Capitulo 1
¿Como puedo decirlo sin perder el control de mis lágrimas? ¿Como expresar lo que siento sin caer en la desesperación?
Sé que al recordarlo me romperé, pero ¡Oh Dios, sabes que lo amé! ¡Lo amé!...y lo perdí.
¿Que si duele? ¡Por supuesto que sí! Pero no quiero que ellos lo sepan, no quiero demostrarles que mi perdida fue la debilidad más grande en mi vida y no quiero volver a vivir algo así. Mi vida se convirtió en un infierno después de que él se fue, y ahora yo soy lo único que les queda.
El ejército de Cromenia avanza sin más remedio, mi ejército es cada vez mas débil, cada día mueren cientos de soldados, un sin número de heridos y c*******s llegan a la ciudad, es inevitable sentir el aroma que tiene una guerra pero aún puedo ver la esperanza en los ojos de los súbditos, es un pequeño e insignificante brillo en sus ojos, ellos quieren vivir, aún tienen la esperanza de poder sobrevivir y aunque no se que es lo que nos depara el futuro, yo quiero protegerlos, así como William. Puedo ver esa esperanza en la resistencia de los generales, capitanes y demás cabecillas. Pero esta minima esperanza es gracias a los consejeros de la corte. Ellos permanecen leales a mi y a la memoria de William. Me aconsejan y guían en esta batalla sin fin. Yo doy las órdenes conforme dicta la situación pero aún no entiendo mucho sobre lo que realmente ocurre en el frente de batalla.
El consejero Burckhardt ha tomado un papel muy importante en todo esto y no solo se ganó mi confianza si no la de los demás consejeros. Su sabiduría al expresar y al dictaminar cual será el siguiente movimiento de nuestro enemigo es vital y ha evitado muertes innecesarias. Pero me ha pedido que considere una propuesta suya, hace tiempo conoció a un general, de hecho, expresó que aquel hombre fue un amigo de suma confíanza del rey. Sin embargo fue para él imposible asistir a la ceremonia de despedida del rey y su ejército, además de estar presente en los primeros meses en que comenzó la guerra. Dijo el consejero Burckhardt qué, su esposa padecía de una terrible enfermedad y a pesar de sus deberes con el reino, debido a su puesto de general de alto rango, debía estar a lado de su esposa. Fue terrible el escuchar que su esposa no pudo resistir los agotamientos y dolores que la enfermedad le generaba, murió veinte días después de William, pero lo que el consejero me solicita es ponerlo al frente del ejército, pues no solo tiene el respeto de miles de hombres, sino que también tiene el entrenamiento necesario para las duras batallas que ahora se pelean en el frente, además desea vengar la muerte del rey.
Y ahora no solo por petición del consejero si no por solicitud de aquel hombre debo verlo esta misma tarde, ya falta poco tiempo y ahora debo esperar a la audiencia con el general Lorian Vasiliev.
-Su Alteza Real el príncipe Fitzwilliam IV y Lady Katherine Vizcondesa de Fluerht- gritaron con gran fuerza desde los pasillos. Me levanté de mi lugar y limpie rápidamente las lágrimas de mi rostro. Entonces las puertas de mis aposentos fueron abiertas en su totalidad y mi querida amiga Katherine, llevaba en brazos a mi pequeño William. Él estaba cubierto en pañales. Cumplía tres meses de vida, y desgraciadamente este día, era el primer aniversario luctuoso de su padre. Verlo también me provocaba tristeza, saber que William no estuvo presente durante mi embarazo y los primeros meses de nuestro pequeño hijo, era demasiado doloroso.
Katherine me miro consternada mientras avanzaba hacia mi.
-Helena- pronunció mi nombre con ternura-Has estado llorando.
-Solo un poco- respondí agachando la vista hacia el pequeño cuerpecito cubierto de ropaje de mi hijo-¿Puedo cargarlo?
-Por supuesto- contesto en cierto tono melancólico.Enseguida me lo dio y entonces aparte un poco la manta que le cubría el rostro. Estaba durmiendo, el ver la paz de este niño, la paz que no muchos podíamos tener en estos tiempos, era hermoso-Debes dejarlo descansar.
Levanté el rostro un poco confundída sin saber exactamente a qué se refería.
-¿De que hablas?
-William se fue Helena, debes dejarlo descansar y tú debes tratar de olvidarlo.
-No puedo creer lo que estás diciendo- dije en cierta medida ofendida.
