Verdad a la luz

1552 Words
JULIÁN Desde el primer momento que mis padres me anunciaron con quien estaría comprometido, supe que todo saldría mal. Por azares de la vida, me terminaría casando con la hermana de mi único amor, mi único y verdadero amor. No entiendo por qué es que no la escogieron a ella, porque no escogieron a Marion para ser mi prometida, habría sido la persona más feliz en el planeta. Pero por algún motivo, el cual desconozco, mi abuelo, el patriarca de esta familia, me impuso casarme con Eliza, una mujer que no es para nada desagradable ante la vista, pero no es la mujer con la que quiero envejecer. Por supuesto, tuve que ir a reclamarle al abuelo, intente persuadirlo, traté de hacer que cambiara de opinión y me permitiera casarme con la hermana menor, pero no fue así, mantuvimos una discusión muy acalorada, su decisión fue firme e irrevocable, si no me caso con ella, cualquier mujer que yo escoja, no será lo suficientemente buena para mí y mi cargo en la empresa familiar correrá peligro. No lo expreso precisamente con esas palabras, pero sí que me lo dio a entender, es por eso por lo que tuve que aceptar su decisión y hacer mi papel de buen prometido. Sin embargo, desde el primer momento, le dejé en claro que yo jamás podría amarla y ella, aun después de escucharme, aceptó hacerlo. Seguramente imagino que me enamoraría de ella, nada más fuera de la realidad. Jamás podría amar a otra mujer que no fuera Marion. Obviamente, jamás le dije que la mujer que realmente amo es su propia hermana, pero supuse que algún día se daría cuenta y me terminaría abandonado o me pediría el divorcio, algo que indudablemente jamás sucedió. Delante de todos, tuve que fingir que mi matrimonio con ella era realmente bueno, especialmente, delante de los abuelos, aunque ya en casa, la tratara con toda la indiferencia y frialdad del mundo. Trate de una y mil formas que ella se hartara de mi actitud, sé que si ella me pide el divorcio, el abuelo no se opondrá a que nos divorciemos, pero nada funcionó. Mis humillaciones hacia ella eran evidentes cada vez más, no podía entender como una mujer como ella permitiera tales abusos, como pudo perder toda su dignidad con tal de mantenerme a su lado. Y entonces, lo inevitable llegó. Una mañana, me encontraba en una reunión con el abuelo y mi padre, Marion y yo ya teníamos la sospecha de que ella se encontraba embarazada, así que le pedí se hiciera una prueba de sangre. Por obvios motivos, no pude acompañarla al hospital, por ello le imploré que en cuanto tuviera los resultados, me llamara y así lo hizo, aunque en el momento menos oportuno. —Disculpen —me levante para atender la llamada, aunque no podía salir de la oficina o sospecharían aún más— ¿diga? —obviamente era Marion quien llamaba, por eso respondí tan escueto— de acuerdo —traté de fingir la emoción que sentía en ese momento, pero falle en el intento— te llamaré más tarde, me encuentro en una reunión —colgué la llamada y proseguí con la reunión. Mi padre y el abuelo me miraban esperando a que les dijera algo, como si sospecharan o intuyeran mi felicidad; no obstante, no dijeron nada y seguimos con la reunión. Aunque la mayor parte del tiempo me pase pensando en lo que Marion tenía que decirme y lo que tenía que hablar con mi padre y el abuelo paso a segundo término. Una vez terminada la reunión no pude seguir esperando ni un minuto más y salí de la oficina, le pedí a mi secretaria que pospusiera todas mis reuniones para el siguiente día y me fui directamente al departamento donde Marion y yo nos veíamos cada mañana, tarde o noche que nos propusiéramos. Maneje como loco, pero respetando los señalamientos, no quiero que me detengan y me quiten tiempo importante para mí. Sé que Marion me estará esperando ahí, por eso no la llamé para decirle que ya me encontraba en camino hacia allá. Estacione el auto y caminé rápidamente a la habitación, puesto que es un complejo de apartamentos muy exclusivo, no tenemos que escondernos de nadie. Mientras el ascensor subía, solamente podía pensar en las palabras de Marion, “te espero en nuestro apartamento”, las cuales se escuchaban llenas de felicidad y un poco de miedo, aunque no me confirmo que, si está embarazada, solo con escucharla me encontraba más que seguro