12| Algo que no volverá a pasar

2074 Words
Mag contempló al hombre, comprendiendo que él no entendía nada de lo que pasaba ni de su realidad en esos momentos. Pero, claro, ¿por qué tendría que saberlo? Ante ese pensamiento, solo pudo alegrarse de que, al menos, podía estar segura de que nadie había abierto la boca en frente de Cameron. Sacudió la cabeza entonces y resopló antes de dirigirse a él. —Es complicado. Debo quedarme. Dahlia me necesita. Cameron frunció el ceño ligeramente, no del todo conforme con esa respuesta. El silencio se abrió entre ellos otra vez. Ella, llena de resignación por lo que había expresado, entendiendo el peso de su afirmación: estaba ahí por Dahlia, le había dado su palabra a su hermana, y sobre todo, se había hecho una promesa a sí misma… Dejar ir el pasado, y eso incluía a Theo. Sin importar cuán descarado fuese este en el presente… No estaba ahí para dedicarle atención a él, y en efecto no lo volvería a hacer. «Debo dejarlo. Debo olvidar lo que hizo», se obligó a recordar. El hombre junto a ella, por su parte, a regañadientes tuvo que admitir que estaba intrigado y había algo más, algo nuevo; no sabía el nombre de lo que sentía; no quiso pensarlo demasiado tampoco, porque seguía decidido a sacarla de su mente, ya que parecía que no podría sacarla del pueblo. —Pues entonces, como yo lo veo, si no vas a irte… debes asegurarte que te importe una mierda. —La miró fijamente a los ojos y ella entrecerró los suyos—. Que te importe una mierda lo que digan. Que te importe una mierda que te vean. Que te importe una mierda que susurren, que te señalen, que se rían... Que-todo-te-importe-una-mierda. ¿Entiendes lo que digo? Este es un pueblo chico, Magnolia. Bastante aislado de la vida moderna. Lo más parecido a una vida civilizada aquí es que los teléfonos celulares alcancen las tres barras de señal, y que la conexión de Internet dure más de una hora sin colapsar. No puedes pedirles demasiado. ¿Has oído eso de que no puedes pedirle peras al olmo? Pues... —Cam sonrió con descaro—. La gente aquí no es más que olmos secos y moribundos... No te darán nada, mucho menos una maldita pera. Mag sonrió y asintió; sabía que él tenía razón. Y se reprochó el hecho de haber pasado encerrada esos últimos dos días. Se había intentado convencer de que lo hacía porque sabía que no había nada interesante ahí afuera, pero eso era una gran mentira. Odiaba a sus vecinos, eso era un hecho; tampoco sentía ningún amor particular por el pueblo, pero sí que le gustaba la región. Miró a su alrededor. El ambiente era placentero; su entorno frío, ventisco, cubierto enteramente con tonos azules y verdosos, era realmente hermoso cuando no estaba teñido por la negrura de sus recuerdos. Había muchos sitios a los que le gustaría volver; no podía dejar que un par de personas obtusas de su pasado le arruinaran sus días. Había pasado años fortaleciendo su mente y su autoestima como para echar todo eso por la borda solo porque había visto a Theo otra vez. «Está calvo y panzón, quizás sea castigo suficiente», se dijo, intentando convencerse de que el hecho de que la vida le hubiese arrebatado la belleza de la que siempre ostentó el joven Paddock era suficiente; aunque no estuviese del todo conforme con eso. —Y hablando de otras cosas que no deberían importarte una mierda… Pero que sí será un problema... —Siguió Cam, ya desistiendo por completo de convencerla de irse—. Tu hermana. La chica frunció el ceño. —¿Qué pasa con ella? —Es una mujer realmente irritante… y persistente. Verás, yo aún tengo cosas que hacer en el pueblo. No necesito que se arme una campaña mediática para echarme de aquí, porque se enteró de que te subiste a mi moto… otra vez. Así que, si