Llego a la oficina ofuscada, la mirada de mi jefe me tiene en un limbo desconocido no puedo con las sensaciones que mi invaden y me niego a darle ese poder sobre mí, busco todo lo necesario bajo la atenta mirada de ambos.
Le pido a Alex los papeles que pertenecen y entro a la oficina de Jeff para buscar los que falta, a esta hora no se encuentra nadie en la empresa, solo el guardia y nosotros. Recojo las cosas rápido sin siquiera prestar atención a mi alrededor.
Termino de tomar los papeles y giro mi cuerpo rápido, mi torso choca contra algo duro y estoy a punto de irme para atrás cuando unas manos sujetan mi cintura con fuerza, levanto mi rostro despacio.
El olor a colonia cara invade mis sentidos, es una mezcla de Christian Dior, con jabón y colonia para luego de afeitar, mis ojos se enfocan en los suyos, ese gris plomo que me pone tan nerviosa.
Tomo una gran bocanada de aire y presiono mis manos tratando de alejarme de él, pero no me suelta, sus iris solo bajan para observar mis labios entre abiertos y luego volver a mi rostro.
- Lo siento… - balbuceo y doy un paso atrás – No lo vi – acomodo mi pelo.
- Creo que fue mi culpa – murmura aun viéndome - ¿Tiene todo lo que necesita? – dio un paso hacia mí y yo me aleje uno.
- Claro, vamos – paso por su lado ignorando las sensaciones de mi cuerpo.
Alex aparece segundo después con los archivos en su mano, sonrió de lado y termino de tomar mis cosas para dirigirme al ascensor con ellos pisándome los talones, mi celular resuena en todo el ascensor con insistencia y tengo que pasar las carpetas para poder contestar la llamada.
Maldigo internamente cuando el nombre Harry aparece en la pantalla de mi teléfono, estoy tentada a colgarle y mandar un mensajes, pero desisto cuando al dejar de sonar llega un mensaje amenazante “se lo que tratas de hacer, o atiendes o voy a tu casa”.
Resoplo y maldigo, no puede ir a casa, no estando ellos allí. Mi teléfono vuelve a cobrar vida y respiro profundo antes de atender la llamada.
>> Harry – murmuro.
>> ¿Siempre tengo que amenazarte? – pregunta ofuscado.
>> Si sabes que es sábado ¿verdad?
>> Claro que lo sé – el ruido de unas tazas me hace sonreír – Pero no fui yo el que comenzó esto.
>> Ya, voy entendiendo – observo en el reflejo de la puerta como Alex y Patrick me miran – El tema es que ahora no puedo hablar.
>> ¿Estas en peligro? – su voz de alarma me hace sonreír nuevamente.
>> No, estoy trabajando – contesto.
>> Bueno supongo que tu jefe está cerca – solté un breve ajam – Te mando por mensaje el día de la cita.
>> Dale, nos vemos pronto – murmuro.
>> Cuídate Amber.
Colgué la llamada y me hice la desentendida, ambos me observaban expectante, pero yo solo tomé las carpetas y salí de la empresa a paso firme, a ellos no tenía porque interesarles mi vida privada.
Llegamos a mi casa momentos después, los tres nos sentamos en el comedor para preparar todo lo necesario para la reunión.
Mi casa no era chica, pero tampoco tan grande, la parte principal consistía en un living comedor, los pisos eran de madera lustrada y las paredes blancas, tenía un sillón de dos cuerpos, que armaban el juego completo con dos individuales, una mesa ratonera ocupaba el centro de esta.
Hace poco compre una nueva tv pantalla plana, ya que la que tenía era vieja. La mesa donde nos encontrábamos era grande y cuadrara justo para ocho personas, un pequeño desayunador dividía la sala de la cocina.
La cocina era pequeña y alargada, formaba un gran rectángulo donde solo se encontraba una mesada, muebles, la heladera y el horno, luego un pasillo llevaba a cuatro habitaciones y un baño, la primera a la derecha era la mía, antiguamente fue de mis abuelos, era la única que poseía baño propio, para el resto estaba el baño en el pasillo.
- Preparare algo de comer – aviso y salgo directo a la cocina.
Busco algo de verduras, pollo, especias y comienzo con mi trabajo, pico las cebollas, los pimientos, salteo el pollo y lo condimento, se me ocurrió hacer un wok, es algo rápido, sencillo y fácil de digerir.
- Eso huele muy bien - comenta con voz ronca a mi espalda - ¿Qué es?
- Wok de verduras y pollo – respondo sin mirarlo – ¿Necesita algo señor MClean? – sus cejas se juntan un poco y cruza sus brazos.
- Algo de beber si no le molesta – termina diciendo.
- No es problema - camino hasta la heladera – Agua esta bien o prefiere vino.
- Agua – me observa - ¿Estamos interrumpiendo sus planes? – coloco en la bandeja una jarra y tres vasos.
- No tengo planes – subí mis hombros – Trato de descansar los fines de semana – le paso la bandeja y sus manos tocan las mías.
Otra vez aquella sensación se apodero de mi cuerpo, mi espina dorsal tembló y una sensación de corriente fría recorrió mi cuerpo, mis manos temblaban, la boca se me seco. Carraspee un poco y me aleje para seguir con la comida ignorando completamente su presencia.
La tarde transcurrió tranquila, todos estudiamos los análisis del último tiempo, me tome el trabajo de explicar cada uno de los proyectos nuevos que había, sus costos, personal a cargo y demás.
No volví a cruzar mirada con él, apenas hablábamos y solo cuando eran cuestiones laborales, se podría decir que todo era bastante profesional y tranquilo.
