre por mí, así como yo pero esto no es amor y nunca va a serlo, encuentra a alguien más y sigue tu camino solo te puedo ofrecer mi amistad nada más - quiere de cierta manera la aprobación de la morena - por favor deja de meter a medio mundo en esto, esto es una decisión tomada.

-Estas seguro o solo lo dices porque tu orgullo ¿está herido? - intenta que él le acepte pero Emiliano se retira y la saca de la oficina.

Cuando Emiliano vuelve se encuentra a Marian quien intenta concentrarse en el trabajo y Emiliano sonríe.

Pasan tres semanas y es la junta de consejo, aparecen socios que Marian no había visto jamás , llega Arturo, Braulio, Daniel y Samuel, el último no le quita la mirada a Marian es como si la desnudara con la misma. La joven es cordial con todos y luego de una mañana llena de contrastes, Emiliano le pide a Marian que le acompañe a una reunión en las oficinas de Piamonte Enterprices, ahí está el dueño Felipe Piamonte; llegan con un tiempo de anticipación y Emiliano decide invitar a Marian a tomar algo, ella no sabe que decir y él la convence, terminan en una cafetería tomando algo. 

Emiliano nota que Marian inconscientemente al empezar el postre se limpia el exceso del mismo en los labios con la lengua, queda hipnotizado y como si de magnetismo se tratara María le ofrece a Emiliano de su postre y él acepta encantado pero lo que más se le antoja es probarlo de sus labios directamente.

Emiliano se acerca a Marian lentamente y con una mano toma su barbilla, ella le mira sin parpadear y él ve que en sus labios aún hay residuos de postre, se dispone a limpiarle con sus labios, se acerca aún más y la besa, es un beso casto al principio pero luego se vuelve más intenso y la joven abre sus labios para dar paso a la lengua de Esteban, sus corazones van a mil millas por segundo, Emiliano y Marian sienten como chocan sus dientes, como danzan sus lenguas como si lo hubieran hecho mil veces más juntos.

Emiliano pasa sus manos por la cintura de Marian y ella pasa sus manos por el cuello de él, se detienen para tomar aire y él le sonríe. Marian agacha la mirada se siente tímida, es cuando él toma sus manos y le pide levante su mirada.

-Eres la mujer más hermosa qué hay y me encantas - suspira - no sabes cuanto llevo deseando esto - pone las manos de ella sobre su pecho para que sienta sus latidos - me encantas.

-Yo...esto no está bien...tú - titubea - es decir usted es mi jefe y esto no está bien...- se pone colorada y sus labios están hinchados como pidiendo más. Está por levantarse de la mesa y él la detiene tomándola suavemente de la mano, es un gesto electrizante.

-No, Marian mi Marian no, esto está bien porque se que tú también lo deseas, me deseas y no es un impulso, no sabes el tiempo que llevo queriéndote en silencio. - Marian sonríe débilmente pero no puede evitar sentirse feliz es como si su sueño de cada noche cobrara vida, le encanta la manera en que la esta tratando.

-Yo, es decir no, bueno si pero Emiliano esto no tiene futuro - se excusa intentando convencerse a si misma.

-Claro que tiene futuro, si yo te quiero y tú a mi, lo sé porque me lo haz demostrado, ¿Qué nos detiene? - hace una breve pausa - de lo contrario no te preocuparías por mí como lo haces, eso no ocurre por cualquier persona - acaricia su mano delicadamente haciendo círculos con las yemas de los dedos - ¿uno se preocupa por alguien a quien uno quiere o no?- la mira intentado descifrar sus pensamientos.

-Pero...- no la deja terminar y continúa.

-Marian yo se que puede parecerte muy repentino pero...- toma aire - ¿tú quieres ser mi novia?- la cara de la joven es un poema, como si le hablaran en chino pero su corazón va tan agitado que parece se saldrá de ella. 

-No, es decir no se; Emiliano dame tiempo necesito digerir esto, no se ni como lo manejaríamos...

-Vale, como quieras pero déjame ganarme tu corazón... - Marian se sonroja.

Continuará...