29| Sombras y espectros

2394 Words
Mag abrió los ojos y se encontró de nuevo en aquel espacio a cielo abierto y rodeado de árboles en la oscuridad, el viento azotaba su rostro con fuerza, parecía que una tormenta se avecinaba, en la distancia, podía oír cómo la tierra empezaba a retumbar por truenos lejanos, y aunque no podía decirse que estuviese lloviendo, un par de gotas cayeron sobre ella. Notó que llevaba un vestido blanco, la tela era ligera, pero algo vaporosa; la falda, que arrastraba por el suelo, enganchándose entre los matorrales, estaba un poco rasgada y manchada de barro, como si tuviese un buen rato caminando, aunque ella apenas si había aparecido ahí. Los truenos se oyeron más cerca, y las gotas se hicieron más frecuentes. Empezó a correr, intentando resguardarse en el único sitio cercano que había para tal cosa, una casucha de madera vieja a mitad de la nada. Al entrar, notó que se trataba de un bar. Había muchas personas, pero todo estaba en un extraño silencio, y los rostros de todos estaban sumidos en las sombras; en realidad, todos parecían ser solo eso, sombras; espectros con forma humana pero cubiertos de n***o. Pensó en irse, se sintió en peligro ahí, pero entonces lo vio. Cameron estaba sentado en la mesa más alejada y la miraba con intensidad. Le dio una última calada al cigarro entre sus dedos y lo echó al suelo; con el índice le indicó que se acercara al tiempo que dejaba escapar el humo. Los espectros se empezaron a apartar, abriéndole camino hasta que llegó a su mesa. Él sonreía de lado, tenía un brazo sobre el espaldar de la banqueta y el otro sobre la mesa; le invitó a sentarse con la mirada y ella obedeció; tomó asiento a su lado hasta que su cadera y sus muslos quedaron completamente pegados a los del hombre, él se inclinó hacia ella, su aliento rozó su sien y calentó su mejilla. Un poderoso trueno hizo temblar el lugar al tiempo que su cuerpo se estremecía de excitación, y las bombillas estallaron. Cuando la oscuridad y el silencio reinaron en el lugar, Mag sintió la mano de Cameron sobre su rodilla, sintió sus dedos moviéndose, intentando apartar la tela que le impedía tocar su piel, y cuando lo logró, escuchó cómo la lluvia empezó a caer en el exterior, una tormenta repentina. Ella jadeó cuando él le rozó la mandíbula con sus labios, haciéndole arquear la espalda, pero el estallido de sensaciones le abrumó cuando la mano, que seguía avanzando lentamente entre sus piernas, se acercó al vértice palpitante que las unía. Sus rodillas se unieron por instinto, apresándolo con fuerza. —Shhh… La oscuridad es solo nuestra —susurró él a su oído, dejando un beso húmedo bajo su oreja. Mag relajó sus piernas otra vez y gimió cuando su cuerpo se sacudió bajo una poderosa llamarada. Otro trueno se oyó y seguido de este... los espectros se pronunciaron. Ella abrió los ojos y, aunque no veía nada, los escuchó. “Parece que nunca tiene suficiente”. “Le gusta que la sometan”. "Es una puta manchada". “Tiene una sonrisa de perra”. "Es una zorrita hambrienta". Su corazón se aceleró, y empezó a hiperventilar. La angustia y la vergüenza empezaban a asfixiarla. —Mírame —susurró él, pero ella no prestó atención. Él la tomó entonces de la cadera y tiró de su cuerpo hasta sentarla a horcajadas en su regazo—. Mírame —exigió de nuevo, pero ella no podía hacerlo. Podía sentirlo bajo su cuerpo, podía sentir sus manos en su espalda, pero no podía verlo; ahí solo había oscuridad, y ella solo podía escuchar a los espectros. —Magnolia… Mírame. —Ella giró hacia el frente, hacia donde debería estar su rostro, y respiró con pesadez—. No dejes de mirarme. Tan pronto aquellas palabras llegaron a sus oídos, un ruido violento rugió en el lugar. Todo volvió a iluminarse, pero esta vez no eran las bombillas, eran llamas. Un fuego voraz llenó el bar, iluminando entonces el rostro de Cameron, que sonreía con malicia mientras los gritos agonizantes a su alrededor se iban apagando; cuando todo quedó en silencio, ella también sonrió, y presa de una excitación impetuosa, se inclinó sobre él y lo besó con abandono. Su cuerpo ardía como si también estuviese en llamas, pero entonces una sensación punzante y dolorosa le recorrió los labios. Chilló y se apartó para mirarlo. El rostro de Cameron ya no estaba ahí, en su lugar solo había una calavera con la boca abierta, dividida por alambres de púas. Ella lo miró horrorizada cuando los