Capítulo 5

2065 Words
Escuche un pequeño rechinar proveniente de la puerta y segundos después melanie la abrio un poco. La vi asomarse, y al verme sentada sobre la cama decidió entrar. —Majestad— dijo con cierta magnificencia, hizo una reverencia agachando levemente la cabeza y ahí se quedó. Detras de ella, vi asomarse una pequeña melena rubia. Melanie giro un poco y notó lo mismo que yo. —¿Y sus modales niñas? Frente a Melanie aparecieron dos niñas. Una de ellas, la dueña del cabello rubio. Me miró por un instante, admire el hermoso tono de sus ojos. Era un azul intenso. —Buenos días majestad— agacho  la cabeza y tomó los pliegues de su pequeño vestido color amarillo haciendo una encantadora reverencia— Mi nombre es Margaret Vasiliev, es un placer conocerla. La más pequeña, intento imitar los mismos movimientos de su hermana, causando en mí, más ternura. —Yo soy Luisa Vasiliev— dijo tomando su vestido un poco más brusco. Miro a su hermana y murmuró—¿Que más? Su hermana levanto la mirada y fruncio el ceño. —Es un placer conocerla— respondió susurrando en un tono alto. —¡Ah si!— volvió a agachar la cabeza y repitió lo que había dicho su hermana— Es bueno conocerla. —¡Placer!— le grito su hermana golpeando su cabeza. —¡Basta!— regaño melanie. Solté una pequeña carcajada, sus actos apesar de ser tiernos también eran divertidos— Están en presencia de la reina, niñas comportense. Las dos se quedaron inmóviles hasta que el pequeño Fitzwilliam comenzó a lloriquear. Levanté al pequeño en mis brazos y ambas niñas estiraron sus pequeños cuellos para tratar de verlo. —Es el príncipe— le decía Margaret a su hermana. Bajé el cuerpo de mi pequeño príncipe hasta la altura de los ojos de la niña más pequeña. Una vez que lo vio sonrio satisfecha. —Es muy pequeñito— expreso intentando estirar su brazo para tomar una de sus delicadas manos. —Luisa ¡No!— le regaño su hermana mayor— su mamá no te ha dado permiso para tocarlo. La niña bajo el brazo tomando una posición recta. —Niñas, vayan afuera a jugar un poco mientras hablo con la reina ¿De acuerdo? Ambas asintieron con la cabeza para luego salir corriendo por la puerta. Melanie se reincorporó y se acercó para sentarse a un lado de mí. Pronto, las lágrimas resbalaron por mis mejillas. Los hermosos recuerdos que tenía de ella vinieron a mi memoria. La Melanie que yo recordaba era tan diferente de la que estaba frente a mi. Ella se veía un poco más alta, su cabello estaba mejor arreglado y lucia hermosa debido al maquillaje. El general Vasiliev le daba una mejor vida de la que tenía en casa de mis padres. —No lloré por favor— dijo buscando algo en su vestido, un segundo después estiró un pañuelo hacia mi. —Lo siento mucho, pero tenía que hacerlo—tome el pañuelo e intente limpiar mis lágrimas. —Majestad, ¿Cree usted conveniente que pueda tomar al príncipe en mis manos por unos instantes? La mire y luego estire mis brazos para que pudiera tomar a mi pequeño. Lo balanceo levemente mientras le dedicaba unas sonrisas graciosas. Entonces giro hacia mi dirigiendome una mirada melancólica. —Lamento la muerte del rey— expreso con cierta pena volviendo la vista hacia la mirada tierna del bebé en sus brazos. Sus palabras abrían y lastimaba la herida de mi corazón, aquella herida que trataba de sanar— nadie imagino  que podría pasar algo así. —Melanie— mi voz se quebró— ¿Que es esto? Mostré la pequeña nota con el extraño mensaje escrito. —Llego está mañana, no tengo idea de lo que significa la última frase pero el general Vasiliev vendrá pronto... —¿Vendrá tan pronto, después del intento de apoderarse del trono? —Yo también recibí un mensaje del general. Tiene una encomienda importante muy cerca de aquí, así que aprovechará para visitar a su hijas y saber cómo se encuentra usted y el príncipe. ¿Aquella encomienda tendrá que ver con esa última frase escrita en latín? —Melanie...