La dulce e insana sensación de tus besos atormenta mis sueños, en donde me convierto en esclava de tu mirada lasciva que me desnuda lentamente hasta poseerme por completo.
Anahí
Tardo aproximadamente veinte minutos en llegar a mi pequeño departamento, no es un espacio muy grande, pero sí bastante cómodo, tiene dos habitaciones y dos baños: uno en la habitación principal y el otro en el corredor, la cocina, sala y comedor son de concepto abierto por lo que ocupan un gran espacio de los metros cuadrados en total, al entrar dejo caer mis cosas al piso mientras continúo con mi trayecto hasta la habitación en donde me dejo caer en la cama sin pensarlo.
Me siento ahogada por las emociones, el encuentro con el señor Sullivan no me permite pensar en nada más, ni siquiera en los hombres que quisieron secuestrarme, aunque en realidad no parecía un secuestro como tal, no uno de esos en los que piden rescate o te sacan los órganos para venderlos, esos tipos a pesar de ser bruscos no intentaron violentarme como normalmente sucede cuando se llevan a alguien en contra de su voluntad.
Exhalo ruidosamente antes de levantarme y quitarme toda la ropa para entrar al baño, tal vez el agua tibia me ayude a calmar los acelerados latidos de mi corazón y me quite estas ganas de volver a estar en esa oficina con mi jefe tocándome sin cesar por todas partes.
—Necesito un novio o encontrar a alguien que me mate las ganas antes de que cometa una locura de la que luego me arrepienta. —Tardo diez minutos en salir de la ducha envuelta en una toalla, saco un conjunto de pijama de la cómoda y me la coloco, para posteriormente ir a la cocina y prepararme un sándwich.
Me llevo la cena a la sala y enciendo la televisión, trato de distraer la mente viendo una película sobre un niño mago que no sabe que es mago y sus familiares son una porquería con él. Consigo distraerme por completo, tanto que pasan las dos horas de duración de la película y quedo con ganas de saber qué es lo que sucede en la siguiente parte, sin embargo, el sueño me reclama, me siento agotada por la cantidad de emociones vividas hoy.
Paso a la cocina antes de regresar al cuarto y me sirvo un vaso de agua el cual tomo de su solo trago, tenía la garganta seca. Encuentro un sabor extraño en el líquido, no obstante, lo ignoro para poder irme a la cama, arrastro los pasos al andar hasta que al fin me dejo caer de nuevo sobre el colchón, me cubro con el cobertor y dejo que el sueño me lleve a los brazos de Morfeo.
Abro los ojos de par en par al darme cuenta de que Morfeo es idéntico a mi jefe, su sonrisa, su cuerpo y su voz, estaba segura de que el señor Sullivan era un dios griego. Me acaricia la cara con sus manos al tiempo que me habla suavemente, siento el roce de su voz en mi piel erizando cada poro. Intento decir algo, pero coloca un dedo sobre mis labios y me indica que haga silencio antes de tomarme en brazos y llevarme con él.
Me sacudo intentando liberarme, sin embargo, es demasiado tarde cuando me suelta, no sé dónde estoy, todo a mi alrededor es completamente desconocido. Me sobresalto cuando se acerca y me empuja ligeramente provocando que caiga sobre una cama con él sobre mí, se relame los labios y en su mirada se refleja el deseo desmedido por probar mi piel, me estremezco, pero nada puedo hacer para escapar.
Lentamente sus manos empiezan a descender hasta tomar mis senos entre ellas y manosearlos con gula, un gemido se escapa de mis labios provocando que él sonría con arrogancia antes de bajar su cabeza y tomar uno de mis pezones con su boca. Dejo caer la cabeza hacia atrás disfrutando de su húmeda caricia, se sube sobre mí para posteriormente descender por mi anatomía.
Su boca llega hasta el valle oculto que ansía sus atenciones, me retuerzo al sentir como su lengua se sumerge en mi intimidad y sorbe con delicia los fluidos que brotan de mi interior. De mi boca salen gemidos que van en aumento a medida que su lengua se mueve con maestría sobre mi clítoris, de pronto siento que estamos flotando y la brisa fría roza mi espalda desnuda.
Me paralizo por completo cuando introduce dos dedos en mi feminidad sin dejar de pasar su lengua, me olvido por completo del hecho de que no estoy sobre una superficie y me aferro con todas mis fuerzas a las sensaciones que mi jefe produce en mi cuerpo. Pido más a gritos al tiempo que le tomo del cabello para hundirlo con fuerza en mi centro para posteriormente mover las caderas y frotarme contra su cara sin ningún control.