ya drenaste tu mal humor, vámonos antes de que alguien más nos vea. Se puso de pie y le tendió la mano para ayudarla. —¿Qué haces en el pueblo? —preguntó Mag cuando estuvo de pie. Cam la miró en silencio un segundo, tiempo durante el cual creyó que le iba a responder aquello que tanta curiosidad le causaba, pero él extendió su mano, dejando el cárdigan lleno de arena frente a ella y luego se limitó a darse la vuelta y emprender la marcha hacia la motocicleta sin emitir un solo sonido. La chica resopló, pero se dijo que no había prisas; ya lo descubriría, de eso estaba más que decidida. Se ató la prenda a la cintura y fue a recoger sus zapatos para seguirle. El viaje de vuelta fue mucho mejor. No hubo llanto esta vez; en lugar de eso, en un par de ocasiones Mag extendió sus brazos y dejó que el aire golpeara su rostro, haciendo ondear su cabello, riendo cada vez que Cam soltó maldiciones y palabrotas, ordenándole sujetarse de nuevo. Cuando se detuvieron frente a la propiedad Wood, ella le miró; pensó en darle las gracias, pero, en cambio, preguntó: —¿Cuándo te veré de nuevo? Cameron agudizó la mirada y la contempló en silencio un rato. Hacía eso bastante a menudo, pensó ella. Luego notó que su mirada se oscureció, pareció enfadarse... Eso también se estaba haciendo normal en la dinámica que compartían. —No cometas el error de creer que somos amigos, niña. —Y dijo esto, se marchó en medio de un estruendoso rugido de la motocicleta. «Idiota», pensó ella. Pero no le dedicó mayor atención. Traspasó la cerca metálica y atravesó el jardín. Cuando subía al pórtico, la puerta se abrió de par en par y el rostro palidecido de Kyle se mostró ante ella. —Condenada muchacha, hasta que apareces. Vamos, entra de una vez —exclamó, tomándola del brazo y haciéndole pasar al salón para disponerse a evaluarla. La tomó de los hombros y la hizo girar en el sitio—. ¿Qué le pasó a tu cabello? ¿Te llevó a la playa? —preguntó al ver la arena en su cabello, y luego jadeó enojado—. ¿Te hizo algo? Llamaré a la policía si lo hizo. Mag se sacudió de su agarre y empezó a negar. Vio su pequeña pizarra en la mesa del salón. No recordaba haberla perdido, pero supuso que lo hizo en el restaurante y él la trajo de vuelta. Se acercó y la usó, ya más serena como estaba; era más sencillo expresar sus pensamientos. Le mostró al hombre el resultado. —¿Amigo? ¿Quién es amigo? ¿Tucker es tu amigo? ¿Te burlas de mí? ¿Cómo diablos va a ser ese tipo tu amigo, si no has salido de casa desde que llegaste? —Mag sacudió una mano, dejándole claro que no había discusión. Él entonces alzó las suyas y asintió—. Vale, vale. Da igual, estás bien, es lo que me importa. ¿Pero qué diablos pasó? Saliste corriendo del restaurante como si el mismísimo Lucifer te persiguiera. Theo no me quiso decir gran cosa. Solo dijo que eras muy rencorosa, ¡como si eso explicara algo! Mag se enojó nuevamente, y enfocó toda su atención en la pizarra de nuevo. Kyle volvió a leer. —¿Ex? ¿Qué significa eso? ¡Ah! ¿Quién es tu ex? ¿Theo? —La miró sorprendido cuando ella asintió y se dispuso a escribir otra vez—. ¿“Idota”? ¿Qué significa eso? —repitió. Mag cerró los ojos enojada. Habiendo cambiado estado de ánimo de nuevo, escribir algo era mucho más difícil, pero de pronto, Kyle pareció entenderlo todo—. ¿Idiota? ¿Qué Theo es un idiota, dices? Ella asintió y él chasqueó la lengua, empezando a darle una lluvia de disculpas y excusas. Mag no las quería; sabía muy bien que Kyle ignoraba por completo la historia. Sacudió una mano y gesticuló sobre su cuello en un movimiento conciso. —¿Quieres matarlo? —preguntó el hombre, con tal gesto de preocupación que disipó el enojo de Mag, que rio y lo miró con divertido reproche—. Ah, que