— trague saliva y respiré profundamente— “todavía sigo vivo” —¿Que?— dijo confundida —Es lo que quiere decir esa frase. Alguien intenta enviar un mensaje pero ¿A quién? —Quizás sea un mensaje para el gobernante de Cromenia— dedujo— Nuestro país estaba apunto de ser aniquilado, puede ser que aquella frase sea en sentido figurado. Aún seguimos con vida. Reflexione un momento sus palabras. Era una teoría muy poco convincente. —No— dije levantando el pequeño papel en donde se hallaba escrita aquella frase misteriosa— si esas hubieran sido las intenciones, estoy segura que no las hubieran escrito en latín. En cromenia esa lengua es prohibida y no muchos saben leerla o escribirla. Ese mensaje esta dirigido para un grupo de personas en nuestro territorio. —¿Personas?— cuestióno Melanie— ¿Para quienes? —Mis palabras no son más que conjeturas, sin más información de lo que pasó no puedo decir más. Melanie me miro desconcertada, como si estuviera analizando mis palabras. —Te has convertido en toda una reina— expreso con un tono afligido en su voz. — En realidad, jamás fui merecedora de tal título. Lo que hago es gracias al ejemplo del rey, cuando debo tomar una decisión importante siempre pienso en como lo haría él. Nunca fui una verdadera reina y ahora tampoco lo soy. —Se equívoca majestad— apremio— sin usted el reino se hubiera venido abajo desde que el rey falleció. Es mérito suyo y solamente suyo que aún sigamos con vida. Melanie pensaba lo mismo que los demás, dandome demasiado crédito. La apreciaba y también sus palabras, sus consejos y opiniones pero aquello tenía poco sentido para mí. Los días pasaron, cada uno de ellos frustrante porque no tenia mas información sobre lo que ocurría en la capital. Había sido, por así decirlo, exiliada de todo. Mi único trabajo era cuidar de mi misma y del pequeño príncipe, pues Melanie y las pequeñas hijas del general Vasiliev, eran tan buenas conmigo; siempre queriendo hacerme sentir cómoda en su morada. Las niñas se fueron acercándo a mi, su curiosidad no les permitía obedecer las órdenes de Melanie. Y yo agradecía su compañía y seguramente mi pequeño hijo también.  Los cuatro solíamos caminar por las tardes hasta un pequeño Prado que el general Vasiliev les había construido, con una gran valla alrededor para evitar que los animales del bosque se alimentarán del pasto y las flores. Cierta tarde mientras llevábamos acabo una pequeña ceremonia del té que Margaret había preparado. Llegó un carruaje, las niñas rápidamente se levantaron para indagar de quien se trataba corriendo hacia el otro lado de la casa hasta el jardín principal. Me levante de mi sitio y levanté al pequeño Fitzwilliam que se encontraba entretenido con una pequeña rama de árbol. Camine hacia la misma dirección en la cual corrieron ambas niñas y entonces observé que Margaret llegaba a mi encuentro. —¿Que sucede?¿Quien ha llegado?— me apresuré a preguntar. —Mi papa— respondió un poco agitada y me tomo de la mano para guiarme— Melanie está recibiéndolo. Al doblar la esquina del jardín de la casa vi el carruaje que lo había traído. Era un carruaje simple, uno que cualquier persona puede comprar, entonces sobre el umbral de la puerta se encontraba la figura imponente del general Vasiliev. En esta ocasión no llevaba puesto su habitual uniforme, si no un traje n***o con un corbatín. Además sobre sus pies se hallaban un par de maletas que Luisa quería inspeccionar rápidamente. El general charlaba con Melanie y ella lo miraba con suma atención.  