¿Es ella?, la mujer que ama

1702 Words
ELIZA 3 años después… Desde esa noche, en el que pidió mi mano, me condene. Si alguien me hubiera dicho, que mi matrimonio con Julián sería el mismo infierno en vida, hubiera desistido de esa idea tan estúpida. Nos casamos solo unos cuantos meses después, por supuesto yo creé desde cero un asombroso vestido de novia, supuse que a Julián le conmovería alguna parte de su corazón, el verme caminando hacia el altar, pero no fue así, además ante todos, fingimos ser los enamorados más felices pro estar uniendo su vida para siempre, pero la verdad era totalmente diferente. Salimos un par de ocasiones a cenar o comer, pero cada que estas citas se concretaban, yo terminaba siendo ignorada totalmente, él siempre se mantenía en su móvil, respondiendo llamadas o mensajes, quizá consideró que yo me terminaría echando para atrás, lo que él no sabe, es que suelo ser bastante terca con lo que me interesa y él, lo hace en demasía, así que, me trague mi orgullo y me deje mangonear para estar unos cuantos minutos a su lado. En mi terquedad, creí estúpidamente, que lograría hacer que me amara, pero no pude estar más equivocada. Y al casarme con él, todo fue mucho peor que antes. Sus abuelos nos regalaron una villa como regalo de bodas, por suerte para mí o para él, más que nada, porque una vez que entrabamos en ese lugar, era ignorada totalmente. Durante mi luna de miel, me la pasé encerrada en la habitación del hotel, mientras él, se encontraba en la suya, porque a espaldas de todos, pago una habitación más para no tener que dormir conmigo. Esa noche lloré amargamente y me debatí a mí misma si había hecho lo correcto al casarme con un hombre que ama a otra mujer, pero como siempre, mi terquedad me cegó. Dos días después, me pude dar cuenta que él llevó a esa mujer a nuestra luna de miel, lo sé porque escuche los gemidos de esa mujer una noche al acercarme para invitarlo a salir, aunque él se negará. Regrese de inmediato a mi habitación, con el alma y el corazón partidos. Mis ojos hinchados, por llorar toda la noche en lo que se supone, debían de ser los mejores días de mi vida. Jamás vi a esa mujer en ese viaje, y fui yo quien me sentí la otra, la que debía de ser discreta para no ser descubierta. Después de regresar de ese maldito viaje, ya en casa, todo fue para peor. Trate de ignorar sus malos modos, pero cada vez era peor. Diariamente, le cocinaba, llegando de mi trabajo, por lo menos fue algo que no me quito, así que eso lo tome como una simple distracción. Pero siempre que lo hacía, no comía o comparaba mis comidas con las de esa mujer. Jamás quise investigar quien era ella, porque no quería echarle más sal a la herida, pero algo dentro de mí, quería averiguarlo. Sus malos tratos fueron aún más contundentes; sin embargo, yo no pensaba darme por vencida tan fácil, no hasta que él se olvidara de ella, pero cada vez, veía más lejana esa posibilidad. Una tarde, llegó Gabriel sin previo aviso, últimamente, no tenía cabeza para crear diseños hermosos, así que me mantenía más en casa de lo habitual y no pude negarme a la visita del abuelo de Julián, tanto él como Rita, me han tratado como a una más de la familia y no puedo hacerle ningún desplante. —Buenas tardes, Gabriel, ¿a qué debo esta visita? —trate de aparentar, como siempre, cuando estoy cerca de ellos. —Eliza, buenas tardes, creí que no te encontraría en casa —al parecer no está tan al pendiente de mí como creí. —Estos días no he tenido mucho trabajo, al parecer, las personas ya no creen tanto en el matrimonio como antes. —Eso parece —tomamos asiento— dime algo, ¿Cómo van las cosas con Julián?, lo he visto con un brillo especial en los ojos, espero que pronto nos den una buena noticia —me burle de mí misma para mis adentros, si supiera sobre mi situación, seguro que le da el patatús, pero, aun así, me hice la desentendida. —¿A qué te refieres exactamente? —quizá me estoy equivocando, será mejor estar segura sobre lo que quiere saber. —Ustedes necesitan un heredero —comencé a ahogarme con mi propia saliva, no creí que fuera tan directo— ¿estás bien? —preguntó con un poco de preocupación. —Lo siento, es solo que —si supiera que su querido nieto y yo ni siquiera dormimos en la misma habitación, seguro que da el grito en el cielo— Julián y yo, supongo que él… —No importa querida, solo lo he notado más feliz de lo habitual y creí que sería por eso, pero al parecer me equivoque, aunque aún no pierdo las esperanzas —sonreí, porque sinceramente, no sé qué decirle