ya no quieres hablar de eso, dices… De acuerdo, tema muerto. Sin embargo, había algo que sí le inquietaba a la chica, así que lo escribió. —¿Dahlia? ¿Qué pasa con ella? —Kyle lucía realmente confundido. Mag entornó los ojos, empezaba a impacientarse. Se acercó a él y dio un par de suaves golpes sobre su cabeza. Exigiéndole, sin palabras, que pensara un poco. —Lo siento, muchacha. El estrés no me deja pensar... ¿Quieres saber si le conté a Dahlia lo que pasó? —Mag asintió—. Pero claro que no lo hice. ¿Qué iba a hacer? ¿Llamarla y decirme "Cariño, lo siento, pero saqué a tu hermana de la casa y ¿sabes qué? ¡Huyó! Ella se subió a una motocicleta y huyó con el Ghost Rider del pueblo"? ¡Por supuesto que no le dije nada! Estaba aquí, preocupado. Esperando que volvieras, o que tu cuerpo apareciera en alguna zanja en la carretera para poder llamar a la policía ahora sí. Porque si los llamaba y no corrías peligro, Tucker podría querer venir por mí y no quiero eso. Hoy sentí que me rompería el cuello tan solo con mirarme, que lanzaría sus cadenas en llamas a mi cuello. Mag rio ante las tonterías que decía el hombre, y entonces se llevó un par de dedos a los labios, cerrándolos en un movimiento rápido. Era una seña sencilla, también de conocimiento universal: "Cierra la boca". —¿Quieres que no le diga nada a Dahlia? —Abrió los ojos de par en par cuando ella asintió—. Oh, no, no, no… ¡No! Yo no miento, jovencita. Y no le guardo secretos a tu hermana. Es una regla que tenemos. Kyle sacudía sus manos y su cabeza, negado a la idea, mientras Mag intentaba pensar en una solución; cuando la tuvo, se dedicó a escribirla. Era una palabra poco común, especialmente difícil para ella, y estaba muy segura de que la escribió mal, pero agregó un par de notas musicales alrededor, convencida de que esto le haría entender. Él miró la pizarra y torció el gesto, comprendiéndolo todo al instante. Era un vil chantaje, pero había picado el anzuelo. —¿Bugalú? ¿Me ayudarás a conseguir la banda? —Mag asintió y extendió su mano hacia él. Kyle la miró con desconfianza, pero al final accedió. Estrechó su mano y sonrió—. Tenemos un trato. Más te vale que cumplas. Mag sonrió y se acercó a las escaleras; necesitaba un baño. Pero, apenas había subido tres escalones cuando escuchó el llamado de Kyle, se giró y lo miró. Él sonreía con cierta malicia. —Yo no diré nada, te doy mi palabra. Pero no fui el único que te vio irte con Tucker, ¿recuerdas? ¿Qué piensas ofrecerle al viejo McNamara? —Dicho esto, el hombre se perdió de nuevo hacia el salón... con una sonrisa en sus labios. Ya en la habitación, Mag se quedó apoyada de la puerta un rato pensando en todos los eventos del día. Theo seguía en el pueblo, al aceptar volver creyó que jamás se lo toparía, pero ahí estaba, era un hecho y tenía que afrontarlo, y quitarle todo el poder que tenía sobre ella. Cameron tenía razón, todo se resumía a irse o a mandarlo a todos a la mierda, y se inclinaba más por lo segundo; a fin de cuentas, había sido su pensamiento durante todo el viaje de vuelta, aunque por un par de días la conmoción de haber vuelto la descolocara. Ella era una persona diferente ahora. Tenía más carácter que en el pasado, más confianza en sí misma y la determinación férrea de demostrarle a todo el que se cruzara en su camino que ella no era un ciervo huérfano y lisiado al que debían tenerle lástima. No volvería a dejar que la lastimaran, no volvería a bajar la cabeza, y sobre todo, no volvería a esconderse. No, eso jamás volvería a pasar. Si a las personas del pueblo les molestaba su presencia, entonces les esperaba un verano complicado y ella disfrutaría cada segundo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD