XVII

3961 Words

XVII La noche era glacial y en el hogar de la viuda no había ya casi fuego. Su extraño acompañante la sentó en una silla, se arrodilló delante de las ascuas medio apagadas y después de reunirlas las avivó con el sombrero. De vez en cuando lanzaba de reojo una mirada como para cerciorarse de que no se movía ni hacía ninguna tentativa de fuga, y tras esta mirada de precaución, volvía a ocuparse del fuego. No sin motivo se tomaba tanto trabajo, pues su ropa estaba empapada, le rechinaban los dientes y se estremecía de pies a cabeza. Había llovido copiosamente durante la noche anterior y algunas horas de la mañana, pero desde el mediodía se había serenado el cielo. Dondequiera que hubiese pasado aquellas horas tenebrosas, su aspecto demostraba bien a las claras que lo había hecho en su mayor

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