Quiero el divorcio

2677 Words
ELIZA Una vez que la conmoción en el restaurante pasó un poco desapercibida, puesto que aún, un par de miradas seguían puestas en mi persona, salí del restaurante y de inmediato llame a mi mejor amiga Helen, la única que conoce cada ofensa que he sufrido a manos de Julián, y todos los horrores que he vivido desde que decidí casarme con él y estúpidamente creer que él llegaría a amarme, como yo lo amo a él. —Helen — hablé sin ningún tipo de alegría y por supuesto ella lo noto de inmediato. —Eliza, ¿qué sucede?, seguramente fue ese… imbécil de nuevo, ¿no es así?, ¿hasta cuando vas a seguir soportando toda esta situación?, hay ocasiones en que no te reconozco Eliza, de verdad, que me dan ganas de darte un par de bofetadas, para ver si de una buena vez reaccionas y dejas de permitir tantas humillaciones de su parte. —Tal vez deberías de hacerlo —anuncié. —No sé qué es lo que haya pasado ahora, pero te escuchas aún peor que otras veces, ¿necesitas…? —Necesito que me acompañes, ya te explicaré todo en el camino, te mandaré mi ubicación para que vengas, aquí te espero. Esperé dentro de mi auto, no quería manejar en el estado en que me encontraba, porque seguramente podría causar un accidente, y es lo menos que necesito, además, de solo recordar lo que paso todo se volvía aún peor. Media hora después, Helen llegó, supongo que me estaba buscando, así que la llame y le dije que estaba dentro de mi auto, por suerte, no trajo el suyo, porque de esa manera, ella puede conducir, mientras que yo le explico lo sucedido, los últimos acontecimientos. Abrí la puerta del copiloto y ella entró. —Eliza, ¿qué sucedió? —preguntó con preocupación. —Primero, necesito que manejes directo al hospital, tenemos que ir a ver cómo se encuentra Marion. —¿Esa perra que tiene que ver con todo esto? —cabe recalcar, que Marion, jamás ha sido del agrado de Helen y sinceramente no entendía la razón, quizá ella se dio cuenta de su verdadera naturaleza, algo que yo siempre me negué a ver solamente por ser mi hermana. —Todo Helen, todo, tiene que ver con todo —no pude contenerme más, la rabia invadió todo mi ser y lágrimas amargas comenzaron a correr por mi rostro. —Pero ¿Qué fue lo que hizo?, porque estoy segura de que algo debió de haber hecho para que tú reacciones de esa forma. —Es ella Helen, Marion, mi propia hermana, le persona que ni por asomo se me ocurrió que me llegaría a traicionar algún día, es la amante de Julián, la mujer por la que él me odia y la mujer por la que jamás podrá amarme —sus ojos se abrieron como platos, comenzó a negar con la cabeza, seguramente pensando en algo que me hiciera cambiar de opinión, pero seguramente no encontraba las palabras adecuadas o simplemente no las tenía. —Esto… esto debe de tener alguna explicación Eliza, es una perra sin sentimientos, pero hasta ese grado, es inaudito, no creo que… —Yo misma los vi, fue aquella vez que nos vimos en nuestra cafetería favorita, miré cómo es que Julián observaba con ojos de amor a Marion, él jamás me ha visto de esa manera, se abrazaban, se besaban, de verdad que son… felices —la amargura ya estaba causando estragos en mi interior. —¡Oh por Dios!, ¡carajo!, ¡son unos malditos hipócritas!, los dos son un par de inhumanos sin sentimientos, ¿Cómo se atrevieron a causarte tal daño? —estaba incrédula ante lo que le había terminado de decir. —No importa Helen, Julián me lo advirtió y yo decidí seguir con esta farsa, no es su culpa, sino mía. —Eliza, ¿te estás escuchando?, no es tu culpa, nada de esto es tu culpa, ¿entiendes?, ese pendejo debió ser claro con sus sentimientos y hablar con la verdad, no contigo, ni pretender que todo está bien entre ustedes frente a su familia. Debiste hablar con Gabriel, sé que él hubiera actuado o por lo menos, habría parado todo tu sufrimiento. —Ya no importa, debiste haber visto la mirada que Julián me dirigió, era peor que una sentencia de muerte. —¿Pero por qué?, ¿Qué fue lo que paso? —entonces tomé un respiro hondo y hablé. —Cuando descubrí que era ella, la mujer en la vida de Julián, decidí no hacer ningún escándalo, pero la cité el día de hoy, en este lugar. Sin embargo, ella parecía tener un plan en mente, comenzamos a discutir, le aclaré que yo no dejaría a Julián y estaba por irme cuando ella me alcanzó, al borde de las escaleras, nuevamente sostuvimos una discusión bastante acalorada donde ella me dijo que él bebe no le importa en lo absoluto y además —agache la mirada al recordar la seguridad con la que me había dado la noticia—, me dijo que yo no soy su familia, incluso me pidió que le preguntara a mi madre y de la nada, ella comenzó a gritar que no le hiciera daño, resbaló o se lanzó, no lo sé, pero su sonrisa