extremos de los alambres se tensaron, partiendo el cráneo en dos. Se despertó en medio de un grito lleno de terror, pero también de angustia. ¿Qué significaba todo eso? Se llevó la mano al pecho y respiró con dificultad, sobresaltándose y lanzando otro grito cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe y Kyle apareció con un bate de metal en las manos. —¿Dónde está? —gritó mirando detrás de la puerta—. ¿Estás bien? ¿Dónde está? —gritó de nuevo, ahora corriendo hacia la puerta del balcón, abriéndola y mirando al exterior. —¿Quién? —logró preguntar Mag, aún agitada, pero un tanto divertida por la expresión de su cuñado, que, vistiendo solo el pantalón de la pijama y con los cabellos revueltos, dejaba claro que apenas había salido de la cama. Kyle, al ver que estaban solos en la habitación, bajó el bate. —Es que… Te oí gritar y pensé que alguien había… entrado. Un ladrón, quizás. —Mag lo miró con una ceja arqueada y él, con una mueca que parecía ser una sonrisa avergonzada, prosiguió—. Sí, esas cosas no pasan aquí, ¿cierto? Este es un pueblo tranquilo. Ella hizo una mueca, no del todo de acuerdo con él, pero no dijo nada más. —¿Fue una pesadilla? —Ella asintió—. ¿Quieres hablar de eso? —Esta vez sacudió la cabeza—. Bueno, entonces prepararé unos panqueques. Algo dulce te quitará el mal sabor. Cerró la puerta del balcón y empezó a caminar, pero se detuvo al pasar por el escritorio, donde estaba su portafolio de dibujos… abierto. —Oh… —murmuró el hombre al ver el lienzo de su primera sesión con Cam. Mag cerró los ojos y dejó caer la cabeza por unos segundos. Volvió a mirarlo cuando él siguió su camino hacia la puerta en silencio, pero se detuvo antes de salir y con la mano en el marco, torciendo los labios, casi dudando de hablar, se giró hacia ella. —La calavera en su pecho… Es el emblema de “Las sombras”, Mag. Son tipos peligrosos esos. —Ella lo miró sintiendo que sus mejillas ardían, sin saber cómo responder—. El desayuno estará listo en unos minutos. Al decir esto, salió de la habitación y la dejó sola. Ella se rascó la cabeza, sacudió su cabello y resopló. No sabía qué había significado su sueño. No sabía qué demonios eran “Las sombras”. No sabía qué iba a hacer ahora que Kyle sabía lo que hacía, porque tenía que saberlo, no era tonto. Pero sobre todo, no entendía por qué nada de eso le importaba, por qué solo quería ver a Cameron. Salió de la cama y fue a cerrar el portafolio, para luego esconderlo bajo el colchón. Sabía que Kyle mantendría la boca cerrada, pero no podía arriesgarse a que su hermana lo descubriera también. Lo último que necesitaba en esos momentos era un nuevo enfrentamiento con ella. Se dijo a sí misma que todo acabaría pronto. Se iría. En una semana nada de lo que estaba ocurriendo tendría importancia. *** Unos minutos después, se encontraba en el desayunador de la cocina. Kyle y ella comían en silencio sin mirarse el uno al otro. Él no parecía enfadado, pero jamás le había visto tan callado. Mag pensó en ir a buscar la condenada pizarra que le había regalado, intentar sacarle conversación. Quizás, preguntarle a qué se refería con lo del tatuaje de Cam, pero temía empeorar la situación. —Rico —logró decir un rato después, luego de acabar sus panqueques. Él la miró de reojo, adivinando lo que pretendía, y solo se limitó a asentir y soltar un “Mhm”. Por suerte, si es que se le podría decir así, escucharon el ruido en la puerta y ambos giraron al mismo tiempo para ver a Dahlia entrar en el salón, con un par de bandas cubriéndole la nariz y los pómulos un poco hinchados. —¡Cariño! ¿Pero qué te pasó? —exclamó Kyle, saliendo corriendo hacia ella y tomando su rostro entre sus manos. —Una malnacida prostituta me golpeó la cara —exclamó esta, dejando tanto a su hermana como a su prometido intrigados. —¿Qué dices? —Una maldita prostituta. La llevaron a Emergencia esta mañana, porque alguien la había golpeado y cuando intentamos atenderla se puso agresiva. Empezó a dar patadas y luego me lanzó un puñetazo. Fue un maldito caos y ¡mírame la nariz! Hilary me vendó y el doctor Jackson me envió a casa. Es una desgracia, Kyle. —Sollozó. —No se ve tan mal, cariño. —¡Claro que lo está! Nos casamos este fin de semana, Kyle. Pareceré un maldito mapache en la boda —respondió Dahlia entre sollozos. Mag no pudo evitar el jadeo divertido que le provocó el comentario de su hermana, haciendo que tanto ella como