El placer se intensifica anunciando la llegada del orgasmo, un grito mudo se forma en lo más profundo de mi garganta y muere en mis labios que forman una O mientras las olas de placer me recorren de palmo a palmo. El dios griego sale de mi entrepierna y se acomoda sobre mí, dejándome sentir la prominente erección antes de hacerla desaparecer en la cavidad de mi cuerpo que se amolda a su tamaño y grosor.
Las contracciones de las que aún soy víctima se abrazan al falo caliente y se aferran a la esperanza de volver a quebrarme cuando el señor Sullivan empieza a moverse con furia de adentro hacia fuera como si quisiera partirme en dos. Jadea descontrolado sin detenerse mientras sus manos se ocupan de mis senos que por alguna razón lucen mucho más llenos que antes.
No puedo pensar con claridad, todo se convierte en una nube de confusión, al tiempo que fuegos artificiales explotan a nuestro alrededor y una gran serpiente verde nos rodea pegándonos más y más, de modo que la fricción de nuestros sexos es aún más dolorosa y placentera. Esta vez siento que no puedo más y que voy a explotar en cualquier momento, por lo que cuando el orgasmo aparece nuevamente libero un grito que me desgarra las cuerdas vocales, sintiéndome en un mundo diferente, uno en el que la magia es real.
Despierto de golpe y me incorporo sobre el sofá de la sala con la respiración agitada, el corazón latiéndome muy rápido y los chorros de sudor empapándome la ropa, todavía puedo sentir las oleadas de placer recorrerme por dentro. Me fijo en la pantalla del televisor que continúa encendido y me doy cuenta de me quede dormida viendo alguna película de la cual ni me acuerdo.
—Solo fue un sueño, pero se sintió tan real —musito al tiempo que me llevo una mano hasta mi intimidad para comprobar la humedad y efectivamente la parte inferior del pijama está totalmente repleta de mis fluidos.
Por suerte vivo sola y nadie se da cuenta de mi necesidad de sexo real, pero supongo que fueron las emociones del día las que me hicieron recrear un encuentro fantástico entre mi jefe y yo. Es innegable que si no fuese por él yo no habría recordado que hace dos años que no le doy de comer a mi babosa amiga.
Me levanto para ir al baño y lavarme, necesito cambiarme de ropa e intentar dormir un par de horas más antes de tener que levantarme nuevamente para ir al trabajo. Mañana luego de la oficina saldré, quizás aún me quede una de mis viejas amigas y podamos salir a tomar algo y quién sabe encontrar un buen candidato que no quiera mi número de teléfono ni saber mi nombre.
No tengo intensiones de ser el juguete de otro imbécil igual a Richard, solo quiero lo que puedo conseguir y si es necesario pagar para que me quiten esta calentura, ¿por qué no hacerlo? Los hombres lo hacen y nadie les dice nada, además pagando, puedo elegir al que me dé la gana. Termino de asearme y de ponerme ropa seca y limpia, por lo que vuelvo a la cama y me concentro en quedarme dormida sin pensar en nadie en particular.
El sonido de la alarma hace que me despierte, estoy cansada y no quiero levantarme ni ir a trabajar hoy, pero si no lo hago entonces tengo que soportar la histeria del gerente de contabilidad. Es un fracasado con suerte, quedarse con un puesto para el cual no está ni mínimamente preparado, estoy segura de que si tuviera el valor de aplicar para ese puesto lo obtendría sin contratiempos.
Gustavo Olivo es un parásito sin cerebro que se aprovecha de los demás. Salgo de la cama y como cada día realizo mi rutina, solo que hoy con algo de pereza por no haber dormido bien a pesar de los dos orgasmos que me provoco el dueño de la empresa para la que trabajo. De verdad espero no encontrarme con ese tipo hoy, me asusta y me pone nerviosa, además hacerme sentir enojada y ofendida, ¿de verdad piensa que soy tan estúpida como para creer que el dueño de una compañía tan grande se va a fijar en mí?
Termino de alistarme y salgo de mi departamento con rumbo al trabajo, cruzo los dedos para que no se repita todo lo de ayer. También los cruzo para que alguna de mis antiguas amigas acepte salir de copas conmigo.