-Helena, es difícil de aceptarlo pero por más irreal que sea para ti, Fitzwilliam está muerto. No has parado de llorar y sufrir en un año. Debes parar esto...es por tu actitud que mi pequeño sobrino fue separado de ti. Debes superar tu pérdida por tu bien y el de tu hijo.
-¿Pretendes que me olvidé de William?
-Lo único que quiero es verte feliz, que estés más tiempo con tu hijo. Me duele mucho Helena, cada ocasión que llegó a verte tus ojos están inflamados de tanto llorar. ¿Que crees que harían mi hermano si te viera de esta manera? ¿Que se supone debo hacer yo? Lo único que quiero es cuidarte, tratar de ayudarte a aceptar tu dolor, pero ahora te excusas en tus reuniones con los consejeros, ya casi no ves a tu hijo y en tu poco tiempo libre ten encierras en tus habitaciones a llorar. Tratas de mantenerte firme y severa pero yo sé que aún te duele, y a todos también nos duele, sobre todo hoy que ha pasado un año pero por más que llores no vas a recuperar lo que perdiste, pero...Tal vez puedes disfrutar del tesoro que ahora tienes en tus brazos.
Mire a mi hijo, la viva imagen de su padre. Katherine tenía toda la razón, mi pobre hijo estaba pagando las consecuencias de mi propio dolor, y en su pequeña y corta vida jamás habíamos pasado un momento feliz.
-Tal vez....- intenté ahogar las lágrimas- deba continuar con mi vida...y dejar ir el dolor.
-¡Querida hermana!- se atrevió a decir en memoria de la persona que alguna vez no unió como familia- dejar de sufrir por él no significa que él no pertenezca en nuestros recuerdos. ¡Conservalos como un tesoro para que algun día mi pequeño sobrino llegue a conocer a su padre por medio de ti!
Katherine nos envolvió en un abrazo reconfortante y entonces mi pequeño Fitzwilliam despertó retorciendo su pequeño cuerpo y comenzando a llorar.
-¡Vaya! ¡Vaya!¡Vaya! Pero si el pequeño príncipe ha despertado- pronunció Katherine en una voz graciosa intentando calmar el llanto del bebé.
-¿Acaso tendrá hambre?
-Tal vez- sugirió mientras extendía las manos hacia mi para que lo llevará con la archiduquesa y sus nanas-lo llevaré con la nodriza.
Alce al pequeño y lo bese con delicadeza, entonces se lo di y lo vi marchar de mis aposentos. Mi madre y la madre de William se negaron a dejar el cuidado de mi hijo en mis manos. Siendo el futuro rey, fue la archiduquesa quien se ofreció para aquella tarea y de cierta manera le reconfortaba estar con su nieto, el último recuerdo de su hijo, así que se lo llevó de mí lado y ahora debo ir a otro piso en donde las personas van anunciando mi nombre y mi título para hacerle saber a la archiduquesa que la reina desea ver a su hijo y debo pasar por varios pasillos y por los aposentos de la archiduquesa para llegar a las habitaciones del pequeño príncipe. Pero sufro al verlo en manos de mujeres que no conozco y me hacen sentir como una madre inutil al ver que está siendo amamantado por otra mujer. Aunque soy la reina aún no tengo la autoridad para decidir sobre la vida de mi hijo, según, en palabras en la archiduquesa yo tengo tareas más importantes que cuidar de mi hijo, dirijo una guerra y soy la responsable del rumbo que tendrá el reino y la vida de miles de personas.
Más tarde estuve en conferencia con los consejeros y después de dos horas se marcharon de mi oficina. El consejero Albrecht Burckhardt se quedó parado frente a mi escritorio levanté la vista un tanto confundida sobre su presencia.
-La reunión duro mas de lo esperado- dijo con voz ronca.
-Asi es, ahora los consejeros debaten entre ellos por causa suya- bromeé. El consejero sonrio pero volvió su expresión un tanto sería después de eso.
-Disculpe majestad, pero el general Lorian Vasiliev está aquí.
-¡Oh! Debe llevar mucho tiempo esperando, hagalo pasar.
-Majestad el general llegó muy temprano por la mañana.
-¿Porque?
-El general como sabrá, es un soldado muy adiestrado y que mejor para una cita con la reina que llegar varias horas de anticipación para evitar cualquier inconveniente.
-¿Inconveniente dijo? ¿Que clase de inconveniente?
-Ninguno por ahora, pero así son los hombres de guerra. Pero lo haré pasar, ya no le haré perder el tiempo majestad.
Caminó con precaución y lentitud hacia la puerta, cuando cerro continúe leyendo los informes que estaban regados por mi escritorio. Y entonces golpearon la puerta varias veces antes de abrirla.