Sobre su mirada había algo especial y entonces supe que debía esperar un momento para admirar la escena que presenciaba. Mi antigua doncella, la joven que alguna vez considere una hermana, estaba enamorada de ese hombre. —Isabel— dijo con naturalidad, escuchar ese nombre extraño como si pronunciará el nombre de su esposa y se suponía que así era. Me acerqué a él, había algo muy diferente en su tono de voz,en su postura o quizás fue la sonrisa que me dedico cuando me sigue frente a él. —Deseo hablar contigo sobre todo lo que ha ocurrido en tu ausencia. Asentí, mire a Melanie y ella sonrió como si no hubiera notado que el general se dirigía a mi con cierta propiedad que sólo personas cercanas a mi tenían permitido hacer. Tomo al pequeño entre sus brazos y enseguida les ordenó a las pequeñas seguirla hacia el piso superior de la casa. El general tomo las maletas y me indicó pasar antes que él. Me adelanté suponiendo que lo que tenía que decirme sería en privado, así que espere afuera de una habitación que Melanie me señaló era la oficina del general. Después de unos segundos, llegó con un par de documentos en sus manos, abrió la puerta y me invitó a pasar. La habitación estaba totalmente limpia, Melanie se empeñaba mucho en mantener limpia la casa del general aunque él no permeneciera mucho tiempo en ella debido a su trabajo en el ejército. —Perdone el atrevimiento— dijo en un tono serio— debemos mantener las apariencias. Usted es mi esposa ahora. —Entiendo— exprese rápidamente— ahora digame todo lo que ha ocurrido. —Comprendo su desesperación pero creo que de ahora en adelante el rumbo del reino será diferente. —¿Son buenas noticias? ¿Tiene que ver todo esto con aquella nota que envió. Por favor expliquese La expresión alegre de su rostro se desvaneció en cuestión de segundos. Me señaló un pequeño sillón frente a su escritorio, me acompañó a sentarme y rápidamente se colocó sobre la silla detras de escritorio, colocando sobre ella los documentos que cargaba. Suspiró, fue un largo suspiro, después se aclaró la garganta y desplegó los documentos en varias partes.  —El enemigo atacó al anochecer, la batalla fue terrible. Atacaron el palacio, destruyendo un treinta por ciento de su totalidad. Nos mantuvimos firmes hasta que una multitud de hombres armados sorprendieron al ejército cromeniano. Lo que pasó después no puedo explicarlo con detalles. Aquellas personas eran hombres bien organizados, todos parecian tener adiestramiento en la milicia pero de todos ellos hubo un hombre, estoy seguro que él fue quien coordinó el ataque. Lo llaman Belua. —¿Usted pudo verlo? —No con exactamente, ese hombre vestia extrañamente. Usa una especie de máscara de tela bien adherida a su piel. Es negra y es difícil ver con claridad el rostro que oculta. Usa un uniforme n***o, idéntico al del ejército del rey Fitzwilliam II. Montaba a caballo cuando lo vi desaparecer. Pero antes de irse escribieron sobre las paredes Ego adhuc tota. —Todavía sigo vivo— dije pensando aún en su significado—¿Porque razón alguien escribiría eso? —Creo que tal vez piensa lo mismo que yo...ese mensaje va dirigido al palacio. El que nos rescataran quiere decir que están apoyando nuestra causa pero no sabemos que ocurrirá después. Tenía un pensamiento, algo que se creó en el mismo instante en que leí esas palabras. —William... él podría.... —¡No!—interrumpió en un grito—Esa bestia no puede ser el rey ¡William murió, él no puede ser tu esposo! No podrías imaginar como mataron en cuestión de minutos al enemigo, los torturaron. Estoy seguro que William no es ese hombre, él jamás te hubiera abandonado, no sabiendo que había concebido un hijo contigo. Aquella mínima esperanza se desvaneció con sus palabras, ese hombre tal vez no era William. Repentinamente un periódico mal puesto cayó del escritorio al piso y éste se abrió para dejar ver la primera página. Una noticia que me alarmó gravemente. “La reina ha muerto, se creé que durante el ataque al palacio, la reina Helena, actual monarca de nuestro reino fue asesinada a sangre fría por el enemigo, sabemos por una fuente segura que el príncipe heredero desocupó horas antes el recinto real.Lamentamos y mostramos condolencias a todo el pueblo de Athos”
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