—"No te tengo miedo" —anunció Mag, sorprendida al ver que sus manos no temblaban. La confianza que le tenía a un completo desconocido era absurda, y, sin embargo, era real.
—Deberías. Escuchaste a tu hermana; soy una plaga silenciosa. Y tú, de entre todas las personas de este pueblo, deberías alejarte de mí. Así que hazte un favor, da la vuelta y regresa a casa. —Cam la miraba con intensidad; no estaba mintiendo.
—"Tener la piel que tengo no me hace una buena persona. Y tu aspecto de tipo malo no te hace un villano" —refutó; esos prejuicios no tenían cabida en su cabeza.
—Tienes razón, nada de eso me convierte en una mala persona, ¿pero sabes qué si lo hace? Las cosas que hago por beneficio propio, y, sobre todo, aquellas que soy capaz de hacer por dinero… Eso sí que me convierte en un puto villano. Así que voy a repetirlo una última vez: regresa a casa.
Dio un paso hacia ella, haciéndole sentir acorralada, pero sin ganas de huir… Mag tampoco mentía al decir que no le temía, y sabía que quizás todos tenían razón, debía alejarse, pero en lugar de retroceder, solo tuvo una cosa que expresar:
—"Me agradas".
—¿Qué diablos es lo que está mal contigo? —preguntó él sin poder controlar del todo su sonrisa… En el fondo, pese a todas sus advertencias, tampoco quería que se marchara.
—"Me agradan las personas honestas. Creo que tú eres honesto. Eso te hace mejor que cualquiera aquí". —Su sonrisa se ensanchó—. "Pero que hagas cualquier cosa por dinero me viene bien".
Él ladeó la cabeza; esas palabras habían despertado su curiosidad.
—¿Dices que quieres contratarme?
—"Sería dinero fácil".
—De acuerdo, morderé el anzuelo. Supongamos que digo que sí… ¿Qué tendría que hacer?
Mag sonrió y mordió su labio antes de responder.
—"Desnudarte para mí".