llena de malicia, me hace pensar que todo fue planeado. No pude hacer nada para detener su caída, y al final de la escalera se encontraba Julián, quien al mirarme… —alzo la mano para que me detuviera. —No me sigas diciendo nada más, ahora entiendo todo —negó varias veces con la cabeza— ahora entiendo todo —, repitió— esa perra por supuesto que planeo todo y obviamente vamos a ir al hospital y le explicarás a ese… idiota —habló entre dientes— todo lo que esa maldita perra te dijo. —Está bien, ¿puedes manejar?, no creo que mis nervios me lo permitan —asintió y cambiamos de asiento. El camino hacia el hospital me siguió preguntando algún par de cosas, como por ejemplo, sobre si jamás sospeche que ellos dos mantuvieran algún tipo de relación clandestina, por supuesto que mi respuesta fue negativa. Ante la mínima sospecha, supongo que los habría encarado, o por lo menos habría intentado hacer que la olvidara, aunque seguramente no lo hubiera logrado. Una vez que llegamos al hospital, un frío comenzó a recorrer mi cuerpo, sé que no tenía nada que temer, porque yo no hice nada, pero recordé la pregunta de Marion, ¿de verdad Julián pensará que trate de matar a su amada?, es más que seguro que sí; sin embargo, mi conciencia está tranquila y a eso mismo he venido, a aclarar la situación, jamás pensé que toda la familia de Julián se encontraría aquí presente. Helen fue la que me ayudo a buscar la habitación donde se encontraba Marion, la enfermera nos explicó cómo llegar hasta este y nos dirigimos hacia allá. Me pidió que me calmara, puesto que me encontraba demasiado nerviosa y aunque lo intente no pude. Entonces, me llevó directo a los sanitarios y cerro la puerta con seguro. —Eliza, sabes que te quiero como una hermana, pero si no te calmas en este preciso momento, te juro que te golpearé hasta hacerte entrar en razón —espero a que le respondiera. —Helen, tengo un mal presentimiento de todo esto, sé que Marion me hará ver cómo la culpable y nadie creerá en mí, lo sé, estoy más que segura —no pude callarme más, tenía un miedo dentro de mí que no me dejaba ver con claridad. —No debes temer, además yo estaré contigo en todo momento, y Julián, por más que ame a esa zorra, debe de creer en ti, tú eres su esposa, no creo que estos tres años a su lado, no hayan valido la pena para nada. —Tienes toda la razón Helen, él es mi esposo, y debe de saber que yo sería incapaz de lastimar a mi propia hermana, aunque bueno, ya no sé si de verdad es mi familia o no. Me acerqué al espejo, mi mirada era de una tristeza indescriptible y no tanto por lo que le sucedió a Marion, sino por mi propia desgracia. Me eché un poco de agua en la cara y decidí encarar el problema como siempre lo he hecho. Ahora sí, nos dirigimos a la habitación, con el apoyo de Helen todo fue un poco más fácil aunque aún seguía nerviosa. Llegamos y me detuve frente a la puerta que se encontraba cerrada, no se escuchaba nada adentro, supuse que se encontraba él solo, así que toqué para anunciarme. La puerta se abrió y mi sorpresa fue mayúscula al mirar a todos ahí. Gabriel no se miraba para nada contento, los padres de Julián me miraron con sorpresa y desagrado a la vez, Julián ni siquiera me dirigió una mirada, se hallaba sentando a lado de Marion, con su mano entrelaza con la de ella, Marion parecía estar despierta y al parecer no le sucedió nada grave, la única que hacía falta era Rita. De pronto Marion me miró y con la misma sonrisa, de solo hace un par de horas, cuando cayó por las escaleras, me recibió; sin embargo, esta vez le pidió a Julián que me impidiera pasar, para que no le hiciera más daño. —Por favor, Julián, pídele que se vaya, ya bastante daño hizo —sus lágrimas de cocodrilo no engañaba a nadie, bueno, al parecer sí. —No te preocupes cariño, nadie te volverá a hacer daño, mientras yo me encuentre a tu lado —Julián ladeo su cabeza y me miró, el solo escuchar cómo le hablaba con tanto cariño, me puso los nervios de punta, solamente Gabriel fue el único que se pronunció al respecto, supongo que no está del todo contento con la relación de su nieto con mi hermana. Al parecer, ya todos se enteraron de su relación clandestina, puesto que no se inmutaron al escuchar cómo la llamaba, él se levantó, con toda la calma del mundo, camino hacia mí y se detuvo frente a mí. Estaba a punto de abrir la boca para explicarle cómo es que sucedieron las cosas, cuando de pronto, una bofetada de su parte hizo que cayera al suelo. Gabriel estuvo a punto de ayudarme, pero Julián se lo impidió. Yo solamente me toqué la cara, porque en verdad me dolía el rostro. —Ni siquiera lo intentes abuelo, porque no respondo de mis actos —sus padres, al igual que Gabriel, prefirieron no intervenir, aunque