Herick sintió una oleada de sorpresa y emoción al ver los dibujos y leer las disculpas de los niños. La ternura y la inocencia de aquel gesto lo conmovieron de manera profunda, haciendo que su corazón se ablandara ante la sinceridad de sus palabras. A pesar de todas las tensiones y conflictos que habían surgido entre ellos en los últimos días, este acto lleno de sinceridad de dos de los pequeños tocó una fibra sensible en su corazón. Había un deseo genuino de reconciliación y entendimiento. Los miró a ellos dos con menos desdén y luego a los ojos celestes de la madre. Ni siquiera sabía el nombre de ellos, dado que no habían hablado. Respiró profundo y se marchó a su empresa. Estando en su oficina, tomó otras hojas y por medio del recuerdo de la apariencia hizo un dibujo a lápiz en escalas
