Herick sintió una oleada de desconcierto y furia al escuchar las palabras de la mujer rubia, quien revelaba ser la nueva esposa de su padre y, por ende, su madrastra. Su mandíbula se tensó mientras dirigía una mirada inflexible hacia su padre, quien había llegado y se mantenía de pie detrás de ella. Una mezcla de indignación y desilusión se apoderó de él al darse cuenta de que su padre había seguido adelante y había tomado una decisión que él consideraba una afrenta contra su ascendiente y su hermano. Quizás, ahora entendía un poco lo que estaba sucediendo. Se había casado con ella y había adoptado a los niños que se parecían a él y a su antigua esposa. Era una casualidad tal parecido. Solo de pensar que quería convertirse en un padre para ellos lo llenaba de ira. Con él había cortado todo