de que era más que una simple sospecha. El timbre del ascensor me sacó de mis pensamientos, mis manos estaban un poco sudorosas, en cuanto di el primer paso dentro del apartamento, Marion saltó sobre mí, me recibió con un abrazo de oso, su risa lleno la instancia y fue en ese momento donde comprendí que mis sospechas eran ciertas. —Por favor cariño, dime que es lo que pienso —ella me miró, su sonrisa se ensanchó y afirmo con la cabeza. —Si amor, sí estoy embarazada —en cuanto esas palabras salieron de su boca, la abracé, la alcé en volandas y la terminé besando. —No sabes lo feliz y dichoso que me haces, eres la mujer perfecta y próximamente la madre de mis hijos —sonrió, pero la felicidad en su mirada no era la que yo esperaba— ¿en qué piensas Marion? —negó con la cabeza y sus ojos se notaron acuosos— por favor dímelo, no quiero que haya secretos entre nosotros. — Es solo que… —guardo silencio y agacho su mirada. —Es solo que, ¿qué? —le levante la cabeza con mis dedos. —¿Qué pasará cuando todos se enteren?, tu familia, mi familia, mi hermana; no quiero causarle más daño del que ya le estamos haciendo —su felicidad se opacó al recordar nuestra situación. —Sabes perfecto que no puedo hacer nada, sin perder el lugar que me corresponde en la empresa de la familia. Además de que mi abuelo, no permitirá que me divorcie de Eliza, a menos que sea ella quien se lo pida. —Entiendo —se alejó de mí. —No te pongas triste cariño, ya pensaremos en algo, sé que Eliza no tardará en pedirme el divorcio, te aseguro que… —Llevas tres malditos años con lo mismo Julián y ella parece no retroceder, ni siquiera parece afectada —explotó. Sé que tiene razón y no tengo nada con que debatirle, porque por más que me esfuerzo, todo lo que he intentado contra Eliza, no funciona. La trato mal, la humillo, la ignoro y como bien lo dice Marion, no le afecta en lo absoluto. Así que no sé que más hacer, la única solución que encuentro es decirle la verdad, hablarle sobre la relación que he mantenido con Marion desde antes de conocerla a ella, sé que es lo único que la hará retroceder. Marion y yo, ya lo hemos platicado, pero ella no parece tan segura de que Eliza lo vaya a tomar de la mejor manera. Pero tendré que hacerlo a pesar de que ella no lo quiera. —Solo dame unos días, y verás cómo lo solucionaré, ¿de acuerdo?, te prometo que muy pronto, tú y yo estaremos juntos, como siempre lo hemos querido. Días después, estuve pensando en el momento oportuno para decirle a Eliza la verdad, pero sinceramente jamás lo encontré, hasta que ya fue muy tarde. Tanto Marion como yo nos encontrábamos felices por la espera del bebe, por ello, jamás imagine que todo mi mundo se caería a mil pedazos, frente a mí y sin que yo pudiera hacer absolutamente nada. Una mañana, Marion me llamó para pedirme que desayunáramos juntos en nuestro restaurante favorito, obviamente no me negué, cualquier excusa para vernos es perfecta. Ella me estaría esperando y yo accedí. Cuando entre al sitio, lo primero que vi fue a Marion, que se encontraba discutiendo con nada más y nada menos que Eliza, de la nada, ella empujó a Marion y está al no tener buena estabilidad termino cayendo y rodando por las escaleras. Por supuesto, me preocupaba Marion y él bebe, así que terminé amenazando a Eliza y rápidamente, me fui directo al hospital. Durante el camino, Marion se iba quejando, y la sangre que brotaba de entre sus piernas no era buena señal. En cuanto llegamos, grité por un médico y este nos auxilió, le conté lo que había pasado y él la llevó a quirófano, su rostro imperturbable no me decía nada; sin embargo, el rostro de Marion era de dolor puro. Para mi mala suerte, el médico que me atendió conoce a mi familia y terminó llamando a mis padres, quienes a su vez llamaron a mis abuelos, para que me apoyara al verme tan cabizbajo, y todos llegaron en cuestión de minutos, no pude ocultarlo más, los abuelos parecían disgustados, pero ya se les pasará o al menos eso espero. El médico me dijo que Marion ya se encontraba en la habitación que necesitaba reposo y me dio la peor noticia de mi vida, el feto no había logrado salvarse. Entonces tomé mi decisión, no me costó nada tomarla, el divorcio era la única salida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD