Cómo te olvido, si empiezo a amarte

El conflicto

ELIZA

A la mañana siguiente, desperté con un terrible dolor de cabeza, los ojos me ardían y estaban completamente hinchados, seguro que también estaban todos rojos y mi cara la sentía hinchada. El hambre se me fue de paseo al recordar lo que presencié a lo lejos, quizá todo tenía una explicación, quizá no era mi hermana, quizá solo lo imagine.

¿A quién quiero engañar?, es obvio que todo lo que observé, fue real, pero necesito más respuestas y la única persona que me las puede decir es Marion. Sé que si le pregunto a Julián lo negará o ni siquiera responderá, así que espero que ella, sea lo suficientemente valiente como para mirarme a los ojos y decirme por qué me has estado engañando todo este tiempo.

La llamé, respondió como siempre, como si no estuviera pasando nada, así que yo actúe de la misma forma que ella, le pedí que nos viéramos, hacía bastante tiempo que no platicábamos y tenía que decirle un par de cosas, ella aceptó encantada y colgamos. Nos quedamos de ver en uno de sus restaurantes favoritos, curiosamente, el mismo que Julián amaba.

Ahora me doy cuenta de lo imbécil que fui, le llegué a contar un par de cosas de Julián, seguro que los dos se rieron a mis espaldas, y todos los consejos que me dio, por supuesto que solo eran de dientes para afuera. Seguramente gozaba el verme infeliz, aunque aun no entiendo sus razones y eso, ella me lo va a tener que aclarar. No comprendo cómo puede ser tan fría y fingir que todo se encuentra bien, cuando es todo lo contrario, cuando me han estado viendo la cara tanto ella como él.

No pude llamar a Helen de la vergüenza que sentía, sé lo que me dirá, pero mi orgullo de mujer herida no me lo permite. Es por eso por lo que me he mantenido aquí durante estos años, es por eso que he estado aguantando cada desplante, cada desprecio, cada burla de su parte, eso es algo que tampoco he tenido el valor de decirle a Helen, porque me dirá que soy una tonta por aguantarle todo.

Me tranquilicé y fingí que todo era como siempre, aunque mi singular sonrisa, no hizo aparición durante la mañana, ni siquiera tenía las ganas de cocinarle a Julián, como siempre lo he hecho desde que me case con él, aunque él no probara ningún bocado o cuando lo hacía, me decía que todo tenía un mal sabor, que estaba muy caliente, que estaba muy frío, que estaba muy grasoso, que no tenía suficiente sal, etcétera.

Es ahora cuando me di cuenta de que jamás debí tener ningún tipo de consideración hacia él, es más, no debí casarme desde que él mismo admitió que tenía sentimientos hacia otra mujer y que yo solo era una imposición, la cual tenía que llevar a cabo, sí o sí.

Unos minutos después, salí de casa hacia ese restaurante, el cual yo siempre había odiado, pero que curiosamente, ellos no. En cuanto llegué, le pedí a la señorita que se encontraba en la entrada que me llevara a la mesa de mi hermana, por lo general, ella es quien siempre ha tenido una mesa reservada para cualquier ocasión, a pesar de que el restaurante se encuentre en pleno apogeo, ahora, entiendo la razón. Ese restaurante en particular es de dos pisos, el segundo nivel, es para clientes más exclusivos y era precisamente ahí a donde me estaban guiando. Una vez que llegué a la mesa, me pude dar cuenta que Marion ya se encontraba ahí, me recibió con una sonrisa burlona, o al menos fue lo que me pareció a mí.

—Eliza —, me saludo como de costumbre, no puedo creer su nivel de desfachatez— hace mucho que no nos vemos, anda, toma asiento, seguro que tienes muchas cosas que contarme.

—En realidad Marion, solo quiero hacerte una pregunta —me miró con los ojos entrecerrados y asintió, ni siquiera sabía por dónde empezar y supongo que ella se dio cuenta, porque de pronto habló.

—Seguramente lo que me quieres preguntar es sobre Julián, ¿o me equivoco? —fruncí el ceño, entonces, sacó de su bolso un sobre y lo corrió sobre la mesa hacia mi dirección— ábrelo, ya después hablaremos —tomo un sorbo al vaso que tenía a su lado y yo hice lo que me pidió.

Fue ahí, que me di cuenta el por qué había aceptado mi invitación, porque quería restregarme en la cara su verdad, una verdad que me hundiría como nunca antes. La miré y ella mantuvo una sonrisa burlesca, la misma que con la que me recibió, ahora me doy cuenta de que no me imagine nada.

—Marion, ¿esto que significa?, ¿estás… estás embarazada? —un sudor frío me recorrió cada parte de mi cuerpo, su mirada altiva y esa maldita sonrisa, no presagiaban nada bueno.

—Porque mejor no cuestionas, lo que te carcome por dentro, porque no preguntas, ¿de quién es?, ¿Quién es el padre?, supongo que muy dentro de ti sabes la respuesta, pero necesitas confirmarlo, necesitas saber que te encuentras en lo correcto —ella jamás me había hablado de esa forma, sin ningún tipo de filtro, como si no fuéramos familia.

—Esto no puede ser verdad —me negué a creerlo, me negué a preguntar y seguir hablando de ello; sin embargo, ella siguió con su hostigamiento.

—Eliza, necesitas saber que nada de esto fue planeado, no como tu jodida boda, que solo hizo que todos mis planes se echaran a perder, planes que ya tenía con Julián —de inmediato levanté la vista al escuchar como pronunciaba su nombre— sé que nos viste en esa cafetería, a la que tanto te gusta ir, así que no quieras hacerte la tonta. Porque ya muy bien sabes que soy yo, la mujer que el ama, la que le va a dar a su hijo y la única mujer que compartirá su vida con él. Sé que no tienes ningún tipo de dignidad, lo sé perfectamente, porque él me cuenta todo lo que te hace para que le pidas el divorcio, pero eres tan idiota, que no te das cuenta o quizá solo eres masoquista.

—¿Por qué Marion?, ¿por qué lo hiciste?, eres mi hermana —puse mis codos sobre la mesa y me agarré la cabeza.

—¿Por qué? —, se burló— porque yo vi a Julián primero, no entiendo que es lo que hiciste para que Gabriel te escogiera a ti, pero es bastante raro que el mismo día que él estaba dispuesto a presentarme frente a su familia, mágicamente ellos aparecieran en casa para pedir tu mano, cuando claramente, debí haber sido yo la mujer que escogieran para él.

—¿Pero de qué mierda hablas Marion?, yo no hice nada, ni siquiera sabía que tú y él tuvieran un romance, si me lo hubieras dicho, yo me hubiese hecho a un lado y… —comenzó a reír.

—¿De verdad me crees tan estúpida como para creerte?, por supuesto que no hubieras hecho nada, sé que has estado enamorada de él desde aquel día, cuando ocurrió lo del accidente, así que no me vengas con que te hubieras hecho a un lado, porque eso no es cierto.

—Sabes que nada de lo que dice es cierto —ya nuestras voces comenzaban a tener un volumen más alto de lo habitual— no entiendo por qué llegaste a esa conclusión.

—Solo aléjate de él, Julián es mío, ¿entiendes?, él no te ama y jamás lo hará —ya mis nervios se encontraban de punta, y Marion no hacía más que alterarme aún más— ¡déjanos ser feliz! —me levanté del asiento para salir cuanto antes de ese sitio, no quería permanecer un segundo más ahí.

No me di cuenta, que detrás de mí venía Marion, con ganas de seguir discutiendo, hasta que me tomo del brazo y detuvo mi andar.

—Aún no he terminado —anunció con rabia y con una mirada llena de odio.

—Tú no, pero yo sí, no quiero seguir escuchando más estupideces de tu parte, y será mejor que no sigas, porque de una buena vez te lo digo, NO. ME. VOY. A. DIVORCIAR. DE. JULIÁN —cada palabra la dije en un tono fuerte y claro para que no lo quedara ninguna duda de mi resolución, su rostro se tornó rojo del coraje— él es mi esposo, fui yo la que se casó con él y si Gabriel no te escogió a ti para ser su esposa, por algo debió ser, y tu hijo bastardo, eso es lo que siempre será, un bastardo.

—Me doy cuenta de que no tienes ni una pizca de dignidad —de pronto, su rostro molesto cambio a uno totalmente diferente—, solo quiero que me respondas una última cosa, si me sucediera algo a mí o mi hijo, ¿crees que te perdonaría?, —la contemple sin saber a lo que se refería.

—Marion, ¿ahora de que me estás hablando?, yo jamás te he pedido que atentes contra tu vida o con la de tu hijo, así que…

—No importa —hablo para que yo me callara—, te aseguro que después de lo que suceda, él te despreciara como nunca antes, además —se acercó a mí, para hablarme al oído y solamente yo pudiera escucharla— este bastardo, como tu misma lo llamaste, sinceramente no me importa, me da lo mismo si vive o muere, yo solamente quiero estar junto a Julián, para que él me pueda dar todo lo que yo necesito, además, para que te vayas enterando, tú no eres mi familia, solo eres una… bastarda —soltó una risotada— es más, ni tu madre te quiso, prefirió darte en adopción —volvió a reír, mientras yo no sabía ni que decir.

—¡Mientes, mientes! —grite, no pude controlarme más y grite, todas las personas que se encontraban ahí me miraron— tú estás mintiendo, solo estás diciendo todo esto para lastimarme.

—No estoy mintiendo, si quieres, puedes preguntarle a mi madre, ya verás cómo no lo negará —de pronto su mirada se quedó fija en un solo punto, traté de mirar, pero enseguida, ella gritó y todo se volvió un caos —¡por favor, Eliza, no me hagas daño! —yo no entendía nada de lo que se encontraba diciendo.

De pronto, ya se encontraba rodando escaleras abajo, el rostro de Julián al ver a Marion caer, era de un dolor indescriptible, pero cuando alzo un poco más la mirada y me observó, el odio que pude ver reflejado en su mirada, me lo dijo todo.

Baje rápidamente para ayudar a Marion, pero en cuanto me vio, me detuvo y sus palabras fueron mortales.

—Te juro, que, si algo les llega a pasar a cualquiera de los dos, no responderé ante mis actos —su mirada fulminante me dejo helada en mi sitio, sin poder decir ni una sola palabra.

Julián tomó en sus brazos a Marion y salió del restaurante inmediatamente, seguramente la llevaría al hospital, yo iré más tarde, porque no fui la causante de nada. No tengo por qué esconderme, cuando la culpable fue ella, ahora entiendo cada una de las palabras que gritó antes de su caída, quiere dejarme como la culpable, cuando definitivamente, yo no tuve nada que ver. Y más tarde, sería mi sentencia de muerte.