Llegada la noche les mostré sus recamaras, le facilite elementos de aseo y me fui a mi recamara para respirar profundo y bañarme. No tarde mucho en caer dormida.
“¿A dónde crees que vas? – su voz ronca resonó en la sala, trate de subir las escaleras a gran velocidad, pero su mano se aferro a mi cabello tirando de él hasta hacerme caer al piso, un grito agudo salió de mis labios mientras las lágrimas corrían nuevamente por mis mejillas – ¿Con quién hablaste afuera? – su mano se aferro a mi cabello – Co-con. Nadie – conteste entre quejas de dolor, su mano se estampo en mi rostro - ¡Mentira! – grito dejándome en el piso esperando por lo que venía”
Me desperté agitada como tantas otras veces, las sabanas húmedas delataban lo mismo que tantas otras veces, él me seguía atormentando desde mis sueños.
Me tire contra el colchón y observe el techo de mi recama, la habitación seguía a oscuras, no debían ser más de las cinco de la madrugada y yo estaba despierta. Tome mi teléfono y contemple el reloj, tenía razón, eran las cinco y cuarto. No iba a lograr conciliar el sueño y no tenía sentido que lo hiciera.
Me levante despacio, saque las sabanas y coloque unas nuevas, fui hasta mi baño y prendí el agua, la regadera dejaba caer una cascada artificial, suspire nuevamente y me despoje de mi ropa.
Observe mi cuerpo, en el espejo, sus marcas, esas que me acompañarían el resto de mi vida, cerré mis ojos conteniendo las lágrimas, sería un largo día.
Son las diez de la noche del domingo y estoy terminando de mandar correos a cada uno de los accionistas, la junta se llevará sin falta y para nuestra suerte solo tres de ellos no podrán asistir, los japoneses siguen en Boston por lo que extenderán su vuelta.
Termino de preparar los gráficos de la presentación mientras explico los últimos ingresos y movimientos a Patrick, que ha estado inusualmente muy atento el día de hoy, incluso su tono de voz ha cambiado, es más suave y amable.
- Como ve, no hay nada de qué preocuparse – le muestro la pantalla de mi laptop – Es normal que sientan preocupación, el jefe no está más y a usted no lo conocen, solo tiene que demostrar que es el mejor para esto y lo demás se solucionara solo.
Giro mi cara para mirarlo, algo que me arrepiento al instante, nuestros rostros están a solo centímetros de distancia, no me había dado cuenta de su cercanía, ni sabía cómo fue que terminamos tan pegados, a decir verdad, estaba tan concentrada en mi trabajo que me olvide que estaba sentada a su lado.
Ahora mi espacio personal se encontraba totalmente invadido, lo que en otra situación me provocaría pánico, incluso me encuentro esperando esa sensación, pero no hay nada, solo estoy así con mi rostro a centímetros del suyo, sus ojos grises observan los míos, tomo una bocanada de aire mientras que suplico no tener mal aliento.
Estamos callados, ninguno trata de alejarse o se mueve, solo nos miramos, sus ojos bajan a mi boca y luego vuelve a mirarme.
Mi corazón late rápido y mantengo el aire, las sensaciones aumenta, un tira y afloje se genera en mi vientre y una extraña necesidad de besarlo nace en mi cuerpo, pero recuerdo donde estamos, quién es.
- ¿Quieren cenar? – pregunto medio histérica mientras me levanto y alejo – Puedo preparar algo rápido, sino pedimos…
- No es necesario que cocines… – me interrumpe Alex que se acerca - ¿Todo bien? – pregunta mientras nos observa a ambos, arrugando el entrecejo.
- Sí – Patrick responde mientras mira la computadora – Me estaba poniendo al tanto de la empresa y eso.
- Okey – entrecierra los ojos – Sushi, pizza, pasta, coreano, japonesa… - Alex me observa dándome a entender que yo elijo.
- Pizza – levanto la mano – Tengo unas cervezas frías ¿Quieren? – ambos asienten y yo huyo para poder respirar otra vez.
La cena transcurre de lo más divertida, hemos terminado todo y aunque he pasado mi fin de semana trabajando, debo admitir que ha sido agradable.
Descubrí que Patrick MClean no es todo un ogro, de hecho, se permitió bromear en varias ocasiones con ambos y fue bastante amable comparado con la primera vez que lo vi.
Alexander por su parte me ha hecho reír a carcajadas la mayor parte de la noche, contando anécdotas de cuando eran chicos y todas las travesuras que hacían.
- Bueno… a ver – Alex se recuesta en la silla mientras me mira - ¿Qué cosas sabe hacer Amber Jones que no sepamos?
- Mmm, la verdad no mucho – tomo otro trozo de pizza con las manos – Se cocinar, aunque mi fuerte es la repostería, algunas veces pinto, aunque ya no lo hago, y todo lo referido a la empresa – me encojo de hombros.
- Entonces nos tienes que cocinar alguna cosa dulce algún día – toma la botella de cerveza y se la lleva a la boca.
- Bueno – dibujo una sonrisa.
- Creo que es hora de irnos – la voz hipnotizante de mi jefe, resuena en mis oídos – Mañana debemos madrugar todos – deja su cerveza y se levanta – Muchas gracias por todo Amber – estira la mano para saludarme.
- No es nada – tomo su mano y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo, sus ojos se dilatan y su mano no me suelta, es como si nos pasara lo mismo – Espero que lleguen bien a casa – articulo después de lo que parece una eternidad y separo mi mano. – Nos vemos Alex.
Chau… preciosa – me abraza y noto como Patrick tensiona la mandíbula.