si me miraron con lástima. —¿Qué mierda te pasa imbécil? —por supuesto, Helen no se quedó de brazos cruzados y se pronunció al respecto, aunque Julián ni se inmutó, ella se arrodilló a mi lado para ayudarme a levantarme, pero se lo impedí, entonces él habló. —Te advertí, que si les sucedía algo, a cualquiera de los dos, lo pagarías y créeme que lo harás Eliza, no voy a permitir que te salgas con la tuya —pronunció esas palabras con todo el odio que tenía acumulado hacia mi persona— mataste al hijo que tendría con la uncia mujer que amo y eso no puede quedar impune —se quedó callado un momento y enseguida habló, yo solo pude seguir pensando en las palabras de Marion— quiero el maldito divorcio, no seguiré a tu lado, no seguiré a lado de una mujer como tú, sin sentimientos, que es capaz de hacer cualquier cosa por mantener a un hombre que no la quiere a su lado, eres la peor persona que he podido conocer en este mundo, no sé qué es lo que el abuelo vio en ti, pero espero que se haya dado cuenta de la mala mujer que escogió para mí, eres una oportunista, eres como todas esas mujeres que solamente se acerca a mí por lo que puedo ofrecerles económicamente y ni sueñes que obtendrás algo del divorcio, porque no lo voy a permitir, se oponga quien se oponga. Debí de haberme negado desde el principio a este absurdo, pero ya no más, hoy se termina esta farsa —cada palabra que escuchaba salir de su boca, eran una estocada a mi corazón, el cual ya estaba hecho mil pedazos, si él supiera la verdad, seguro que… bueno, no importa, es obvio que lo tiene engatusado y no puedo hacer nada más por él, si es lo que quiere, adelante. Con la poca dignidad que me quedaba y mi cara ardiendo por la bofetada que me había dado me levanté, él por supuesto no se movió, ni siquiera dio un paso atrás, Helen nuevamente trato de ayudarme, pero con un simple gesto la detuve. Tome mi bolso del suelo y miré a Marion, que se encontraba con una mirada triunfal en el rostro, fue entonces cuando me atreví a mirar a Julián a los ojos, ya he soportado bastante y este imbécil, por más que lo ame, no me humillará un segundo más. —De acuerdo, divorciémonos —con la misma frialdad con la que él me habló, yo lo hice, me miró como si estuviera en alguna realidad alterna o algo parecido, seguro que no se fiaba de mis palabras— solamente espero que no te arrepientas de tu decisión, porque te lo aseguro, será muy tarde. —¡Eliza! —Gabriel, levantó la voz para oponerse, pero esta vez, no cedería ante mi decisión. —Lo siento mucho Gabriel, te juro que trate, pero ya no puedo más, quizá debí haberte dicho todo desde el inicio, pero no fue así. He soportado humillación tras humillación, traté de comportarme como la esposa ejemplar, mientras él se iba a revolcar en la cama con su amante, hasta procrearon un hijo y ahora me culpan por todo. —Pues tú tuviste la culpa de mi caída Eliza —ahora fue Marion la que se pronunció al respecto, yo la miré y reí de medio lado, porque ambas sabemos la realidad de lo que sucedió. —Solamente recuerda que las mentiras tienen patas cortas y cuando menos lo pienses… —¡Ya basta! —esta vez, Julián gritó— ¿de qué mentiras hablas?, tú muy bien sabias lo que yo sentía por ella, te lo dije antes de casarnos y lo aceptaste, así que ahora no vengas a hacerte la mártir, porque no te queda —dejé salir el aire ruidosamente, ya que es obvio que no me refería a eso, sino a la mentira de Marion, espero que muy pronto se dé cuenta de la verdad. —Marion sabe perfectamente a lo que me refiero —miró a Marion, pero no le dijo nada— supongo que esta es nuestra despedida, espero, de verdad espero que la ames mucho y la perdones por todo, porque escúchame, escúchame muy bien, NO. TE. VOY. A. PERDONAR, mucho menos por todo el daño que me has causado —caminé hacia Gabriel y me detuve frente a él— muchas gracias por aceptarme en tu familia, pero no puedo seguir adelante, ojalá que Julián sea muy feliz con ella —esas palabras sonaron más sardónicas que de buena fe, pero no me importó, ya no me importa nada— y tú —regresé mi mirada a Julián— en tu maldita vida, vuelves a ponerme una mano encima. Pase delante de él, con al frente en alto, fuera de la habitación se encontraba Rita, que también me miraba con lástima, seguro quería hablar conmigo, pero al ver mi rostro inundado de una terrible decepción desistió. Escuche a Helen caminar detrás de mí, pero sin pronunciar palabra alguna. Llegamos hasta el auto y en cuanto subimos a este, le pedí que me llevara a casa, tenía que recoger todas mis cosas, no pienso pasar una sola noche más en esa casa. Pero cuando Julián regrese a casa, se llevará una desagradable sorpresa.
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