XI Aquella noche había grandes noticias para los clientes habituales del Maypole, que fueron entrando separadamente para ocupar el sitio que les pertenecía en el rincón de la chimenea mientras John les comunicaba con una lentitud de habla muy notable y un cuchicheo apopléjico que el señor Chester estaba solo en el salón y que esperaba a Geoffrey Haredale, al cual había enviado una carta, sin duda una nota de desafío, por medio de Barnaby, que estaba allí presente. Para un reducido círculo de fumadores y solemnes cotillas, que raramente disponían de nuevos temas de los que hablar, aquella noticia era una perfecta enviada de Dios. He aquí que había un buen misterio, bien oscuro, ocurriendo bajo aquel mismo techo, sentado junto a aquel mismo fuego, por así decirlo, y al alcance de la mano s