Después de poner fin a su relación secreta con su madrastra, Herick optó por permanecer en la mansión y continuar con su vida diaria. Aunque las cosas habían cambiado entre él y Hilda, se esforzaba por mantener la armonía en el hogar. Los días transcurrían con relativa calma. Pasaba tiempo con los gemelos, divirtiéndose y creando recuerdos junto a ellos. Se dedicaba a sus estudios y responsabilidades, como si fuera su padre, mientras mantenía una distancia cuidadosa con Hilda, consciente de los límites que ahora debían respetar. A pesar de la tensión latente, Herick y Hilda colaboraban en la crianza de los gemelos, trabajando en dúo para garantizar su bienestar y felicidad. Se esforzaba por ser un modelo a seguir para los pequeños, brindándole asesoría y apoyo en todo momento. El fin de s