Hilda observaba forma en que se esforzaba en el gimnasio, combinada con su belleza físico, despertaba una profunda admiración en ella. A pesar de sus esfuerzos por contener sus sentimientos, era difícil ignorar la intensa atracción que sentía hacia él. Mientras lo miraba con una mezcla de deseo y estimulo se formaba en su cuerpo. En su intimidad, había nacido un extraño hormigueo. Se preguntaba cómo podría resistirse a la tentación de sucumbir a los encantos de Herick. Aunque sabía que estaba mal, la tracción entre ellos era innegable, y cada día se hacía más difícil omitirla. Los besos en la mejilla que le daba eran como un pequeño aperitivo. Herick estaba en su rutina de ejercicios. Sin embargo, su atención no podía evitar desviarse hacia la silueta de Hilda, que se destacaba a través d