al respecto, quizá si le dijera la verdad, no se haría falsas ilusiones. —Supongo que algún día de estos, les daremos las buenas nuevas —¡carajo!, será mejor que cierre el pico ahora mismo, yo misma estoy cavando mi tumba. —Eso espero querida, porque este viejo, ya no tiene demasiado tiempo en este mundo. —No digas eso, tú verás crecer a tu nieto, te lo aseguro —quizá no sea un hijo mío, pero no me queda la menor duda de que lo hará. Después de nuestra breve charla, se terminó yendo de casa y yo me quede con una duda aún más grande, ¿por qué dice que Julián está más feliz de lo habitual?, cuando llega a casa, parece ser el mismo de siempre, por lo menos conmigo es así. Como la duda me carcomía por dentro, llame a mi mejor amiga, Helen, la única que sabe la verdad sobre la gran estupidez que cometí, como ella lo llama, seguro que ella me ayudará a disipar algunas de mis dudas. —Helen —, la llamé en cuanto respondió, por lo regular la llamo por su nombre completo cuando estoy angustiada, justo como ahora— necesito que nos veamos ahora mismo, es de vida o muerte. —De acuerdo, nos vemos donde siempre, estaré ahí en media hora. Colgué después de eso, es el tiempo justo para llegar en el tiempo en que ella lo hará, tomé mi bolso, una chaqueta y las llaves de mi auto. Media hora después, ya me encontraba justo frente a la cafetería que nos gustaba a ambas, tomé asiento frente a una ventana y esperé a Helen, seguro que no tardaba nada en pasar por la puerta y justo cuando miré, ella venía caminando hacia mí. —Eliza, ¿Qué pasa?, seguro tiene que ver con ese… imbécil, ¿no es así?, y ahora que fue lo que te hizo, ¿finalmente le has pedido el divorcio? —negué con la cabeza. —Nada que ver Helen, sabes que no pienso darme por vencida, no hasta agotar todas mis oportunidades —solo negó con la cabeza y me miro con tristeza. —Eliza, no pienso decirte nada más, porque sabes perfectamente lo que pienso sobre todo esto, pero haya tú, ya eres una adulta para saber lo que está bien y lo que está mal, así que dime, ¿de qué se trata? Comencé a relatarle todo sobre la conversación que tuvimos el abuelo de Julián y yo, al parecer, ella piensa lo mismo que yo, pero no sabemos por dónde empezar a buscar, ella me propuso que lo siguiera, pero si se llega a dar cuenta, seguro que no sacaré nada bueno de todo esto. Aunque no haría falta que hiciera nada, porque estaba por enterarme, de quien es el amor secreto de mi esposo. Le prometí a Helen, que en cuanto supiera algo se lo haría saber y cada una se fue en dirección hacia su auto, me subí en él y estaba por encenderlo, cuando de reojo, vi pasar a alguien que creí conocer, era nada más y nada menos que Julián. Se me hizo un tanto extraño verlo por esos lugares, él no es el tipo de frecuentar lugares tan poco exclusivos, así que lo miré por el retrovisor, en cuanto se detuvo tuve un mal presentimiento, pero lo dejé a un lado solo para descubrir una terrible verdad. Entonces sonrió, esa sonrisa que durante años he esperado que sea solo para mí. Abrazo a la mujer que creí conocer, y me tragué mis lágrimas para que no nublaran mi vista. Una vez que se dejaron de abrazar, mi realidad me recibió con un balde de agua helada. Él la beso con tanto cariño y tanto fervor, que, literalmente, escuche como mi corazón se partía en mil pedazos. Por ella es que Julián se niega a darme una oportunidad, no entiendo cómo es que pude estar tan ciega todos estos años, de verdad no comprendo cómo es que pude ser tan estúpida y estar tan cegada por él que jamás me di cuenta de que frente a mí estuvo la verdad todo este tiempo. Es ella, es Marion, mi propia hermana es quien me ha estado traicionando, ¿Por qué jamás me lo dijo?, ¿Por qué me dejó seguir con este absurdo?, ¿por qué?, ¿qué fue lo que yo le hice para que me esté pagando con esta traición tan grande? Es mi hermana, es mi sangre, mi familia, ¿Cómo pudo hacer semejante barbaridad? Decidí irme de ese sitio, no quería permanecer ni un segundo más ahí o seguro que cometería alguna locura. Tengo que pensar con la cabeza fría, si hago algo ahora, yo soy la que terminaré perdiendo y eso no va a ocurrir. Una vez que llegue a casa y entre a mi habitación, me eche a llorar, lágrimas de dolor y amargura salían una tras de otra, esta traición no tiene perdón de Dios. El resto de la tarde, me la pasé llorando hasta quedarme dormida, lo único que quiero es que este dolor que ahora estoy sintiendo, desaparezca, solamente necesito eso.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD