Herick aclaró su garganta y por poco expresa una sonrisa genuina por la travesura de esos niños. Habían acordado que no le llamarían de esa manera en público y también se habían mostrado demasiado confiados con él. Solo desde aquella vez que había conocido a esa mujer vestida de novia, su humor había cambiado por sus actos divertidos. En lo posible quería mantener este asunto fuera del alcance de sus allegados. Pero ya no había manera de ocultarlo y enfrentaría el tema desde otro enfoque. Cargó a Helene sin decir una palabra y la gemela se tapó la boca de manera automática, después de darse cuenta de lo que había hecho. Así eran los niños, tan impredecibles, tiernos y alegres. Llamó también al niño y los cargó en sus brazos a ambos. —No te preocupes —dijo Herick de manera tranquila—. Ahor