Levanté la vista y vi el rostro del Conde de Cavour. Ambos nos miramos sorprendidos ¿Como era posible encontrarme con él en ese preciso momento? Era como un ángel caído del cielo. —Cond...disculpe comandante Cavour ¿Que lo trae a este lugar?— dije perpleja de lo que veían mis ojos. —Por Dios, no puedo creer que usted esté realmente aquí...— dijo atónito mirando hacia todos lados como si temiera que alguien más pudiese reconocerme— estoy realmente... estupefacto...yo no sé qué decir...es una completa alegría verla. —La alegría y el placer es mío. Es bueno saber que usted parece estar bien a pesar de lo que ocurre. Volvió a mirar hacia alrededor pero a nadie parecía interesarle nuestra conversación. —Seria una mejor opción conversar en un lugar más privado ¿No creé? Miré hacia las mism