—¿Va con frecuencia a Warren? —dijo el caballero con indiferencia—. Me parece haber oído contar a su madre que esa casa es objeto de sus excursiones, pero he hecho poco caso de lo que me decía esa pobre mujer. —No os equivocáis, señor —respondió John—, va con frecuencia a esa casa. Su padre fue asesinado allí. —He oído hablar de eso —repuso el caballero sacando del bolsillo con la misma sonrisa un limpiadientes de oro—. Es una desgracia para la familia. —Una gran desgracia —dijo John con indecisión, como si adivinase que un asunto tan grave debería tratarse con menos ligereza. —Todas las circunstancias que siguen a un asesinato —continuó el caballero en una especie de soliloquio— son siempre muy desagradables. Tanto movimiento, tanto trastorno, las gentes que entran y salen corriendo,