Kyle la miraran, él con una mirada de advertencia, ella con verdadero enojo. —Ríes como una perra, Magnolia —soltó su hermana, haciendo que Mag tensara los labios y se mantuviera en silencio. —De acuerdo. No vamos a hacer esto, chicas. —dijo Kyle interviniendo—. Vamos a la cama, cariño. Es mejor que descanses un poco. Ambos abandonaron la cocina mientras Mag se ponía de pie y recogía los platos sin dejar de pensar en lo que le había dicho su hermana. No solo era un insulto extraño, una peculiar elección de palabras dado el contexto de la situación, sino que también se le hizo familiar, aunque no supo por qué. Tomó su suéter y se apresuró a salir, pero cuando hizo además de ponérselo, se detuvo. Miró el cielo; era un día soleado, y no había razón para usarlo, comprendió que había estado usando prendas así desde su llegada, pero después de lo que había sucedido el sábado… No lo volvería a hacer. Abrió la puerta de nuevo y lanzó la prenda al sofá. Cruzó el jardín y empezó a bajar la calle. Ese día llevaba un top sin tirantes que dejaba bastante de su piel expuesta, daría de qué hablar, sin duda, pero no le importó. Para cuando llegó a la pequeña tienda de souvenirs, había robado la mirada de muchos. Grace la recibió con una gran sonrisa, casi aliviada, y le dijo que se encargara de la tienda unos minutos mientras ella iba al cuarto trasero a buscar algunas cosas para reponer en la estantería. Mag asintió y se quedó tras el mostrador. Divagaba sobre cosas sin importancia cuando la campanilla de la puerta se agitó, anunciando un nuevo cliente. Era una pareja vistiendo ropa deportiva y cargado con pesadas mochilas. —Buenos días, ¿es aquí donde emiten los permisos de exploración para Cabo Flattery? —preguntó uno de ellos. La chica asintió y se apresuró a sacar del cajón los formatos correspondientes. Tendió las hojas sobre el cristal del mostrador y les ofreció una pluma. —Aquí —pronunció señalando los espacios en blanco para llenar, y luego el renglón final—. Firma. —Perfecto, ¿puedo completarlo aquí? —preguntó el hombre señalando hacia un extremo del mostrador. Ella asintió y entonces él dejó lo que tenía en las manos a un lado. Mag vio el ejemplar del Peninsula Daily News, y aunque por un segundo no prestó demasiada atención, Una imagen en la primera plana le hizo inclinarse y leer. . El incendio devastador en bar de Port Angeles sume a sus habitantes en la incertidumbre. . El feroz incendio que arrasó la madrugada de este domingo con el popular bar “El Refugio”, punto de encuentro de muchos en esta modesta comunidad, dejó pérdidas desastrosas a su propietario, el señor David Forrest, que no solo perdió su inmueble, sino que sufrió graves quemaduras durante el suceso y aún se encuentra en estado grave en el hospital local. Las autoridades aún no han dado declaraciones, y el cuerpo de bomberos no ha logrado determinar el origen del incendio, pero los vecinos y amigos de Forrest aseguran que podría tratarse de un ajuste de cuentas, ya que era sabido que el hombre poseía grandes deudas, aunque nadie se ha atrevido a mencionar el nombre del acreedor de las mismas; sin embargo, tales afirmaciones no han sido confirmadas por el Departamento de policía, hecho que causa gran controversia, pero lo que sí se sabe es que este trágico acontecimiento ha dejado a la comunidad en un estado de profunda inquietud. Muchos temen que este no sea un simple accidente desafortunado, sino una señal de que las autoridades pierden poder y este cae en manos peligrosas. El miedo se ha apoderado de los residentes en las últimas horas, que ahora miran con gran desconfianza el futuro de su tranquila localidad. . Al terminar de leer, Mag se mordió el labio con nerviosismo. Era el bar junto a la terminal de buses, y supo que, aunque no podía asegurar nada, de algún modo, el incendio estaba relacionado con los dos hombres que ella había visto entrar armados al bar. Que estos parecieran estar unidos a Cameron le provocó un vuelco en el estómago. ¿Con qué clase de gente estaba involucrado el hombre? ¿Qué cosas hacía para ganarse la vida? ¿Eran esas “Las Sombras” de las que se refería Kyle esa mañana? La noticia realmente no decía nada, solo mencionaban chismes y rumores, pero… las piezas encajaban en su cabeza, y tuvo que admitir para sí misma que, algunas veces, las habladurías terminan siendo ciertas.
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