Para recompensar los logros de los mellizos, Hilda y Herick decidieron comprar dulces, helados, algodón de azúcar y otras delicias. Se dirigieron juntos al parque y se sentaron en una banca bajo la sombra fresca de un árbol. Mientras disfrutaban de sus golosinas y compartían risas y conversaciones, las personas que pasaban por el parque los observaban con admiración. Las personas que pasaba, sin excepción por la imagen de Hilda, Herick y los gemelos, que proyectaban juntos, pues parecía la de una familia perfecta. Disfrutaron de un momento de alegría y conexión, celebrando y fortaleciendo los lazos que estaban creando. Aunque sus roles familiares podían ser complicados y poco convencionales, para ellos, lo más importante eran esos pequeños que se transformaban en un motivo de felicidad abs