XVI Una correlación de retratos que representaran las calles de Londres por la noche, incluso en una fecha relativamente reciente como la de esta historia, presentaría a la mirada algo tan diferente en su naturaleza de la realidad que es observada en nuestros días, que sería difícil para el espectador reconocer sus más familiares calles con su aspecto levemente alterado de hace medio siglo. Eran todas, sin excepción, desde la más ancha hasta la más estrecha y menos frecuentada, muy oscuras. Las lámparas de aceite y algodón, aunque despabiladas dos o tres veces en las largas noches de invierno, ardían, en el mejor de los casos, débilmente, y durante la madrugada, cuando no contaban con el apoyo de las lámparas y las velas de las tiendas, arrojaban una dudosa esfera de luz sobre el pavimen